El fracaso de la vivienda
Pocas actividades tienen tanta influencia social como la construcci¨®n de viviendas. No s¨®lo es un indicador fiel del pulso econ¨®mico de un pa¨ªs, sino que describe a la perfecci¨®n las intenciones pol¨ªticas de sus gobernantes. En Espa?a, la evoluci¨®n del mercado de la vivienda en los ¨²ltimos a?os ofrece poderosas razones para el pesimismo. Una de ellas es el crecimiento desaforado de los precios, m¨¢s del 46% en los ¨²ltimos cuatro a?os, apenas disimulado por la desaceleraci¨®n en el primer semestre de este ejercicio (3,2%, seg¨²n c¨¢lculo de la Sociedad de Tasaci¨®n). Por m¨¢s que la subida se quiera presentar como un s¨ªntoma del boom de la construcci¨®n, un encarecimiento de esa magnitud tiene nefastas consecuencias para los consumidores y destruye cualquier posibilidad de que los j¨®venes puedan acceder a una vivienda. Comprarse un piso en Espa?a requiere m¨¢s de cinco a?os de sueldo, el esfuerzo m¨¢s alto entre los pa¨ªses de la OCDE.
El desbordamiento de los precios es resultado de una serie de fracasos. Ni este Gobierno ni los anteriores han conseguido reducir el coste del suelo, que tiene un peso decisivo en el precio final de la vivienda; las pol¨ªticas de liberalizaci¨®n han fracasado de forma sistem¨¢tica y los Ayuntamientos siguen manteniendo el poder de decisi¨®n sobre el volumen y el precio del suelo que se pone en el mercado, ya que una parte sustancial de sus recursos proviene precisamente de ¨¦l. Fomento no ha conseguido resolver este problema, a pesar de sus reiteradas promesas. La liberalizaci¨®n del suelo del PP, como las pretendidas en otros mercados, se ha quedado en ret¨®rica.
Al desacierto en la liberalizaci¨®n del suelo, el Gobierno ha sumado una desafortunada pol¨ªtica de vivienda social. El n¨²mero de viviendas de protecci¨®n oficial (VPO) construidas ha ca¨ªdo en picado. Durante este a?o est¨¢n previstas 475.000 nuevas viviendas, de las cuales apenas el 15% ser¨¢n VPO; en el periodo 1992-1996 la media fue del 40%. La pol¨ªtica est¨¢ tan mal dise?ada que los promotores no tienen inter¨¦s ni encuentran ventajas en hacer pisos m¨¢s asequibles.
La pol¨ªtica de vivienda es una obligaci¨®n esencial del Estado. El Gobierno parece haber renunciado a su obligaci¨®n de incentivar un volumen suficiente de viviendas sociales, y se ha sentado a contemplar c¨®mo la libre, sin restricciones ni l¨ªmites de precio, se adue?a del mercado. Como tampoco se ha promovido el mercado de alquileres, el resultado es el que cabr¨ªa esperar de una ciega actuaci¨®n de la oferta y la demanda: muchas casas para rentas altas y muy pocas para las medias y modestas.
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