Una guiri en el albero de La Maestranza
La novillera Eva Florencia cumple sus sue?os taurinos al convertirse en la primera extranjera que torea en Sevilla
La incredulidad, la euforia, el miedo y la responsabilidad defin¨ªan ayer el estado de ¨¢nimo de Eva Bianchini, Eva Florencia en los carteles, una joven italiana de 23 a?os reci¨¦n cumplidos que anoche vio hechos realidad gran parte de sus sue?os con su debut como novillera en la plaza de toros de La Maestranza, en Sevilla. La cita de ayer fue el punto y seguido en la novelesca historia de Eva, cuyos deseos de convertirse en una figura del toreo nacieron, sin que ella misma acierte a explicar porqu¨¦, hace ya ocho a?os.
Eva Florencia se enamor¨® de Espa?a cuando a¨²n se apellidaba Bianchini, ten¨ªa 14 a?os y viv¨ªa en Italia con sus padres. De las gu¨ªas de viaje con las que descubri¨® la pen¨ªnsula pas¨® a las revistas. En una de ellas vio una fotograf¨ªa de un pase de pecho y centr¨® su inter¨¦s por el pa¨ªs en la fiesta de los toros. En otra, vio un reportaje en blanco y negro sobre La Maestranza y se enamor¨® locamente de ella.
Los libros de Hemingway fueron el siguiente paso. De ah¨ª a engancharse a las cr¨®nicas de Vicente Zabala y Joaqu¨ªn Vidal en Abc y El Pa¨ªs s¨®lo mediaba el tiempo.
El 28 de julio de 1995, con 17 a?os y una visi¨®n de los toros demasiado rom¨¢ntica basada en libros y videos sobre la tauromaquia de los a?os cincuenta y sesenta, Eva Florencia empez¨® a escribir su propia leyenda, su 'gran aventura'.
El primer episodio dur¨® poco. A los 15 d¨ªas de llegar a Sevilla en tren y autostop y con unos pocos ahorros, su padre, que la hab¨ªa denunciado a la Interpol, se present¨® en la ciudad y la llev¨® de vuelta a Florencia, junto a su madre.
Sus ganas y sus sue?os pudieron con los buenos prop¨®sitos de sus padres. El 5 de julio de 1996 cumpli¨® 18 a?os. A las seis de la ma?ana cogi¨® un tren camino, otra vez, de Sevilla. S¨®lo los toros y los taurinos podr¨ªan ya impedirle cumplir su voluntad.
Entrenaba y entrenaba en la escuela taurina del parque del Alamillo, pero hasta marzo de 1997 no consigui¨® ir a un tentadero. All¨ª, despu¨¦s de que una vaquilla le diese diez revolcones, conoci¨® al matador de toros Jos¨¦ Luis Parada y al banderillero Antonio V¨¢zquez. ?ste se la llev¨® a vivir a Higuera de la Sierra, en Huelva, donde desde entonces entrena en el campo y torea tantas novilladas sin picadores como puede. Eso s¨ª, siempre sin poner un duro, 'no como hacen los novilleros ricos', porque ella no tiene un duro que poner.
Tras estos cinco a?os, cuando est¨¢ a punto de pisar el albero de la Maestranza, cuando los nervios y el ansia le obligan a suspirar para recuperar el control de su alborotado coraz¨®n, Eva reconoce que ha cambiado su imagen de la fiesta. Ahora sabe que el p¨²blico no respeta a los toreros como ella cree que deber¨ªa, que cuando las cosas no salen bien llegan los insultos, que ser mujer es un obst¨¢culo para triunfar.
Pero su ilusi¨®n se mantiene intacta. 'Cuando sientes el calor del p¨²blico, que reacciona a lo que haces; cuando das veinte buenos pases seguidos; no te cambias por nadie. Torear me llena. Me siento realizada y feliz. Disfruto much¨ªsimo con esto', afirma la joven novillera.
Ayer, el d¨ªa m¨¢s importante de su vida, Eva cumpli¨® con el rito de torear en Sevilla. Pasadas las ocho de la tarde, en el Col¨®n, se visti¨® el traje verde y oro que le regal¨® hace dos a?os su apoderado, Gregorio Conejo. Camino de la plaza, par¨® en la capilla del Baratillo para apuntarse a la hermandad de los toreros y rezar a la Piedad. A las diez de la noche, por fin, hizo el pase¨ªllo en Sevilla. 'Si me quitaran los toros, ser¨ªa la mitad de lo que soy'.
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