El nacionalismo escamoteado
Uno de los rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos de los nacionalismos de Estado es su dificultad para autorreconocerse como tales, su resistencia a admitir que lo son. Si les pregunt¨¢semos, la inmensa mayor¨ªa de los pol¨ªticos e intelectuales franceses de hoy, incluidos Charles Pasqua, Jean-Pierre Ch¨¦ven¨¦ment y Philippe de Villiers, rechazar¨ªan el calificativo y dir¨ªan que nacionalista es Jean-Marie Le Pen, no ellos. Ellos, en todo caso, son patriotas.
En el escenario espa?ol, el devenir hist¨®rico del ¨²ltimo cuarto de siglo ha facilitado en buena medida la operaci¨®n de camuflaje o de escamoteo. La feliz superaci¨®n de la dictadura permiti¨® cargar sobre sus decr¨¦pitas espaldas todo el peso de un espa?olismo que, en realidad, anteced¨ªa y desbordaba con mucho los confines del franquismo, y considerar a aqu¨¦l tan extinguido como a ¨¦ste. ?Nacionalistas espa?oles? Eso lo eran Franco, Mill¨¢n Astray o fray Justo P¨¦rez de Urbel. Desde 1978, en Espa?a no hay m¨¢s nacionalistas que los perif¨¦ricos: vascos, gallegos, catalanes, etc¨¦tera.
La superaci¨®n de la dictadura permiti¨® cargar sobre sus espaldas el peso de un espa?olismo que anteced¨ªa y desbordaba los confines del franquismo, y considerar a aqu¨¦l tan extinguido como ¨¦ste
Eso, 'ese nacionalismo espa?ol que tiene la virtud de presentarse como si no fuese nacionalista, como si sus pretensiones y anteojeras fueran lo natural y lo normal, lo incuestionable' (la cita es de Juan Sisinio P¨¦rez Garz¨®n en el libro, dirigido por ¨¦l, La gesti¨®n de la memoria. La historia de Espa?a al servicio del poder, Barcelona, Cr¨ªtica, 2000), es lo que ven¨ªa a expresar en EL PA?S del 2 de julio Emilio Lamo de Espinosa con su contundente columna titulada Banderita, t¨² eres roja. All¨ª, el catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa nos describ¨ªa un sentimiento nacional espa?ol deslavazado e inerme, carente de s¨ªmbolos o de hechos diferenciales, rendido ante la ferocidad rampante de esos nacionalismos perif¨¦ricos etnicistas, excluyentes, expansionistas y coaccionadores de la libertad ling¨¹¨ªstica, para concluir que el nacionalismo espa?ol es 'un supuesto nacionalismo', que es una invenci¨®n, que no existe.
El pasado d¨ªa 10, en un texto de r¨¦plica publicado en la r¨²brica Cartas al director, Emilio Lamo proclamaba solemnemente que 'no se siente nacionalista en absoluto' y, puesto que los sentimientos pertenecen al sagrado dominio de lo subjetivo, no ser¨¦ yo quien le discuta el aserto. Pero que el profesor Lamo no sea o no se considere nacionalista, ?permite inferir que el nacionalismo espa?ol no existe? ?No estaremos exagerando -lo digo con el mayor de los respetos- la representatividad del ilustre soci¨®logo?
Porque, veamos, ?es nacional-espa?olista el diario La Raz¨®n, que en sus 'Principios fundacionales' de noviembre de 1998 elevaba a la condici¨®n de t¨®tems 'el idioma espa?ol, que es el gran tesoro cultural de nuestra naci¨®n', y 'la unidad de Espa?a', amenazada por 'algunos nacionalismos decimon¨®nicos y voraces', y luego ha hecho tanto honor a tales divisas? ?Lo es la torrencial producci¨®n period¨ªstica y ensay¨ªstica de don Federico Jim¨¦nez Losantos? ?Lo son afirmaciones como la que el jaleado ling¨¹ista Juan Ram¨®n Lodares hizo a la revista electr¨®nica Babab (n¨²mero 1, marzo de 2000), donde dec¨ªa: 'Los nacionalistas quieren confundir con lo de que la lengua de Catalu?a es el catal¨¢n, pero no, es el espa?ol' (sic)?
Cuando Lamo de Espinosa sostiene que, hoy en d¨ªa, la imposici¨®n ling¨¹¨ªstica 'se ejercita con fruici¨®n del Ebro hacia el norte, pero encuentra pocos defensores m¨¢s al sur', debo creer que escribe de buena fe. Pero entonces, ?d¨®nde deja las casi 200 disposiciones legales en vigor que, desde la Constituci¨®n para abajo, establecen la primac¨ªa del castellano y su obligatoriedad incluso en los prospectos farmac¨¦uticos?
En cuanto a la supuesta indefensi¨®n simb¨®lica, a la orfandad de hechos diferenciales que Emilio Lamo atribuye a la identidad espa?ola, cabe recordarle que -transcribo- 'Espa?a es, en este momento, el ¨²nico pa¨ªs europeo en el que existe una asignatura com¨²n y obligatoria, para todos los estudiantes de cualquier modalidad de bachillerato, de historia nacional (historia de Espa?a) frente a una perspectiva m¨¢s amplia en los dem¨¢s pa¨ªses (historia universal o historia de Europa)' (Ram¨®n L¨®pez Facal, en el volumen citado m¨¢s arriba). Por si ello no bastase, est¨¢n los libros que el inefable don Ricardo de la Cierva produce y vende como churros, el ¨²ltimo de los cuales lleva un t¨ªtulo que no me resisto a transcribir: Historia de Espa?a. 800.000 a.C.-2001 d.C. Gu¨ªa imprescindible para j¨®venes (Madrid, Editorial F¨¦nix, 2001). Claro; si Espa?a ya exist¨ªa hace casi un mill¨®n de a?os, ?qui¨¦n necesita ser nacionalista? Con todo, Televisi¨®n Espa?ola prepara como serie estelar de su pr¨®xima temporada una Biograf¨ªa de Espa?a; por si acaso...
El profesor Lamo de Espinosa escogi¨® como t¨ªtulo para su art¨ªculo del pasado d¨ªa 2 el primer verso de una conocida tonadilla patri¨®tico-zarzuelera, Banderita, t¨² eres roja; m¨¢s adelante, en el texto, denunciaba y se dol¨ªa de que la bandera espa?ola 'no puede exhibirse pasado Pancorbo', esto es, en el Pa¨ªs Vasco. Pues pasado Pancorbo quiz¨¢ no, y es muy de lamentar, pero en la Villa y Corte la exhiben a placer, hasta con ostentaci¨®n. Hace alg¨²n tiempo, por ejemplo, que han plantado en el mismo centro de la madrile?a plaza de Col¨®n un gigantesco m¨¢stil en cuya cima ondea una bandera rojigualda de al menos 20 metros cuadrados. Y bien, ?se imaginan los comentarios si Pujol o Clos hiciesen instalar una senyera de tama?o semejante en medio de la plaza de Catalunya? He aqu¨ª la diferencia entre un nacionalismo sin complejos, lo bastante fuerte como para negar que lo es, y un nacionalismo acomplejado, demasiado d¨¦bil para librarse del sambenito.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la UAB.
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