Despegando con fuerza
Durante todo el d¨ªa, el cielo donostiarra se mantuvo con una intranquilizante negrura que s¨®lo pod¨ªa presagiar lluvias torrenciales. Finalmente, y dado que no se trataba de fastidiar a nadie y menos al m¨¢s veterano de nuestros festivales de jazz, todo qued¨® en simple amenaza. Los paraguas no se abrieron y la primera noche del Jazzaldia pudo celebrarse con toda comodidad y, como regalo tras el bochorno diurno, con una agradable brisa refrescando el ambiente. As¨ª, con todo a su favor, la plaza de la Trinidad volvi¨® a mostrarse como uno de esos lugares con un encanto muy especial para la m¨²sica y la 36? edici¨®n del festival donostiarra pudo despegar con la fuerza de una nave espacial dirigida hacia alg¨²n conf¨ªn remoto.
The Brecker Brothers / Frank Sinatra Jr.
The Brecker Brothers. Frank Sinatra Jr. con la Orquesta de Woody Herman dirigida por Frank Tiberi. Plaza de la Trinidad, 24 de julio.
Parte importante de la responsabilidad de que esa nave saliera propulsada a tal velocidad fue la presencia de dos hermanos de Filadelfia capaces de llevar a punto de ebullici¨®n hasta las audiencias m¨¢s g¨¦lidas y distantes. Una plaza de la Trinidad completamente llena (y la ayuda nada balad¨ª de una sonorizaci¨®n exquisita) no suele propiciar, precisamente, un ambiente fr¨ªo; as¨ª que los Brecker Brothers salieron con mucho ganado y redondearon sobre el escenario una de esas faenas que tardan en olvidarse. Un concierto mod¨¦lico, una aut¨¦ntica clase magistral de jazz contempor¨¢neo sin prejuicios y tan abierto al mundo como a su propio pasado.
Tras el apabulle de los Brecker, la presencia de Frank Sinatra Jr. y la Orquesta de Woody Herman fue tan superflua como innecesaria.
Los Brecker Brothers, juntos o por separado, contribuyeron de forma definitiva a sentar las bases del jazz el¨¦ctrico y con toques rockeros de los a?os setenta. Ahora, tras haber tocado el cielo en innumerables ocasiones, han regresado a lo b¨¢sico con un quinteto totalmente ac¨²stico (eso s¨ª, un quinteto de lujo: el pianista David Kikoski, el contrabajista Peter Washington y el bater¨ªa Carl Allen) y una visi¨®n del jazz tan dirigida al est¨®mago como a las neuronas. Del post bop sin complejos al funk ac¨²stico (incluso recuperaron alguno de sus ¨¦xitos de los setenta inteligentemente remozados) plagado de ese saber hacer que ha convertido a Randy y Michael Breker en dos referentes del jazz actual. Hacia la mitad del concierto, apareci¨® Randroid, el otro yo de Randy, un cuasirrapero burl¨®n y parlanch¨ªn que electriz¨® a un p¨²blico que ya estaba electrizado.
La actuaci¨®n de los Brecker supo a poco. Algo m¨¢s de una hora de concierto no es suficiente para disfrutar de una maravilla as¨ª y m¨¢s cuando les segu¨ªa una nader¨ªa revivalista que posiblemente en otro contexto (sin los Brecker delante) podr¨ªa haber funcionado y en la Trinidad s¨®lo qued¨® resultona.
Intereses comerciales
Woody Herman, un gran innovador de la m¨²sica de big band, falleci¨® en 1987 y Frank Tiberi prosigui¨® al frente de la banda. Mantener una formaci¨®n as¨ª plagada de j¨®venes valores ocupando pupitres de ilustre recuerdo s¨®lo obedece a intereses comerciales lejanos a los intereses musicales que movieron a Herman en su tiempo. La big band no suena mal pero se hundi¨® con una inmisericorde versi¨®n de Four brothers (tema emblem¨¢tico de la orquesta de Herman) y s¨®lo se salv¨® por el buen hacer saxofon¨ªstico de Tiberi en un aceptable Body and soul. Despu¨¦s, curiosamente, la misma formaci¨®n (con alg¨²n refuerzo) son¨® convincente arropando a Frank Sinatra Jr. Sin duda, los arreglos de la orquesta de Herman todav¨ªa les vienen grandes y, en cambio, los est¨¢ndares del hijo de La Voz son bastante m¨¢s asequibles.
Frank Sinatra Jr. (por cierto: cada vez se parece f¨ªsicamente m¨¢s a su padre) es un espl¨¦ndido crooner con buen gusto para afrontar esos temas de toda la vida y ofrecerlos en versiones que, al no aportar nada nuevo, se convierten en entra?ables desde el primer momento. Una t¨¦cnica id¨®nea para los casinos de Las Vegas o Atlantic City (donde habitualmente se mueve) que volvi¨® a funcionarle en Donosti pero que, tras una exhibici¨®n hipervitam¨ªnica como la de los Brecker, supo a postre edulcorado y descafeinado.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.