Una puerta que se abre
Este mes se cumplen ocho a?os desde que apareciera en EL PA?S un art¨ªculo firmado por Ram¨®n Vargas-Machuca, Miguel Angel Quintanilla y yo mismo, titulado Diez propuestas para la reforma del PSOE. En ¨¦l se planteaba la necesidad de primarias, estructuras flexibles, participaci¨®n de los simpatizantes e innovaci¨®n pol¨ªtica: rasgos que coinciden con acuerdos que, previsiblemente, va a adoptar el PSOE en su pr¨®xima conferencia pol¨ªtica.
No es cuesti¨®n de vanagloria, ni mucho menos del 'ya lo dec¨ªamos nosotros'. Entre otras cosas, porque ahora s¨ª estamos en un mundo nuevo, y lo que entonces se pod¨ªa apenas vislumbrar, en estado muy embrionario, presenta hoy una evidencia mucho mayor y, consecuentemente, est¨¢ muy presente en la orientaci¨®n tomada por la nueva direcci¨®n del PSOE.
Pero esa orientaci¨®n apenas acaba de echar a andar, y m¨¢s que para congratulaciones, tal circunstancia deber¨ªa servir para plantear retos. Retos que conviene puntualizar, aunque s¨®lo sea para animar la convicci¨®n de que esa orientaci¨®n es, sin duda, necesaria para un 'reformismo con reformas' y una alternancia con alternativas.
En la ponencia que ser¨¢ objeto de debate en esa conferencia una de las palabras que m¨¢s se repite es 'democracia'. Aunque s¨®lo sea por eso, el documento es atrevido: pues vivimos en un mundo en el que la democracia se vuelve hacia s¨ª misma y se encuentra desmejorada, alica¨ªda, y muy poco interesante. El pobre seguimiento ciudadano del debate sobre el estado de la naci¨®n, o la hist¨®rica baja participaci¨®n registrada en las elecciones en el Reino Unido, son pruebas elocuentes de lo dicho.
Sin embargo, el PSOE hace bien en situar en el coraz¨®n de sus reflexiones la democracia. Para ser alternativa, necesita reconstruir una concepci¨®n y una pr¨¢ctica de la democracia y de la ciudadan¨ªa que ni sea heredera de las concepciones socialdem¨®cratas del pasado, ni tributaria de las concepciones neoliberales. Esta afirmaci¨®n es fuerte y necesita, sin duda, una explicaci¨®n.
La socialdemocracia, desde la d¨¦cada de los cincuenta hasta la de los ochenta, vivi¨® un periodo de esplendor en un mundo pacificado a la fuerza, en el que el Estado pudo convertirse en benefactor al interior de los pa¨ªses. Porque no era necesaria otra cosa, la socialdemocracia permiti¨® la despolitizaci¨®n del personal, releg¨® la pol¨ªtica y se dedic¨® a las pol¨ªticas, pues la pol¨ªtica, en esencia el Estado de bienestar, se hab¨ªa convertido en consenso indiscutido para todos. ?sta fue la herencia recibida por las fuerzas progresistas en Espa?a a finales de los a?os setenta, y de modo natural apostaron por una democracia no muy densa, en la que los partidos pol¨ªticos recib¨ªan una carga extra de responsabilidad, y en la que los ciudadanos no deb¨ªan sino confiar en el Estado y votar cada cuatro a?os.
A este pl¨¢cido sistema democr¨¢tico le propin¨® un golpe espectacular el ¨ªmpetu neoliberal. Como escribe Ram¨®n Vargas-Machuca (cuyas ideas siguen alimentando la mejor reflexi¨®n sobre estos temas), 'lo que explica el empuje neoconservador es que ha respondido con un proyecto que, adem¨¢s de conectar directamente con fuerzas globalizadoras, vincula pol¨ªtica y pol¨ªticas gracias a una concepci¨®n mercantilizada de la pol¨ªtica y la democracia, y una salida antiwelfarista de las pol¨ªticas p¨²blicas'. Precisemos, pues, la concepci¨®n y la pr¨¢ctica de la democracia hoy dominante, heredera del excesivo delegacionismo socialdem¨®crata y del mercantilismo neoliberal:
a) En los pa¨ªses desarrollados el ¨¢mbito de la comunidad pol¨ªtica se est¨¢ volviendo cada vez m¨¢s restringido. Por un lado, por el traspaso de lo que deber¨ªa ser pol¨ªtica a ¨¢mbitos 't¨¦cnicos' (el religioso respeto a la autonom¨ªa de los bancos centrales, por ejemplo) o a ¨¢mbitos jur¨ªdicos (la judicializaci¨®n de las responsabilidades pol¨ªticas, por ejemplo). Adem¨¢s, la agenda p¨²blica no es marcada ya tanto por la pol¨ªtica como por los medios de comunicaci¨®n. A¨²n peor: es el propio ¨¢mbito pol¨ªtico el que se repliega al profesionalismo y autolimita la pol¨ªtica. ?C¨®mo se entiende si no que en un r¨¦gimen democr¨¢tico como el espa?ol, en el que los partidos deciden casi todo, haya prosperado la idea de que 'a los ciudadanos no les interesa lo que ocurre dentro de los partidos, sino que ¨¦stos funcionen'? En conclusi¨®n, los l¨ªmites de la democracia est¨¢n en permanente contracci¨®n.
b) Esta concepci¨®n menguante de la democracia sirve tambi¨¦n para dar por natural la existencia de 'poderes salvajes' a salvo de la pol¨ªtica y al margen del estado de derecho. En 1946, Keynes propuso un sistema econ¨®mico mundial presidido por una autoridad pol¨ªtica. La idea fue rechazada y en su lugar se pusieron en marcha organismos no representativos como el Fondo Monetario Internacional. Hoy, en plena era de la globalizaci¨®n, la idea de Keynes no s¨®lo ser¨ªa rechazada, sino que ¨¦l mismo ser¨ªa tildado de visionario y de sospechoso intervencionista. Sin embargo, ?tan descabellado es proponer la necesidad de instancias democr¨¢ticas globales frente a las poderosas fuerzas del mercado global? ?Qu¨¦ mecanismos existen para moderar las reacciones excesivas de los mercados financieros, para detener el deterioro ecol¨®gico o para protegernos frente a la amenaza de las grandes econom¨ªas de escala desatadas en los servicios y productos de la informaci¨®n y, en consecuencia, frente a las grandes concentraciones de poder econ¨®mico que nos colonizan, poco a poco, la vida diaria?.
c) Por ¨²ltimo, la concepci¨®n minimalista de la democracia se ha consolidado cuando parad¨®jicamente la democracia, en tanto que valor universal, se ha extendido a todo el planeta. Pero sin pr¨¢cticas nuevas que la enriquezcan, mal podr¨¢ la democracia satisfacer las expectativas que ha generado: en nuestros d¨ªas la pobreza econ¨®mica vendr¨¢ de la mano de la pobreza democr¨¢tica, como se evidencia en las malparadas sociedades americanas, africanas, centroeuropeas y, en algunos casos, del Extremo Oriente. Y es que la democracia no deber¨ªa consistir solamente en poder elegir, sino en separar poderes y en controlar a los elegidos. Sin controles democr¨¢ticos hay corrupci¨®n, con corrupci¨®n hay inestabilidad, con inestabilidad hay ausencia de fondos financieros, y sin ellos, miseria para la mayor¨ªa. Pero no es necesario ir tan lejos: la existencia de inmigrantes sin papeles, de personas excluidas de la democracia, est¨¢ permitiendo grados de superexplotaci¨®n en Espa?a como no exist¨ªan desde hace mucho tiempo.
Una democracia inexistente (en lo global), defectuosa (en muchos lugares del planeta) y que, o la van restringiendo, o se va restringiendo a s¨ª misma (en los pa¨ªses desarrollados), trae consigo muchos problemas. A escala global, el avance a ciegas, la incertidumbre como ¨²nica certeza del futuro; a escala nacional, la debilidad de los pol¨ªticos para hacer frente a los 'poderes salvajes' y, en consecuencia, la alarmante p¨¦rdida del atributo m¨¢s esencial que precisa la pol¨ªtica: su autonom¨ªa frente a esos poderes f¨¢cticos; por fin, a escala ciudadana, florece la conclusi¨®n de que, con estos mimbres, pocas aventuras colectivas pueden surgir y, con ello, ha emergido lo que yo llamar¨ªa 'anomia colectiva', que conduce a los proyectos individualizados de vida como ¨²nica propuesta l¨®gica.
No se necesitan muchos m¨¢s argumentos para, en primer lugar, hacer ver que el PSOE como fuerza alternativa que aspira a gobernar el bien com¨²n, no anda descaminado al colocar la democracia en lugar importante; para aseverar tambi¨¦n que no es cierto que la Conferencia Pol¨ªtica del PSOE vaya a tener dos puntos en su agenda: la pol¨ªtica (que puede interesar a los ciudadanos) y los cambios internos (que s¨®lo interesan a los conversos). Ambos puntos se refieren a la misma cuesti¨®n: c¨®mo reconstruir una propuesta p¨²blica de democracia y ciudadan¨ªa que supere la desmovilizaci¨®n de las concepciones socialdem¨®cratas del pasado y el minimalismo interesado del neoliberalismo a¨²n presente.
Tal es la puerta que parece que se abre. Pudiera ocurrir, sin embargo, que, como aseguran algunos, se trate de una puerta falsa, filos¨®fica y abstracta. No hay tal. Sin cruzarla, los debates sobre prioridades y propuestas de pol¨ªticas concretas se realizar¨¢n sobre fundaciones de arena, la innovaci¨®n ser¨¢ mera apariencia o mercadotecnia. Los debates sobre pol¨ªticas cruciales como el pleno empleo, la renta b¨¢sica de ciudadan¨ªa, los impuestos o la familia s¨®lo podr¨¢n tener solidez si se asientan, previamente, en un concepto claro de ciudadan¨ªa activa; nuevas pol¨ªticas europeas, internacionales, de defensa de la competencia, de medio ambiente o de integraci¨®n masiva de los inmigrantes no pueden abordarse sin hablar, primeramente, de democracia. Y, por encima de todo, no habr¨¢ pol¨ªticas que valgan si, previamente, no se ensancha y afianza la autonom¨ªa de la pol¨ªtica. Sin volver a poner la pol¨ªtica en su sitio, las pol¨ªticas no podr¨¢n ir m¨¢s all¨¢ de lo que ya fue la socialdemocracia, o de lo que ya ha destrozado el neoliberalismo.
Manuel Escudero es profesor de Macroeconom¨ªa del Instituto Empresa.
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