La ambig¨¹edad como virtud
En pol¨ªtica, ?la ambig¨¹edad es pecado? Desde estas mismas p¨¢ginas, hace unos d¨ªas, Joan Subirats argumentaba con contundencia que s¨ª. Y lo hac¨ªa de una forma tan razonable que el destacado del art¨ªculo no admite r¨¦plica: no se puede ser ambiguo ante la precariedad laboral, ante los nuevos fen¨®menos de exclusi¨®n social, ante las condiciones de vida de los inmigrantes y de otros colectivos, ante la creciente mercantilizaci¨®n de la vida social. Imposible estar en desacuerdo. Pero en la medida en que el art¨ªculo de Joan Subirats replicaba un art¨ªculo m¨ªo anterior en el que se defend¨ªa precisamente la ambig¨¹edad como una virtud pol¨ªtica, me toca presentar mis argumentos.
Debo reconocer que yo mismo me di malas cartas para jugar esta partida, al escoger la palabra ambig¨¹edad. Si hubiera escrito pluralismo lo tendr¨ªa m¨¢s f¨¢cil, y en el fondo estar¨ªa hablando de lo mismo. ?A qu¨¦ me refiero cuando digo que la ambig¨¹edad puede ser pol¨ªticamente positiva y deseable? Tengo la sensaci¨®n de que en el mundo existen dos tipos de partidos. En unos, unos pocos est¨¢n de acuerdo en much¨ªsimas cosas. En otros, muchos est¨¢n de acuerdo en relativamente pocas cosas, pero esenciales. Los partidos de gobierno y los que quieren ser de gobierno son del segundo tipo. Una propuesta pol¨ªtica que quiere no s¨®lo gobernar, sino transformar la sociedad no intenta poner de acuerdo a todos en todo, sino que intenta escoger unos cuantos puntos esenciales y articular un consenso sobre ellos. Por eso hay socialistas de pelajes distintos, hay convergentes que parece mentira que est¨¦n todos en el mismo partido y populares que no se parecen en nada. La capacidad de una propuesta pol¨ªtica para alcanzar grandes consensos sociales es proporcional a su capacidad para asumir internamente unos niveles altos de contradicci¨®n en cosas que no son esenciales.
Una propuesta pol¨ªtica que quiere transformar la sociedad no intenta poner de acuerdo a todos en todo, sino que intenta escoger unos cuantos puntos esenciales y articular un consenso sobre ello
El problema, claro est¨¢, es qu¨¦ se considera esencial. Para un c¨ªnico, lo esencial ser¨ªa mantener o conseguir el poder. Un partido ambiguo o plural ser¨ªa aquel que no tuviese otro cemento para cohesionarse que el gusto por el poder. Los partidos ser¨ªan entonces estrictos sindicatos de intereses. Es posible que esto exista, pero yo no lo he visto. Entre los partidos que tengo alrededor, que me parecen felizmente ambiguos o plurales, hay elementos cohesionadores de car¨¢cer ideol¨®gico, al lado de ampl¨ªsimos m¨¢rgenes de indefinici¨®n. Un partido no es un contestador autom¨¢tico que tiene una respuesta ¨²nica para todas las preguntas. Cada partido ha escogido unos trazos esenciales, en los que todos los que participan en el proyecto est¨¢n de acuerdo y, a partir de aqu¨ª, es positivo y razonable que los desacuerdos en otros puntos sugieran una idea de ambig¨¹edad. Y estos puntos de imprescindible consenso se refieren a algunos grandes principios y a muchas peque?as pol¨ªticas. Ambig¨¹edad no es indiferencia, sino posibilidad real de contradicci¨®n en aquello que no se considera esencial.
Vuelvo a complicarme la partida; por ejemplo, yo defin¨ªa como una ambig¨¹edad positiva de CiU no definirse como partido independentista ni antiindependentista, y lo defend¨ªa no s¨®lo por razones t¨¢cticas, para sumar electorados. Pero, ?no ser¨ªa precisamente ¨¦sta una cuesti¨®n esencial? ?No se definir¨ªa un partido nacionalista precisamente en su actitud sobre el objetivo final? Pues creo que no. Si tuvi¨¦semos un refer¨¦ndum dentro de tres meses, ser¨ªa important¨ªsimo saber qui¨¦n piensa votar que s¨ª y qui¨¦n piensa votar que no. Pero gentes que bajar¨ªan del tren en estaciones distintas pueden estar perfect¨ªsimamente de acuerdo en un tramo muy largo del recorrido. Es m¨¢s esencial participar en un proyecto de reconstrucci¨®n nacional que definir d¨®nde estar¨ªan sus l¨ªmites, llegado el caso. Es m¨¢s esencial la concepci¨®n b¨¢sica del pa¨ªs, la idea sobre qu¨¦ pol¨ªticas deben hacerse en cuatro o diez a?os, que la fijaci¨®n de horizontes m¨¢s o menos lejanos.
Para m¨ª la ambig¨¹edad es una virtud, porque lo que convierte a un partido en ambiguo es la pluralidad de opciones, y esto es precisamente lo que le permite sintonizar con una sociedad compleja. Gente que est¨¦ de acuerdo en todo, de la A a la Z, ni en las sectas. Los partidos son grupos de personas que est¨¢n de acuerdo en cosas esenciales, de car¨¢cter ideol¨®gico, de car¨¢cter ¨¦tico, de car¨¢cter pr¨¢ctico, y las proponen a la sociedad sabiendo que nadie lo compartir¨¢ todo al cien por cien, pero para avanzar hace falta que muchas personas compartan grandes objetivos. Si quieren, no lo llamemos ambig¨¹edad. Busquemos un nombre que suene mejor. Pero la cosa no ser¨¢ muy distinta.
Vicen? Villatoro es periodista, escritor y diputado de CiU.
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