Caro ragazzo
Hace 12 a?os, cuando Indro Montanelli cumpli¨® 80, el Corriere della Sera le dedic¨® en primera p¨¢gina un inteligente elogio de Carlo Bo, que el traductor y escritor italiano titul¨® Caro Indro, vechio ragazzo (Querido Indro, viejo muchacho). Montanelli hab¨ªa dejado ese diario para emprender su propia aventura profesional, cuyos rasgos de independencia casi suicida han resultado ser legendarios. Esa devoci¨®n (indestructible) del Corriere por el viejo muchacho resulta simb¨®lica de la propia pasi¨®n de Italia por una de las figuras m¨¢s importantes que ha tenido la prensa europea del ¨²ltimo siglo.
Ahora, al llegar su muerte, esos m¨¦ritos profesionales de Montanelli se han puesto de manifiesto de manera reiterada en Italia y en Espa?a. Aqu¨ª publicaba art¨ªculos (sobre todo en La Vanguardia) y recibi¨® premios y distinciones que ¨¦l aceptaba como un humilde servidor estoico de uno de sus h¨¦roes, El Quijote, y como un devoto de la Espa?a que vino a ver con ojos de fascista hasta que no tuvo m¨¢s remedio que contarla con ojos de periodista. Era, en efecto, quijotesco pero pragm¨¢tico, ten¨ªa el aspecto de una escultura de Giacometti -o de Julio Gonz¨¢lez, era el esqueleto que en el hombre ve¨ªa Miguel de Unamuno- y ten¨ªa los ojos airados de quien da la ¨²ltima voz de mando, tambi¨¦n en una Redacci¨®n. Su pasi¨®n personal era el periodismo, y en todos los rasgos de su car¨¢cter y de su vida Montanelli no es otra cosa que un periodista, contradictorio pero noble, como un rayo.
Su ri?a con Berlusconi ha resultado ser un paradigma, en Italia y en el mundo, para establecer de nuevo cu¨¢l debe ser la relaci¨®n del periodista con el poder pol¨ªtico. Al contrario que muchos de los que le alaban ahora en nuestro pa¨ªs, Montanelli opt¨® por el periodismo y no por ninguna de las formas, a veces las m¨¢s aviesas y oscuras, del poder, como la adulaci¨®n o la corrupci¨®n por el silencio o por el dinero. Y lo hizo hasta ¨²ltima hora: ese art¨ªculo ¨²ltimo de su vida, C¨®mo ser periodista hoy, que La Vanguardia reprodujo del Corriere justamente el mismo d¨ªa en que Montanelli iba a fallecer en Italia, es una reflexi¨®n sobre 'lo complicado' que es ser periodista en el mundo actual, pues a ¨¦l le resultaba evidente que la propia figura del periodista ya no es la del veh¨ªculo de las noticias sino la del int¨¦rprete de las mismas, y las noticias interesan ahora m¨¢s al poder que al p¨²blico. Evidentemente, es una afirmaci¨®n que contradice la de uno de sus contradictorios de siempre, Eugenio Scalfari, fundador de La Repubblica, para quien 'periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente' y no lo que el periodista quiere que le pase o le haya pasado a la gente...
Dice m¨¢s cosas Montanelli en ese art¨ªculo; una, que el periodista no est¨¢ solo en el poder del peri¨®dico, comparte su poder con el editor, o con el director; y dos, que el periodista est¨¢ obligado a 'interesar, explicar, responder, suscitar curiosidad, sorprender, fascinar, incluso divertir'. Para Montanelli, el periodismo es una pasi¨®n; en alguna de las fotograf¨ªas que ahora se han divulgado de su figura esquel¨¦tica aparece el vecchio ragazzo de Carlo Bo, a¨²n joven, sentado sobre una pila de peri¨®dicos, en el suelo de su propia Redacci¨®n, tecleando sobre una m¨¢quina de escribir; parece un personaje de Eduardo Arroyo esperando un tren simb¨®lico en una estaci¨®n de ninguna parte, probablemente el periodismo propiamente dicho. ?sa era la imagen de su pasi¨®n, a la que no renunci¨® ni para dictar su ¨²ltima, escueta, despedida del mundo: quer¨ªa ser un civil que dice su adi¨®s sin ahuecar la voz, dando, simplemente, la noticia. Sin interpretarla.
Es una coincidencia casi borgiana que la muerte de Montanelli y la publicaci¨®n de ese art¨ªculo hayan coincidido en el tiempo y que, adem¨¢s, apareciera sincr¨®nicamente la noticia de la muerte de Carlo Bo, senador vitalicio de Italia, traductor y profesor de Literatura Espa?ola y autor de aquel elogio del viejo muchacho que s¨®lo ten¨ªa dos a?os m¨¢s que ¨¦l y que muri¨® un d¨ªa despu¨¦s. En vida, mientras Montanelli escrib¨ªa un art¨ªculo todos los d¨ªas, Bo le¨ªa un libro diario, y dec¨ªa que hab¨ªa le¨ªdo 20.000.
Babelia
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