Perros sueltos

El d¨ªa 15 de junio, alrededor de las cuatro de la tarde, pasaba yo por la plaza de Dal¨ª, todo paz y sosiego. En los bancos, parejas, se?oras con nenes en sus cochecitos y una anciana rodeada de palomas. Todo cambi¨® en un instante, cuando apareci¨® un se?or acompa?ado de una chica joven y su perro cocker (color casta?o), y solt¨® a ¨¦ste, que iba, adem¨¢s, sin bozal (como es obligatorio) y que se abalanz¨® sobre el banco en que estaba la se?ora. Ella, asustada ante este ataque inesperado, vio c¨®mo el perro atacaba a 'sus palomas', llev¨¢ndose a una entre los dientes, y a la que destroz¨® ante su mirada horrorizada y la repulsi¨®n e indignaci¨®n de cuantos est¨¢bamos all¨ª.

Increpamos al propietario y buscamos, in¨²tilmente, un polic¨ªa para denunciarle, ocasi¨®n que aprovech¨® para, precipitadamente, decirle a la ni?a que le acompa?aba que se fuese con el perro, hacia la calle de M¨¢iquez, mientras ¨¦l se escabull¨ªa.

Escribo esta carta para pedir m¨¢s vigilancia policial a la que recurrir en estos casos y similares, sobre todo en la mencionada plaza, donde casi siempre hay perros sueltos, con el consiguiente peligro para ni?os y ancianos. En este caso concreto, la anciana que estaba con las palomas sufri¨® una peque?a dentellada al intentar defender a ¨¦stas del hocico del perro, accidente que no es posible denunciar por carecer de datos del due?o y del animal.