Estrenos de Bernaola y S¨¢nchez Verd¨²
Termin¨® anteayer el 50? festival con acentos altamente positivos. Al mediod¨ªa, en el Crucero del Hospital Real, el Coro de la Comunidad de Madrid, dirigido por Jordi Casas, cant¨® con mucha calidad obras de Schubert, Rossini, Kodaly, Britten, Manuel Blancafort y, en fin, un estreno encargo del festival: Deploration sur la mort de Johannes Ockeghem, para coro mixto y tres instrumentos, de Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez Verd¨².
Este compositor, poco m¨¢s que treinta?ero, est¨¢ singularmente dotado. Sus ideas est¨¢n realizadas con exactitud y primor, de modo que nos llega, sin titubeos, aquello que quiso decir el compositor desde su pensamiento de alto vuelo y su sentimiento emocional. Parte S¨¢nchez Verd¨² de la Deploration sobre Ockeghem que le dedicara Josquin para rendir confesado homenaje a un autor y una ¨¦poca. El m¨²sico de hoy salta por encima de los siglos para adue?arse, en el a?o 2000, de incitaciones tan lejanas como hermosas y, por lo mismo, plenamente vivas. Tras la bien entendida versi¨®n de Jordi Casas y el coro madrile?o, la audiencia se sinti¨® conmovida por esta p¨¢gina de refinada belleza y largas resonancias afectivas y estall¨® en una muy larga ovaci¨®n. Una vez m¨¢s, a niveles de excelencia, hemos de seguir la aventura creadora de un gran compositor cuyo nombre funcionar¨¢ como llamada de atenci¨®n e invitaci¨®n al conocimiento de nuevas y firmes formulaciones est¨¦ticas.Por la noche, en el Patio de Carlos V, nos dijo adi¨®s la Sinf¨®nica de la BBC con su animoso conductor Andr¨¦ Davis. Tras una expresiva narraci¨®n del poema Don Quijote, de Strauss, protagonizada por la sensible sonoridad y la imaginaci¨®n del violonchelista Mischa Maiski, asistimos al estreno de la ¨²ltima partitura de Carmelo Bernaola, tambi¨¦n escrita por encargo del festival y pensada para la Granada alhambrina. Sus palacios, patios y jardines palpitan tras las Fantas¨ªas del compositor vasco con mera intenci¨®n evocativa y cordial de vividas emociones personales.
La gran formaci¨®n orquestal se diversifica en un juego de sonoridades dibujadas y obstinatos en paralelo con la geometr¨ªa de la decoraci¨®n arabista. Las armon¨ªas, los breves y coloreados dise?os, emanan quiz¨¢ del juego de las aguas, las luces y las sombras, y el conjunto, m¨¢s cerca de Soto de Rojas que de Lorca, invita a la serenidad y a la contemplaci¨®n.
Se cerr¨® en punta el concierto y el festival con la Espa?a de Ravel en su Rapsodia, esa rara enso?aci¨®n tan perfecta que supera desde la calidad toda tentaci¨®n pintoresquista y rinde, en su ¨²ltimo n¨²mero, directo homenaje a otro hispanista franc¨¦s: Chabrier. Como propina, y para que el festival se clausurase con m¨²sica de Falla, la celeb¨¦rrima Danza del fuego, hoy sabida y consabida, pero en su momento en verdad sorprendente.
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