La tarea de Sime¨®n
El anuncio de Sime¨®n Sajonia-Coburgo, de 64 a?os, de que asumir¨¢ la jefatura del Gobierno b¨²lgaro tras su aplastante victoria electoral del mes pasado abre un experimento sin precedentes. El presidente, Petar Stoyanov, le encarg¨® ayer formar Gobierno y caben pocas dudas de que conseguir¨¢ el suficiente respaldo parlamentario. El primer ex monarca que regresa al poder en la Europa poscomunista lo hace por la v¨ªa electoral, en un sistema republicano, y entre las desmesuradas expectativas de sus conciudadanos, que sin conocerle apenas le han revestido de casi todos los carismas. Sajonia-Coburgo prosigui¨® ayer las negociaciones para formar un Gobierno de coalici¨®n para lograr ese esca?o que le separa de la mayor¨ªa absoluta. Aspira a gobernar con una base amplia en un pa¨ªs necesitado de urgentes reformas.
La decisi¨®n de Sajonia-Coburgo parece forzada por las circunstancias. En el magma que con su nombre gan¨® las elecciones no hay nadie con peso espec¨ªfico para dirigir el Gobierno. Y el ex rey, que no es inmune a los emolumentos y el aparato de servicios que va asociado con el cargo m¨¢s importante del pa¨ªs, no puede concurrir a las elecciones presidenciales de oto?o por no llevar cinco a?os residiendo en Bulgaria. As¨ª que, aunque nunca ha abdicado, jurar¨¢ este mes la Constituci¨®n poscomunista de la Rep¨²blica de Bulgaria.
Pese a su popularidad, es enorme la tarea que espera a quien de momento recurre m¨¢s al lenguaje vago y ecum¨¦nico asociado con una mentalidad real que al bistur¨ª de un jefe pol¨ªtico en ejercicio. Sajonia-Coburgo y su equipo, cuyo n¨²cleo duro lo componen j¨®venes economistas formados en Occidente, no tienen muchos m¨¢s mimbres que su predecesor, Ivan Kostov, para combatir la pobreza, la corrupci¨®n y la delincuencia. Aparte de intensificar los esfuerzos integradores en la Uni¨®n Europea y la OTAN, lo prometido a ocho millones de b¨²lgaros, de los que un 20% est¨¢ en paro, es mayor control fiscal y acelerar la liberalizaci¨®n de la econom¨ªa.
Sime¨®n Sajonia-Coburgo carece de experiencia, ha permanecido muchos a?os lejos de Bulgaria y su movimiento se parece poco a un partido. Sus mayores posibilidades de defraudar derivan sobre todo de que encarna para la mayor¨ªa una id¨ªlica versi¨®n de personaje incontaminado por el comunismo y sus secuelas, alguien que por el solo poder de su educaci¨®n y su mundana trayectoria puede sacar a Bulgaria de una de las posiciones menos envidiables de Europa. Y una cosa es ofrecer a un pa¨ªs postrado la promesa electoral de un ma?ana mejor y otra conseguir en 800 d¨ªas que los ciudadanos aprecien una mejora sustantiva en su nivel de vida.
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