'Nunca he tenido demasiada confianza en mi voz despu¨¦s de 50.000 cigarrillos'
Nacido en Montreal, Canad¨¢, en 1934, Leonard Cohen regresa a la actividad musical a los 67 a?os, nueve despu¨¦s de que editara su ¨²ltimo disco con temas nuevos, The future. El que hace el vigesimotercer elep¨¦ oficial en su discograf¨ªa lo ha escrito junto a la cantante Sharon Robinson, quien, aparte de aportar su voz, tambi¨¦n lo produce. El ¨¢lbum se editar¨¢ en septiembre y va a titularse escuetamente Ten new songs; seg¨²n Cohen, 'un t¨ªtulo simple para unas canciones simples'.
Vestido con traje oscuro, con el peri¨®dico bajo el brazo y un comboloi -especie de rosario de cuentas de origen griego- en las manos, Leonard Cohen deambula por el vest¨ªbulo del hotel madrile?o en el que va a tener lugar la entrevista. Pese a que millones de personas en todo el mundo retienen sus rasgos f¨ªsicos en la retina y afirmar¨ªan que son capaces de reconocerle en cualquier situaci¨®n, pasa completamente inadvertido entre los clientes del hotel como un viajero m¨¢s. Un hombre mayor, silencioso y de movimientos lentos. Pero, ya en la suite elegida para la charla, lo primero que pide es un cigarrillo. Tras encenderlo, su atenci¨®n se centra en un moderno reproductor de compactos de dise?o cortes¨ªa del hotel, en el que est¨¢ sonando su disco. Se acerca al aparato, se hinca de rodillas ante ¨¦l y empieza a manipular los mandos digitales, mientras exclama: 'Tiene una gran calidad. Es mucho mejor que el m¨ªo. Nunca hab¨ªa o¨ªdo mis canciones sonar tan bien. Es muy moderno. Casi como una escultura'. Acto seguido, a?ade con actitud bromista: '?Cree que me cabr¨¢ en la maleta'.
'Trato de ser honesto y decir que no s¨¦ para qu¨¦ estamos aqu¨ª, que no tengo el coraje de soportarlo, que soy un cobarde. A pesar de eso, alzo mi voz para rezar'
Cohen, que ha viajado a Madrid a realizar una selecta promoci¨®n del disco, relata as¨ª todo este tiempo de silencio discogr¨¢fico: 'Despu¨¦s de terminar mi ¨²ltima gira, en el 93, me fui a vivir a un monasterio zen en San Diego, California. Estuve all¨ª seis a?os. Fui a reunirme con un viejo maestro, pero tambi¨¦n tuve tiempo de escribir'. No obstante, Cohen no ingres¨® all¨ª en busca de respuestas religiosas: 'Yo ya tengo una religi¨®n. La mejor religi¨®n. Fui all¨ª porque ya hab¨ªa estado con ese maestro del alma trece a?os y nos hicimos buenos amigos. Yo ten¨ªa casi sesenta a?os, y ¨¦l, casi noventa. Fui a completar mis estudios con ¨¦l. Ahora tiene 94 a?os, pero en algunas cosas es como si tuviera veinte. Es un gran ejemplo, un gran amigo y una gran compa?¨ªa para beber'.
Precisamente, el tema de la bebida aparece de forma reiterada en algunos de los temas del nuevo disco como Here it is o That don't make it junk. Cohen reflexiona acerca de la m¨ªstica de la botella y sus diversos contenidos: 'A mi maestro le iba m¨¢s el sake [vino de arroz], pero para m¨ª el sake es una bebida muy complicada. No obstante, si eres capaz de apreciar las cualidades del sake, no deber¨ªa serte dif¨ªcil disfrutar del buen vino franc¨¦s. Pero ¨¦l acab¨® prefiriendo su sake. En fin, todo esto no quiere decir que yo beba mucho. Ahora casi no bebo, excepto cuando salgo de gira'.
Cohen reivindica el car¨¢cter de estabilidad que poseen sus nuevas composiciones: 'Aunque sean distintas unas de otras, uno puede sentarse y relajarse escuch¨¢ndolas. Gracias a Sharon Robinson han quedado unas canciones con las que puedes pasar un rato tranquilo o abrazar a tu mujer. Aunque, si quieres, tambi¨¦n puedes tratar de sacar algo m¨¢s profundo de las letras. Si lo haces, creo que encontrar¨¢s alguna que otra historia s¨®lida en ellas'.
En esas historias hay mucho de agridulce aceptaci¨®n con cargo a la madurez; una forma de ver las cosas sin mucha esperanza, pero, sobre todo, sin b¨²squedas in¨²tiles: 'Por ejemplo, Boogie street [una de las canciones] es la calle en la que vivimos todos y de la que siempre tratamos de escapar. Cuando tienes un hijo, cuando te sientes amado, cuando tomas un vaso de agua fr¨ªa porque est¨¢s sediento, te olvidas de ti mismo. Pero, como digo en esa canci¨®n: 'T¨² me besas los labios y ya est¨¢ todo hecho. Regreso a Boogie street'. Siempre volvemos'.
Un cierto nihilismo del que cuelga un hilo de negra iron¨ªa define temas como The land of plenty: 'En esa canci¨®n trato de ser honesto y decir que no s¨¦ para qu¨¦ estamos aqu¨ª, que no tengo el coraje de soportarlo, que soy un cobarde. A pesar de eso, alzo mi voz para rezar: 'Puede que las luces del para¨ªso resplandezcan sobre la verdad alg¨²n d¨ªa'. Es una especie de plegaria, aunque no se por qu¨¦ ni a qui¨¦n'. Mientras recita estos versos, su voz, personal e incre¨ªble, hace que casi floten las palabras que pronuncia a su alrededor.
Pero, al hacer referencia a ello, Cohen afirma: 'Nunca he tenido demasiada confianza en mi voz y, sabes, despu¨¦s de cincuenta mil cigarrillos... Nunca tuve mucha voz, incluso antes de los cigarrillos, as¨ª que, cuando empec¨¦ a cantar, lo tuve en cuenta. Me encanta que a mucha gente le guste, pero para m¨ª es demasiado baja y se mueve s¨®lo entre cuatro o cinco tonos'. No obstante, Cohen no se lamenta de los errores o excesos cometidos: 'Yo soy como Edith Piaf: 'Non! Rien de rien. Non! Je ne regrette rien' [No! Nada de nada. ?No! No me arrepiento de nada]. Es una de mis canciones favoritas'.
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