El verdadero nombre de Pr¨ªmula Negra
As¨ª fue detenido en Madrid el terrorista italiano de ultraderecha Pasquale Belsito, pr¨®fugo desde hace 20 a?os y condenado a cuatro cadenas perpetuas
Hac¨ªa veinte a?os que nadie lo llamaba por su verdadero nombre; sab¨ªa que cuando alguien lo hiciera ser¨ªa su final. As¨ª que durante todo ese tiempo fue Francesco o Miguel Eduardo, italiano o espa?ol, periodista o adiestrador de perros, pero jam¨¢s Pasquale Belsito, uno de los m¨¢s famosos terroristas de la ultraderecha italiana de principios de los ochenta, responsable de al menos cinco asesinatos, juzgado y condenado en rebeld¨ªa a tres cadenas perpetuas, tambi¨¦n conocido por Pr¨ªmula Negra, casi un mito en Italia porque nunca lleg¨® a ser detenido.
Durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, los polic¨ªas olieron su rastro en Suram¨¦rica, Francia y el Reino Unido; Holanda, L¨ªbano y Croacia, pero cuando se dispon¨ªan a detenerlo s¨®lo encontraban una cama revuelta, la sangre caliente de su ¨²ltima fechor¨ªa y, por supuesto, otro nombre falso.
- He ca¨ªdo por bajar la guardia.
De Madrid ya no pudo escapar. Hab¨ªa llegado hace dos a?os, procedente o huyendo de Dios sabe d¨®nde, y se hab¨ªa ganado la vida como falsificador de documentos, un verdadero experto a decir de los agentes de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior, autores de su detenci¨®n.
- Sab¨ªamos que estaba en la ciudad. Ya llev¨¢bamos varios d¨ªas sigui¨¦ndolo, pero decidimos detenerlo el viernes por la noche. Hab¨ªa que preparar muy bien la operaci¨®n.
No era para menos. Seg¨²n la biograf¨ªa autorizada de Pr¨ªmula Negra, redactada por funcionarios policiales y con membrete de Interpol, no se iban a enfrentar precisamente a un delincuente de cuello blanco. Los agentes tem¨ªan su fuerza bruta -1,86 de altura, perfil de boxeador- y su preparaci¨®n para la lucha -experto en armas y explosivos, ex mercenario en Croacia-; pero sobre todo su sangre fr¨ªa. En sus a?os de terrorista, Belsito mat¨® alternativamente a agentes del orden y a compa?eros descarriados, sin que al parecer le remordiera la conciencia en ninguno de los casos. El 6 de enero de 1981, ajustici¨® al extremista de derechas Luca Perucci, sospechoso de colaborar con la polic¨ªa. El 5 de diciembre de aquel a?o, Pr¨ªmula Negra acab¨® con la vida del agente Ciro Capobianco en medio de una refriega. S¨®lo un d¨ªa despu¨¦s, Belsito y el terrorista Ciro Lai mataron al mariscal del arma de Carabineros Roberto Radici, dejando malparados a un transe¨²nte y a otro agente. Aunque herido en una pierna, consigui¨® huir tras robar dos coches a punta de pistola. Al poco tiempo, Belsito dispar¨® contra su compa?ero Mauro Menucci. Lo mat¨® por colaborar con la polic¨ªa.
- Sab¨ªamos -explica el jefe de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior- que no se iba a entregar f¨¢cilmente. Observamos que guardaba continuamente muchas medidas de seguridad, por lo que resultaba muy dif¨ªcil seguirlo por la ciudad. Y adem¨¢s tem¨ªamos que llegara a advertir nuestra presencia...
No iba a ser f¨¢cil detenerlo en plena calle, arriesg¨¢ndose a que Pr¨ªmula Negra tirara de pistola y provocara una refriega que no ser¨ªa la primera. El 21 de enero de 1988, la pista de Belsito volvi¨® a aparecer en Par¨ªs, pero convertida en la de un atracador. Alguien puls¨® la alarma de una joyer¨ªa y la polic¨ªa rode¨® el establecimiento, pero ¨¦l sali¨® con el bot¨ªn y a tiros, protagonista de su propia pel¨ªcula de acci¨®n, convertido ya en un fugitivo solitario, dejando en el suelo y gravemente herido a un agente.
Con esos antecedentes, la polic¨ªa pens¨® que quiz¨¢ fuera mejor detenerlo en su casa, un chal¨¦ alquilado en Valdemorillo, a las afueras de Madrid. Le encargaron al GEO (Grupo Especial de Operaciones) que se ocupara de una captura tan delicada. Sus jefes enseguida descartaron el asalto a la finca. No ser¨ªa f¨¢cil sorprender a un tipo como Belsito durmiendo a pierna suelta, teniendo en cuenta que el jard¨ªn lo vigilaban dos perros de raza boxer y sin descartar tampoco la posibilidad de que pudiera disponer de alg¨²n tipo de trampa para protegerse de visitas inoportunas.
Hab¨ªa que abordarlo en plena calle, y ser¨ªa el viernes por la noche.
Pasquale Belsito hab¨ªa salido de paseo. Dispon¨ªa de un Fiat Uno, pero lo ten¨ªa estropeado, as¨ª que el antiguo terrorista utiliz¨® el autob¨²s de l¨ªnea para acercarse a la ciudad. Cen¨® en un restaurante argentino, en las inmediaciones de la plaza de Espa?a, y a medianoche se fue paseando tranquilamente, calle Princesa arriba, hasta el intercambiador de transportes de Moncloa. Cre¨ªa que iba solo, tan solo como en los ¨²ltimos veinte a?os, pero no era as¨ª. Unos agentes -los encargados de su seguimiento- le vigilaban a media distancia, y otros -los once geos que se encargar¨ªan de su detenci¨®n- esperaban la orden para actuar. Exist¨ªa, no obstante, un motivo de tranquilidad y otro de preocupaci¨®n. Pasquale Belsito iba vestido con ropa de verano, y aparentemente no ocultaba ning¨²n arma bajo su camiseta, pero tambi¨¦n era verdad que llevaba una mochila al hombro. ?Esconder¨ªa all¨ª su pistola?
Veinte minutos despu¨¦s de la medianoche, Pr¨ªmula Negra se qued¨® solo en un rinc¨®n de la estaci¨®n de Moncloa. ?se fue su error. En un santiam¨¦n, seis agentes del GEO vestidos de paisano lo rodearon, tiraron al suelo y pusieron las esposas, al tiempo que otros ense?aban sus placas para calmar a los viajeros -'?tranquilos, no pasa nada, somos polic¨ªas!'-. Se llevaron en volandas a aquel tipo alto y de ojos azules y lo metieron en un todoterreno camuflado.
- No dijo nada, ni abri¨® la boca durante el trayecto -dice un agente del GEO-. S¨®lo al d¨ªa siguiente, durante el registro de su casa, pregunt¨® por la marca de las pistolas con las que le hab¨ªamos enca?onado. Me impresion¨® su frialdad.
Fuertemente custodiado y tras pasar una noche en comisar¨ªa, Belsito fue conducido a su casa para que estuviera presente en el registro. Sorprendentemente, s¨®lo habl¨® para informar a los agentes del lugar donde ten¨ªa escondida la pistola de nueve mil¨ªmetros, alimentada y con dos cargadores de repuesto.
No era m¨¢s que una treta. Quer¨ªa desviar la atenci¨®n de la caseta de los perros, donde verdaderamente guardaba la prueba del delito, la clave de su presencia en Espa?a desde hace un par de a?os. Dos ordenadores port¨¢tiles y uno fijo, muchos tipos de papel y cart¨®n, soportes inform¨¢ticos... Pr¨ªmula Negra parec¨ªa haber dejado el terrorismo activo, los atracos de bancos y joyer¨ªas, los a?os de mercenario en Croacia y el largo y oscuro periodo en Suram¨¦rica para convertirse en un falsificador de documentos: carn¨¦s de identidad espa?oles e italianos, permisos de conducir y pasaportes. Trabajaba fino Belsito, sostiene la polic¨ªa, pero, ?para qui¨¦n?
-No os voy a contar nada.
Y dec¨ªa la verdad. No cont¨® nada.
Hasta que fue trasladado a la c¨¢rcel de Valdemoro, a la espera de su extradici¨®n, Belsito permaneci¨® callado, tranquilo, observando cada detalle, puede que calibrando la posibilidad de escapar, ¨²nico sue?o de quien con 38 a?os a¨²n debe cuatro cadenas perpetuas.
A la una de la madrugada del s¨¢bado 30 de junio y despu¨¦s de o¨ªr la lectura de sus derechos, el antiguo terrorista italiano se inclin¨® y firm¨®. Veinte a?os despu¨¦s y en unos calabozos de Madrid, Pasquale Belsito se enfrent¨® a su verdadero nombre.
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