El clic barcelon¨¦s de Jerome Charyn
- Barcelona, 1973. Un escritor norteamericano de 36 a?os, autor de media docena de novelas m¨¢s o menos fallidas, llega a esta ciudad con un manuscrito atragantado. Es su primer viaje a Europa. Se hospeda en el hotel Majestic, donde se cruza con la sonrisa diab¨®lica de Jack Nicholson en el ascensor e inicia un nuevo y desesperado asalto a su mamotreto de 1.000 p¨¢ginas. Sin ¨¦xito. King Jude habla del rey de los barberos y de Andorra.
El proyectado viaje al principado pirenaico, adem¨¢s, se frustra en la aduana a causa de un problema burocr¨¢tico. Las cosas pintan mal para nuestro escritor encallado. Pero tras unos d¨ªas de caminatas intensas por las calles de Barcelona, algo sucede en su cabeza. Suena un clic y encuentra la m¨²sica verbal de una nueva novela.
En Barcelona naci¨® la novela 'Ojos Azules', de Jerome Charyn, una de las obras maestras de la literatura contempor¨¢nea
El escenario ser¨¢ el Bronx de su infancia, pobre y violenta. El h¨¦roe, Manfred Coen, un espectral y melanc¨®lico polic¨ªa jud¨ªo inspirado a medias en su hermano Harvey -un rudo detective de la brigada de homicidios de Brooklyn- y en s¨ª mismo, un joven escritor con tendencias depresivas, hijo de un padre polaco y una madre rusa que apenas hablan el ingl¨¦s, entusiasta del tenis de mesa y de los verbos irregulares franceses.
En poco menos de dos meses de reclusi¨®n en el Majestic brotan obsesivamente m¨¢s de 200 p¨¢ginas. El estilo es denso, pirot¨¦cnico, rasposo, desolado y conmovedor. Nuestro escritor escribe febrilmente de la ma?ana a la noche, pose¨ªdo por sus personajes, temeroso de que la m¨²sica verbal que ha descubierto en Barcelona se diluya en su cabeza. La pausa del almuerzo le conduce a un peque?o restaurante del Ensanche, donde el patr¨®n le sirve diariamente un plato de paella, una copa de vino y un caf¨¦. Es su ¨²nico contacto humano, indispensable para que el electrizado autor no se venga emocionalmente abajo.
As¨ª naci¨® en Barcelona la novela Ojos Azules, de Jerome Charyn, una de las obras maestras de la literatura contempor¨¢nea y el punto de arranque del extenso ciclo narrativo del comisario Isaac Sidel, una saga que este cronista, por lo dem¨¢s mediocre lector de novelas policiacas, ha colocado en su librer¨ªa junto a los vol¨²menes de la Comedia humana de Balzac.
- Barcelona, 2001. Jerome Charyn regresa a esta ciudad invitado por su editora, Anik Lapointe (RBA), empe?ada en difundir su obra en Espa?a. Otros lo intentaron -Joan Agut con Thass¨¤lia, Plaza & Jan¨¦s, Planeta...-, pero con unas traducciones que podr¨ªamos calificar con el piadoso adjetivo de mejorables, ?y no siempre del ingl¨¦s! En este caso, la traducci¨®n de Pablo ?lvarez es excelente, fiel al estilo de Charyn y a la lengua castellana.
Jerome Charyn es hoy un autor de culto a ambos lados del Atl¨¢ntico. Reparte su tiempo entre Nueva York y Par¨ªs, donde da clases de historia del cine en la Universidad Norteamericana, colabora en Le Monde y escribe guiones de c¨®mics para la ¨¦lite de la historieta parisiense (Jos¨¦ Mu?oz, Fran?ois Bouq, Loustal...). Charyn es un hombre de aspecto fr¨¢gil e introvertido, un hombre herido y m¨¢gico a un tiempo, como los h¨¦roes de las tragedias griegas y como el propio Manfred Coen. 'Las heridas son ¨²tiles para la creaci¨®n art¨ªstica', me confiesa en un restaurante de la Barceloneta donde practicamos el ejercicio de alto riesgo del paelling; 'pero no ayudan mucho para la vida cotidiana'.
Con el apoyo de un excelente R¨ªas Baixas le someto a un implacable tercer grado. ?De qu¨¦ hablaban sus siete libros anteriores a Ojos Azules? ?Por qu¨¦ mat¨® a su h¨¦roe y ¨¢lter ego en la primera novela? ?C¨®mo fue su infancia en el Bronx? ?C¨®mo descubri¨® la literatura? ?De d¨®nde sac¨® la palabra mallorquina chueta, que utiliza para hablar de la familia Guzm¨¢n, unos truhanes marranos de origen lime?o afincados en el Bronx? ?Qu¨¦ palas de tenis de mesa prefiere, las Butterfly o las Mark V? ?Un poco m¨¢s de vino, maestro?
Charyn me habla de Filocteto y de Eug¨¨ne de Rastignac, de su infancia triste en el Bronx y de su debilidad por los bandidos y por los polic¨ªas, prisioneros y v¨ªctimas, ambos, de la misma violencia y la misma falta de cultura; me habla de su breve carrera delictiva adolescente y del descubrimiento redentor de William Blake, Shakespeare y Faulkner. 'Un hombre que ha le¨ªdo no mata. Mi hermano no ha le¨ªdo y ser¨ªa capaz de matarle a usted si le insultara; por supuesto, escoger¨ªa el lugar y el momento: es polic¨ªa. Le tengo miedo a todo; la sola idea de perder un avi¨®n me aterroriza. ?nicamente me siento libre y sosegado cuando escribo y cuando juego a tenis de mesa. Le enviar¨¦ mi ¨²ltimo libro, que est¨¢ a¨²n por salir: Ping-pong or the art of staying alive...'.
?Y qu¨¦ ocurri¨® con su novela andorrana? ?Termin¨® por arrojar la toalla?
'Por ah¨ª anda, en alg¨²n caj¨®n. Despu¨¦s de Ojos Azules a¨²n le a?ad¨ª varios centenares de p¨¢ginas. Pero algo fallaba: era pura ficci¨®n sin un mito personal. Un puro y aburrido decorado. Nada m¨¢s. Le falta lo que descubr¨ª hace 30 a?os en Barcelona: la m¨²sica ¨ªntima. Sobre aquel descubrimiento he construido toda mi obra. Brindemos por Barcelona'.
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