Almagro, arriba el nuevo tel¨®n
El Festival de Teatro Cl¨¢sico aspira a crear producciones propias y atraer m¨¢s p¨²blico en su 25? aniversario
Dinero e imaginaci¨®n son las dos cosas que m¨¢s necesita el Festival de Teatro Cl¨¢sico de Almagro. A punto de cumplir un cuarto de siglo -en la edici¨®n del a?o que viene- y consolidado como una cita para los teatreros, el festival ha de dar un paso adelante si no quiere permanecer estancado. Ahora bien, poner en escena unos 30 espect¨¢culos -varios de ellos estrenos- en el mes de julio con apenas 200 millones de pesetas de presupuesto raya en el milagro. As¨ª lo confiesa, entre la resignaci¨®n y el optimismo, Luciano Garc¨ªa Lorenzo, responsable del certamen. 'Creo', dice, 'que el siguiente cap¨ªtulo que debe abrir el festival se refiere a la posibilidad de producir montajes teatrales. Si yo pudiera encargar adaptaciones de obras cl¨¢sicas a directores como Miguel Narros, Jos¨¦ Luis G¨®mez o Jos¨¦ Carlos Plaza la proyecci¨®n y el ¨¦xito del festival estar¨ªan asegurados todos los a?os. Esos espect¨¢culos se estrenar¨ªan en Almagro, podr¨ªan luego iniciar giras y se convertir¨ªan en nuestra tarjeta de presentaci¨®n'. Esa batalla libran los organizadores de Almagro que han de convencer a los cuatro patrocinadores (Ministerio de Educaci¨®n y Cultura, Junta de Castilla-La Mancha, Diputaci¨®n de Ciudad Real y Ayuntamiento) de que destinen m¨¢s financiaci¨®n y no se limiten a hacerse la foto de la inauguraci¨®n oficial.
'Los cl¨¢sicos del Siglo de Oro deben ser un campo de juegos y no un campo de minas'
De cualquier modo, el gremio teatral entero coincide en que Almagro ha salvado a unos cl¨¢sicos del Siglo de Oro que, al comenzar la transici¨®n, agonizaban entre polvo acad¨¦mico, cortinajes de ¨¦poca y montajes con sabor a alcanfor. Alrededor de 60.000 personas asistir¨¢n este a?o a representaciones -unas mejores y otras peores, pero todas con un m¨ªnimo de calidad garantizado- de Calder¨®n de la Barca, de Lope de Vega o de Tirso de Molina sin olvidar a los maestros extranjeros como Shakespeare o Moli¨¦re. Cinco preciosos escenarios, cuatro de ellos al aire libre, en un pueblo monumental de poco m¨¢s de 8.000 habitantes significan un placer a?adido, una aut¨¦ntica fiesta para los aficionados al teatro.
Los organizadores de Almagro conf¨ªan asimismo en la inauguraci¨®n del nuevo Museo Nacional del Teatro, prevista para marzo del a?o 2002. Cerca de 6.000 metros cuadrados en un antiguo palacio de la Orden de Calatrava ser¨¢n el centro de peregrinaci¨®n de los historiadores y estudiosos de las artes esc¨¦nicas.
Actor de la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico (CNTC) y antiguo director del Centro Andaluz del Teatro, Roberto Quintana tambi¨¦n apunta a las producciones propias como un est¨ªmulo necesario para Almagro. 'Pero adem¨¢s', observa, 'har¨ªa falta desplegar iniciativas como m¨¢s teatro de calle, recitales po¨¦ticos, debates con estudiantes de Arte Dram¨¢tico o un mercado sobre las nuevas t¨¦cnicas teatrales. Almagro ya se ha consagrado como un magn¨ªfico escaparate del teatro cl¨¢sico y ahora ha llegado el momento de abastecer la tienda que se encuentra detr¨¢s del escenario. Despu¨¦s de 24 a?os, el festival debe apostar m¨¢s por el riesgo. Digamos que ha terminado el primer acto de la representaci¨®n de Almagro, estamos en el descanso y ha llegado el momento de levantar un nuevo tel¨®n para el segundo acto'.
Profesor en la Escuela de Arte Dram¨¢tico de Madrid y joven director esc¨¦nico, Eduardo Vasco estren¨® el jueves en Almagro La fuerza lastimosa, de Lope de Vega, un montaje ambicioso y original de una pieza poco conocida del dramaturgo. 'Para todas las compa?¨ªas, Almagro equivale a prestigio y a nuevos contratos. Pero el empuj¨®n que requiere pasa por crear un centro comercial, una feria del teatro a la que tengan que acudir los programadores'.
Enamorado de los cl¨¢sicos, de la belleza de sus textos y de sus inmensas posibilidades esc¨¦nicas, Eduardo Vasco est¨¢ empe?ado desde hace a?os en atraer a las nuevas generaciones hacia el teatro del Siglo de Oro. 'La Universidad como instituci¨®n', arremete el director, 'ha hecho mucho da?o a Calder¨®n o a Lope porque los ha convertido en literatura dram¨¢tica, en f¨®siles, en lugar de manifestaciones teatrales vivas'.
Tampoco escapan a sus cr¨ªticas los libros de texto o los profesores de educaci¨®n secundaria que obligan a los adolescentes a leer un dram¨®n como La vida es sue?o en lugar de introducir a Calder¨®n por la v¨ªa de una comedia deliciosa como La dama duende. Lo que se pone de relieve, en muchas ocasiones, es que muchos profesores de Literatura de instituto no tienen ni idea de teatro'. Desde su visi¨®n apasionada e iconoclasta de los cl¨¢sicos y en medio del placer que proporciona montar a Lope de Vega al aire libre, en un claustro de dominicos, Vasco resume su filosof¨ªa: 'Los cl¨¢sicos deben ser un campo de juegos y no un campo de minas'.
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