El se?or marqu¨¦s est¨¢ de huelga
Vivimos momentos inquietantes: una huelga de taurinos se avecina, capitalistas y marqueses incluidos, ?calla coraz¨®n!
En Valencia daba la sensaci¨®n de que el p¨²blico ya se hab¨ªa declarado en huelga, y la plaza de toros, donde se celebraba la segunda corrida de la hist¨®rica Fira de Juliol aparec¨ªa medio vac¨ªa, con un desolado aspecto.
Los presuntos huelguistas o aquellos a quienes ni siquiera se les hab¨ªa pasado por la imaginaci¨®n acudir a la novillada de feria, probablemente no habr¨¢n lamentado perderse el acontecimiento, que careci¨® de cualquier se?uelo o atractivo que pudiera parecerse precisamente a un acontecimiento.
Los novillos embistieron de dulce, los novilleros se mostraron pundonorosos, hubo dos que cortaron orejas sin que hubiera una mediana petici¨®n, otro se mostr¨® verde, dur¨® todo m¨¢s que un d¨ªa sin pan, prim¨® el aburrimiento y lo mejor fue que ven¨ªan brisas mediterr¨¢neas, pasaban acariciando los tendidos y los dejaban llenos de frescor.
Lo de la huelga, sin embargo, tra¨ªa a mal traer. La huelga taurina dicen que tiene a la gente en un sinvivir. Hoy se sabr¨¢ si se convoca con todas sus consecuencias o queda sin efecto. Si ocurre lo primero, esa puede ser una de las se?ales anunciadoras del fin del mundo. Una huelga taurina no hab¨ªa ocurrido jam¨¢s en los casi tres siglos de existencia de la fiesta. Amenazas de huelga, en cambio, s¨ª. Por ejemplo la de la Confederaci¨®n de Asociaciones Profesionales Taurinas (CAPT), que mont¨® el pollo porque la autoridad iba a analizar las astas de los toros y lleg¨® a un acuerdo con las comunidades aut¨®nomas para que se abstuvieran de momento, con lo cual la temporada aquella fue como el patio de Monipodio.
La huelga de ahora, si se hace, pasar¨¢ a la historia por su originalidad. Viene de que la Administraci¨®n ha prohibido la venta de carne de toro de lidia por mor del descabello y de la puntilla y ambas herramientas, que son de matarife, vienen diciendo los taurinos que forman parte de la liturgia de la lidia.
De cualquier forma seguramente los taurinos tienen raz¨®n: no se puede dictar de la noche a la ma?ana una norma perjudicial para un sector. Se impone por tanto una negociaci¨®n seria y una reflexi¨®n por parte del Ejecutivo. Claro que pasar de ah¨ª a la huelga es un desmadre. Y as¨ª ocurre que, si se celebra, ser¨¢ puro surrealismo. Pues no se trata de que van a la huelga los compa?eros del metal, sino ganaderos, empresarios, toreros; en fin, gente de posibles.
Se revisa el censo de ganaderos de lidia y all¨ª hay marqueses, condes, duques, terratenientes a punta de pala, accionistas de bancos, hoteleros, constructores, lo que haga falta. Entre los empresarios, los de Madrid, que mueven una millonada, llevan otras plazas y simult¨¢neamente son apoderados y ganaderos. Entre los toreros, El Juli, que se fotografi¨® con los huelguistas, y dicen que cobra 30 millones por actuaci¨®n. Y todos ellos la montan en plan solidario con la econom¨ªa de los modestos, en efecto; pero de soltar un duro, nada.
De manera que en v¨ªsperas de huelga y con el coraz¨®n en un pu?o se contempl¨® la actuaci¨®n de Procuna, a quien de poco arrolla su primer novillo al recibirlo a porta gayola, m¨¢s centrado en ese que en su segundo; la de Iv¨¢n Garc¨ªa, capotero de gusto, bueno en los derechazos, y ambos banderilleros eficaces. Y la de Miguel Fuentes, al que se advirtieron maneras aunque con tan poca t¨¦cnica que lo desbordaban los novillos. En fin, ya les vendr¨¢n tiempos mejores. Si la huelga no acaba por cargarse la fiesta. Porque, a lo mejor, empezada la huelga, se descubre que a la mayor¨ªa de los ciudadanos, huelga y fiesta les traen sin cuidado.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.