Huir en Euskadi
Al regresar de una prolongada estancia en Londres, el antrop¨®logo Juan Aranzadi trae la carga de dos extensos trabajos: Sangre vasca y El 'nuevo Israel' americano y la restauraci¨®n de Si¨®n. Ambos se agrupan bajo un t¨ªtulo com¨²n, que sirve asimismo para definir la nueva actitud del autor ante el problema pol¨ªtico vasco: El escudo de Arqu¨ªloco. Siempre tiene importancia la aparic¨ª¨®n de un nuevo libro del autor de El milenarismo vasco, pero en esta ocasi¨®n el atractivo de la novedad no es s¨®lo de orden bibliogr¨¢fico, tal y como puede apreciar cualquier lector de sus entrevistas publicadas en Babelia y en El Correo de Bilbao. En la actual encrucijada de incertidumbre y muerte, Aranzadi rompe con cualquier compromiso y propone una ¨¦tica del fugitivo. 'Es m¨¢s sabio huir', nos dice Aranzadi, 'que enfrentarse al enemigo.
Para ello se inspira en el conocido fragmento del poeta griego Arqu¨ªloco donde ¨¦ste relata el episodio de su huida en combate ante los tracios: 'Un tracio alardea con mi escudo intachable,/ que yo abandon¨¦ sin querer tras un arbusto,/ pero yo consegu¨ª salvarme. ?Qu¨¦ importa ese escudo?/ ?Que se vaya al diablo! Comprar¨¦ otro que no sea peor'. Aranzadi se plantea en voz alta lo que muchos vascos, y entre ellos no pocos intelectuales, se han planteado a s¨ª mismos, y con la misma respuesta: ?por qu¨¦ correr el riesgo del tiro en la nuca, de la bomba-lapa o, como m¨ªnimo, del ostracismo en mi propio lugar de residencia o de trabajo? Salvemos el pellejo. De ser versados en literatura griega, una vez hecha su opci¨®n, los fugitivos tal vez la vieran reforzada al conocer el desenlace tr¨¢gico que aguarda a la contrafigura de Arqu¨ªloco, el Eteocles de Los siete contra Tebas, de Esquilo. No est¨¢ dispuesto a entregar su ciudad, a que ¨¦sta quede sojuzgada, y lo consigue, pero al precio de perder la vida defendiendo sus puertas en lucha fratricida. Los tebanos salieron bien parados, pero al hijo de Edipo su sentido c¨ªvico le llev¨® a la muerte.
Por otra parte, la postura adoptada por Aranzadi difiere en parte de la de Arqu¨ªloco. Tiene algo de la de Tem¨ªstocles al ponerse bajo la protecci¨®n del rey de Persia. No se limita a abandonar su escudo y huir. Toma su lanza y sigue en el combate, aunque desde otro campo. Sus razones son aqu¨ª mucho menos s¨®lidas e invitan a plantear una serie de interrogantes. ?Por qu¨¦ es el Estado-naci¨®n incompatible con la aplicaci¨®n de los valores democr¨¢ticos? ?no es la 'superioridad ontol¨®gica' asignada en el pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n a 'la Naci¨®n espa?ola' el ¨²nico medio para conciliar el principio democr¨¢tico de la soberan¨ªa nacional con el reconocimiento de la pluralidad de 'pueblos', cosa que luego permite otro reconocimiento pluralista, el de las nacionalidades? ?puede analizarse la ideolog¨ªa de ETA en t¨¦rminos de '¨¦tica de las convicciones' sin tener en cuenta los fundamentos xen¨®fobos que en este caso comparte con el nacionalismo democr¨¢tico? ?cabe pensar que la supuesta 'ambig¨¹edad' de ¨¦ste es 'una bendici¨®n' olvidando lo que representa su coincidencia en la meta de la Gran Euskal Herria independiente con la buscada por ETA? ?qu¨¦ ha hecho ese bendito partido nacionalista desde la ruptura de la tregua para acabar con el aparato criminal de ETA??se es de veras m¨¢s libre en esa Euskadi de donde tantos huyen ahora que en la de hace 10 a?os? Tiene raz¨®n sin duda Aranzadi al considerar que la derrota electoral de HB abre nuevas perspectivas, pero resulta m¨¢s discutible su tendencia a formular objeciones triviales a la Constituci¨®n mientras se juzga positivamente todo lo ocurrido despu¨¦s de Lizarra.
Volviendo a los griegos, no hay que olvidar que el individualismo de Arqu¨ªloco responde a un tiempo de tiranos. ?l mismo se autodefine como 'servidor del imperante Enyalos'. A pesar de la condici¨®n regia de Eteocles, el marco de S¨®focles es ya la polis democr¨¢tica. Los defensores de sus puertas encarnan las virtudes de la prudencia y de la tenacidad frente al furor de los asaltantes. 'No hagais inclinarse nunca bajo el yugo de la esclavitud a un pa¨ªs libre', exhorta Eteocles a sus conciudadanos. Los antecedentes de la pol¨ªtica nacionalista en su conjunto no invitan precisamente a renunciar a esa exigencia.
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