Dios nos ampare
Vuelve, en muchos aspectos, la posguerra. Varios vecinos de una calle de Chamber¨ª sufren apagones de luz desde hace un mes. En la posguerra, estos apagones ten¨ªan gracia, porque no hab¨ªa tele ni neveras el¨¦ctricas, no hab¨ªa nada (hasta la radio era de galena), de modo que la oscuridad reinante permit¨ªa la creaci¨®n de una televisi¨®n interna. Los ni?os de aquellos a?os deben m¨¢s a la oscuridad que a la luz, pues cuando el pasillo se llenaba de fantasmas, la cabeza se llenaba de ideas, y la casa, con todas las velas encendidas, ol¨ªa a catacumba. Todo eran ventajas narrativas. Alrededor de la llama siempre hab¨ªa alguien que se animaba a contar historias de aparecidos. Cuando se iba la luz, en fin, ven¨ªa el bisabuelo muerto. Una cosa por otra. Pero ahora, en lugar de aparecerse el bisabuelo, se descongela la merluza, lo que, adem¨¢s de ser menos creativo, es peligroso para la salud.
Vuelve la posguerra. Vuelve el macho aficionado a chistes de mariquitas y toda esa basura que a veces se promociona desde la televisi¨®n p¨²blica. Y no s¨®lo desde la televisi¨®n p¨²blica, sino desde la universidad estatal.
Un profesor de Ciencias de la Informaci¨®n de la Complutense obliga a sus alumnos a leer (y a comprar, por tanto) un libro suyo, que cuesta 4.000 pesetas, completamente lleno de perlas franquistas y del rigor intelectual consecuente. El profesor, Juan Ignacio Hernaiz Bl¨¢zquez, equipara la homosexualidad a la zoofilia (qu¨¦ animal) y explica a sus alumnos que 'en la sociedad de consumo gran parte de la juventud ha sido pervertida por la droga, el alcohol, el tabaco, la homosexualidad, el lesbianismo y el confort'.
Ignoramos qu¨¦ relaci¨®n hay entre estos asuntos, pero, cuando ¨¦ramos peque?os, los curas tambi¨¦n achacaban al confort todos los males de este mundo. Los curas nos prohib¨ªan cosas que a nosotros, sin su ayuda, jam¨¢s se nos habr¨ªan ocurrido, y es que el represor quiere prohibir en los otros lo que no puede controlar en s¨ª mismo. F¨ªjense en esa foto del Videla comulgante, y lean luego con qu¨¦ se excitaba sexualmente este secuestrador de ni?os.
El texto en cuesti¨®n est¨¢ prologado por el decano de la Facultad, lo que le pone a uno los pelos de punta, pues una cosa es esperar poco de la universidad p¨²blica, y otra, que te den esta tanda de aceite de ricino. Casi se alegra uno de que el ¨ªndice de lectura sea bajo (Espa?a es el pa¨ªs de Europa en el que menos se lee). Los que no leen no se tropezar¨¢n jam¨¢s con esta joya intelectual avalada por un decano del siglo XXI. Se dice pronto.
Pero una posguerra no lo ser¨ªa del todo sin la aparici¨®n de Carmen Franco, viuda de aquella eminencia m¨¦dica llamada marqu¨¦s de Villaverde y hu¨¦rfana del general ?simo. Pues eso, que coincidiendo con los apagones de luz (que amenazan con generalizarse) y la lecci¨®n de homofobia de herr Hernaiz, nos hemos enterado de que Carmen Franco ha solicitado una pensi¨®n del Estado en calidad de hu¨¦rfana del dictador. Se estima que el dictador (a cuyo entierro acudi¨® Pinochet disfrazado de vampiro) dej¨® una fortuna de 20.000 millones de pesetas de la ¨¦poca. 20.000 millones: una cantidad modesta que cualquier militar puede llegar a reunir si no se deja atrapar por el confort y ahorra. Todo el mundo sabe que no es necesario corromperse en absoluto para, habiendo salido de la nada, y con un sueldo de funcionario, juntar veinte veces 1.000 millones.
Pues eso es lo que pasa, que como el general Franco, que odiaba el confort, no quiso corromperse, s¨®lo dej¨® a sus herederos 20.000 millones de pesetas, repetimos. La pobre hu¨¦rfana se encuentra con el agua al cuello, como es l¨®gico, y ha pedido una pensi¨®n de orfandad que al parecer le ha sido denegada. Si hay algo peor que el confort, es el revanchismo. ?Acaso pretenden empujar a esta pobre hu¨¦rfana a la delincuencia que milagrosamente evit¨® su padre?
Vuelve, en muchos aspectos, la posguerra. Ah¨ª est¨¢n los cortes de luz, y los cortes de inteligencia, y las enfermedades del pecho, y el aceite adulterado, y Carmen Franco, y los chistes de mariquitas.
Menos mal que tuvimos una transici¨®n mod¨¦lica, tres transiciones mod¨¦licas, seg¨²n Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, pero el proceso no se completar¨¢ hasta que la hija de Franco reciba una pensi¨®n del Estado como Dios manda. Despu¨¦s de todo, si el general y su se?ora hubiesen carecido de escr¨²pulos, podr¨ªan haberse enriquecido ilegalmente y esta pobre mujer no necesitar¨ªa ahora mendigar.
Dios nos ampare.
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