Garc¨ªa y Jim¨¦nez se desploman en la recta final
Ni Miguel ?ngel Jim¨¦nez ni Sergio Garc¨ªa. Ninguno de los dos se aprovech¨® de llegar al ¨²ltimo d¨ªa con una tarjeta en blanco para entregarla ayer al anochecer con su nombre subrayado bajo la palabra ganador. Los dos fallaron. Y, sin embargo, los dos jugaron bien, y los dos movieron los codos entre el p¨²blico y las profundas trampas del Royal Lytham para abrirse un sitio hacia la victoria hasta el final.
Sobre todo el pelirrojo malague?o, el mayor (37 a?os) y el que menos emoci¨®n despierta, el que nunca levanta a nadie de su asiento. 'Lo mismo va y cae el torneo', cuenta Jim¨¦nez con tranquilidad que se susurr¨® a s¨ª mismo cuando en el hoyo 13 se coloc¨® con ocho golpes bajo el par del campo. No ten¨ªa que haberse soplado esa evidencia. Se olvid¨® de su consigna de ir paso a paso y anduvo a partir de entonces de bunker en bunker para doblar la entrada del hoyo 16 con dos bogeys inesperados.
Hasta ese momento Jim¨¦nez hab¨ªa jugado extraordinariamente bien. Tres birdies, en los hoyos 1, 11 y 13, conseguidos gracias a otros tantos magn¨ªficos putts. Y eso en unos greens hostiles, que parec¨ªan troquelados, con unos desniveles que los convert¨ªan en d¨²plex: en dos alturas. En el hoyo 11 Jim¨¦nez no tuvo que superar la prueba de embocar desde lejos. No. La proeza que le reservaba el hoyo fue un approach desde los matojos de hierba que transport¨® la pelota a muy pocos cent¨ªmetros de la bandera.
Pero despu¨¦s lleg¨® la decepci¨®n. Dos visitas al bunker de los hoyos 14 y 15 en medio de la calle le obligaron a apuntarse un golpe est¨¦ril, el que le sirvi¨® para devolver la pelota al c¨¦sped. Y la escasa competitividad de Jim¨¦nez hizo el resto. Su tarjeta ya estaba firmada. 'A veces te aprietas la tuerca y no te sale nada, pero he jugado muy bien. Me gusta mucho el campo y ha sido mi mejor brit¨¢nico, porque aqu¨ª nunca he jugado bien', dijo.
El Ni?o se descabalg¨® del torneo un poquito antes que Jim¨¦nez. Un bogey en el hoyo 12, un par tres que acab¨® con Garc¨ªa enterrado en las simas de arena que aqu¨ª llaman bunkers, liquid¨® las oportunidades del chaval de Castell¨®n, que repiti¨® una de las constantes de la competici¨®n: estropear en la segunda parte del recorrido lo conseguido en la primera. En este caso lo conseguido era un eagle en el hoyo 6 y un birdie en el 9. Sumaba seis golpes bajo el par del campo. A uno de Duval. Pero entonces tropez¨® en el bunker del 12. Una trampa de tierra que sujet¨® la bola para arrojarla despu¨¦s muy lejos de la bandera. Era bogey. Era el final para Sergio Garc¨ªa, que no tendr¨ªa que esperar mucho para contemplar la ca¨ªda de Jim¨¦nez. Los dos pod¨ªan haber ganado. Los dos perdieron. Al final, o casi hasta el final. Pero perdieron, pero siempre les quedar¨¢ el consuelo de tocar con los dedos la clasificaci¨®n por puntos para jugar la Rayder Cup.
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