Los mochileros de G¨¦nova se preparan para la batalla
Miles de j¨®venes antiglobalizaci¨®n se instalan en los parques y estadios de la ciudad italiana en medio del caos
'Benvenutto a G¨¦nova, paranoid-city', acert¨® a decir ayer un activista italiano cuando el servicio de seguridad desaloj¨® el Centro de Convergencia donde se dan cita los grupos antiglobalizacion por una alarma de bomba, falsa de nuevo.
?ste es el ambiente de crispaci¨®n en el que vive una ciudad en la que la polic¨ªa lleva varios d¨ªas buscando terroristas entre los manifestantes, y los manifestantes buscando polic¨ªa secreta por las calles. 'Normalmente, un tipo con gafas de sol, aspecto pretendidamente joven y una mochila', es la definici¨®n m¨¢s aceptada para localizar a los agentes encubiertos. Anoche, tras 14 horas de autob¨²s desde Barcelona, el grupo de espa?oles fue alojado en tiendas de campa?a en un parque. 'Ese extra?o olor es porque estamos justo encima de la zona para perros', explic¨® amablemente el gu¨ªa. Adem¨¢s de la peste, no se conoce ninguna ducha a menos de un kil¨®metro. Por la ma?ana, entre una fuente y una manguera hubo agua para lo m¨ªnimo.
Se discute qu¨¦ se viene a hacer, la opci¨®n pol¨ªtica de cada uno y qu¨¦ uso hacer de la violencia
Comienza a notarse el tan esperado ambiente internacional y festivo prometido. Bajo la carpa del centro de reuni¨®n, puestos de comida, agua y cervezas para los cientos de alemanes, espa?oles, polacos o belgas que ya han llegado a G¨¦nova y que se dan cita a escasos 50 metros del centro operativo de la polic¨ªa. 'Eso s¨ª, nada de precio de activista, el Centro de Convergencia es tan caro como el resto de la ciudad', advierten.
Entre una protestada asamblea a las 9 de la ma?ana y el anochecer da tiempo para discutir: si se cambian las tiendas de sitio; qu¨¦ se viene a hacer a G¨¦nova; con qu¨¦ opci¨®n pol¨ªtica se identifica cada uno; a qu¨¦ manifestaciones asistir; y, por supuesto, qu¨¦ uso se har¨¢ de la violencia ma?ana durante el asedio a la cumbre del G-8, la reuni¨®n de los pa¨ªses m¨¢s industrializados del mundo m¨¢s Rusia. Todo ello en interminables asambleas. Pero adem¨¢s, para un grupo de apenas cien personas ya hay montadas una comisi¨®n de asesor¨ªa legal, otra de materiales (log¨ªstica), otra para la recepci¨®n de los autobuses que van llegando poco a poco y otra de finanzas.
A mediod¨ªa llegaban malas noticias. 'A los de Madrid' les hab¨ªa parado en la frontera espa?ola la polic¨ªa y les hab¨ªa requisado las m¨¢scaras antig¨¢s, seg¨²n dijeron por tel¨¦fono m¨®vil. Llevaban unas setenta 'que nos hac¨ªan mucha falta', comenta Armand, un activista que estuvo en primera l¨ªnea durante la protesta en Praga contra la reuni¨®n del Banco Mundial. Parece que sea cual sea la manifestaci¨®n que uno elija 'va a haber gases para todos'. Alguien dice que puede conseguir m¨¢scaras aqu¨ª, en la ciudad, por 1.200 pesetas.
La diversidad de grupos y 'propuestas de acci¨®n' que hay en G¨¦nova ha hecho que la ciudad se divida hasta para dormir. El Estadio Carlini, para los que practican la desobediencia civil hasta las ¨²ltimas consecuencias. El Estadio Ciorba, para los grupos gandhianos y pacifistas. El parque, para el que caiga por all¨ª. Todos ellos con la polic¨ªa en la puerta pidiendo documentaci¨®n. Conscientes de la repercusi¨®n medi¨¢tica del evento, los m¨¢s que posibles enfrentamientos con la polic¨ªa centran toda la actividad de los debates y definen a cada uno pol¨ªticamente aqu¨ª en G¨¦nova.
'Ya casi se habla m¨¢s de violencia que de pol¨ªtica', se queja Judith, de 21 a?os, que viene de Tarragona. 'Para m¨ª, el n¨²mero de gente que venga es m¨¢s importante que entrar en la llamada Zona Roja [el cerco de seguridad en torno al centro hist¨®rico] o no. Personalmente, creo que provocar la reacci¨®n de la polic¨ªa es justificar precisamente lo que se denuncia, que es el cierre de un espacio p¨²blico por motivos de seguridad. Es justificar el dispositivo contra nosotros'.
La manifestacion de hoy a favor de los inmigrantes dar¨¢ la clave de c¨®mo se van a comportar unos y otros el viernes. La mayor¨ªa de la gente tratar¨¢ de encontrar para entonces una opci¨®n intermedia entre el enfrentamiento con la polic¨ªa para entrar en la Zona Roja (donde un muro protege a los delegados de la cumbre) o una marcha tradicional. Las opciones se concentran 'para todo el que lleve rollo joven-aut¨®nomo-creativo, ya sab¨¦is', seg¨²n asegura un joven, en una marcha rossa que tratar¨¢ de aprovechar la cobertura de los grupos m¨¢s duros, pero sin preparaci¨®n espec¨ªfica para luchar contra la polic¨ªa. Seg¨²n advierte Andreu a sus compa?eros mientras deciden la estrategia sobre un mapa, 'la experiencia dice que quedarse esperando a ver qu¨¦ pasa significa hostias'.
Quiz¨¢ conven¨ªa pasarse por uno de los dos 'talleres de desobediencia civil' que, bajo el t¨ªtulo de T¨¢cticas callejeras se celebraban ayer. Dos veteranas de las protestas de Seattle y Quebec explicaban en el gimnasio de un colegio c¨®mo hacer para dejarse arrastrar por la polic¨ªa, por qu¨¦ es m¨¢s dif¨ªcil arrastrar a dos abrazados que a uno s¨®lo, estar siempre alerta de las posibles v¨ªas de escape, c¨®mo comunicarse dentro de la manifestaci¨®n y, sobre todo, desconfiar de los rumores 'que la mayor¨ªa de las veces son difundidos por polic¨ªas infiltrados'. G¨¦nova es hoy ciudad-paranoia, un enorme ring de boxeo esperando a ser pisoteado por 150.000 personas. Para amenizar, 5.000 bocatas, 4.000 botellas de agua y cuatro toneladas de manzanas cortes¨ªa del m¨²sico hispano-franc¨¦s Manu Chao, que adem¨¢s de tocar, invita. 'Qu¨¦ colega el Manu, t¨²'.
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