Una ca¨ªda en picado desde el prestigio a la sospecha
Contar con la presencia de Juan Maeso representaba una garant¨ªa. Sus habilidades convirtieron a este anestesista y especialista en reanimaci¨®n en un profesional reconocido, que se ve¨ªa reclamado por los mejores cirujanos. En sus manos se han dormido antes de ser operados desde mujeres de compa?eros de profesi¨®n al anterior arzobispo de Valencia.
Su ambici¨®n creci¨® tanto como su prestigio y la carrera profesional que iniciara en 1965 tocaba la cima m¨¢s alta en los 80 y 90. Maeso, afable pero reservado, celoso de su intimidad, hiperactivo, practicante de deportes de riesgo, casado y luego separado, con tres hijos, con alto nivel de vida al igual que posici¨®n social, pas¨® de h¨¦roe a villano.
Ahora, no tiene propiedades a su nombre, usa gafas oscuras, carece de pasaporte, no sale de casa si no es para refugiarse cuando le puede el agobio en alguna abrupta monta?a del territorio espa?ol. De cada uno de sus movimientos debe dar cuenta a la autoridad judicial.
Ya no hay para ¨¦l estupendos restaurantes ni loas de amigos y pacientes. Sobre Maeso recae la sospecha de haber contagiado de forma premeditada, por haber suministrado a sus pacientes anestesia de la que ¨¦l previamente se inyectaba una dosis.
A pesar de que el colectivo m¨¦dico ha creado una barrera de silencio alrededor de ¨¦l y su comportamiento en quir¨®fano, todo tipo de rumores sobre sus pr¨¢cticas se han desatado: se dice que se quedaba dormido en el curso de una intervenci¨®n, o que manifestaba importantes cambios de humor, o que trabajaba sin descanso tres d¨ªas y no parec¨ªa cansado, o que...
El resultado es que hoy se ha convetido en persona inc¨®moda para muchos y en amigo que hay que esconder para otros. Ha pasado a verse perseguido por algunos de los pacientes infectados y tambi¨¦n por agentes de la polic¨ªa nacional, coche camuflado incluido, cuando comparece ante el juez.
Sin embargo Juan Maeso mantiene su inocencia. 268 pacientes le miran pregunt¨¢ndose por qu¨¦.
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