Hay sitio para todos: altos, bajos y gordos
Final de unos JJ OO. L¨ªnea de salida de los 1.500 metros. O de cualquier carrera de fondo. El c¨¢mara presenta a los corredores de derecha a izquierda. Razas y etnias diferentes, unos m¨¢s altos que otros, pero en general las caracter¨ªsticas antropom¨¦tricas de todos ellos son semejantes: piernas largas y finas, tronco m¨¢s bien corto, y delgados, muy delgados. Hasta demacrados. El ¨ªndice de masa corporal o IMC (cociente entre peso en kilogramos y talla al cuadrado, en metros) de estos atletas raramente pasa de 20. En el caso de los kenianos, ni siquiera llega a 19. S¨®lo as¨ª pueden correr como verdaderas gacelas: caderas altas, zancada circular y los pies, en vez de hundirse bajo el peso del cuerpo en cada pisada, rebotan como resortes. En el ciclismo, en cambio, el contraste antropom¨¦trico es enorme. Es un deporte donde la variedad de terrenos y perfiles es tan grande, que pr¨¢cticamente hay sitio para todos los morfotipos. Desde los m¨¢s delgados y de largas piernas (aquel Riis del Tour del 96), hasta los m¨¢s rechonchos y paticortos (como el italiano Salvatore Comesso).
Cuneta de cualquier puerto pirenaico. Abran paso, que llega el Tour. Primero, los livianos escaladores. Con su ritmo endiablado y su pedalada ¨¢gil (unas ochenta revoluciones por minuto) hacen parecer llano al mism¨ªsimo Tourmalet. Aunque sus piernas no son tan largas, son muy parecidos a los kenianos, antropom¨¦tricamente hablando: ¨ªndice de masa corporal de menos de 20, y hasta de menos de 19 en algunos casos (Pantani, Beltr¨¢n, etc¨¦tera). Su estatura no suele ir m¨¢s all¨¢ de 175-180 cent¨ªmetros, y su peso suele rondar los 60 kilos. Precisamente su peso pluma es su mejor aliado en las cuestas, en las que la fuerza de la gravedad parece querer clavar la bicicleta al asfalto. Subir es vatios dividido por kilo de peso: su potencia media durante la subida alcanza los 400 vatios, o casi siete varios por kilogramo. Su liviano peso, adem¨¢s, les permite aprovechar mejor su cilindrada o consumo m¨¢ximo de ox¨ªgeno (VO2max), de unos cinco litros / minuto: al dividirlo por su peso, pasan de 80 mililitros / kilo / minuto.
Detr¨¢s de los escaladores, o al lado de ellos, llegan los corredores completos, que se defienden casi tan bien en las monta?as como en las contrarreloj llanas. Son los llamados ciclistas modernos: los Ullrich o Armstrong. Su peso suele rondar los 70 kilos, y su estatura no baja de 180 cent¨ªmetros. As¨ª, su IMC es de aproximadamente 22. Para aguantar con los kenianos del pelot¨®n, tienen que recurrir a su mayor cilindrada (VO2max de m¨¢s de cinco litros / minuto), y generar una enorme potencia absoluta, unos 450 vatios.
Seg¨²n va pasando el pelot¨®n, el morfotipo de los ciclistas cada vez recuerda menos al de los atletas fondistas y m¨¢s al de los corredores de 400 metros. Sobre todo los ¨²ltimos en llegar, los del autob¨²s: una grupeta de unos treinta o cuarenta hombres. Y entre ellos, claro, los sprinters. Su elevado peso (unos ochenta kilos) les penaliza claramente en los altos desniveles. Y su IMC se acerca m¨¢s a 23 que a 22. Eso s¨ª, su porcentaje de grasa corporal no es mayor que el de los escaladores: 8% pelado, en pleno Tour. Sus casi veinte kilos m¨¢s de peso en comparaci¨®n con los escaladores se deben a su mayor estatura (m¨¢s de 180 cent¨ªmetros) y a su enorme masa muscular. Ambas son imprescindibles para generar hasta 1.500 vatios de potencia (?casi dos caballos!) durante esa verdadera explosi¨®n de fuerza que es el sprint de las etapas llanas. Desde luego, si pudiesen mantener esa potencia durante todo el puerto, s¨®lo les seguir¨ªan los motoristas. Lo malo es que la acidosis l¨¢ctica que se genera para mantener tan altas potencias les acabar¨ªa por agotar irremisiblemente.
En el llano y en las contrarreloj el orden se invierte, siempre y cuando los m¨¢s pesados y potentes adopten una posici¨®n sobre la bicicleta m¨ªnimamente aerodin¨¢mica. De todos modos, el peso en s¨ª (independientemente de la potencia) nunca es un buen aliado para el ciclista. Como mucho en las bajadas. Y aun en ¨¦stas, lo que m¨¢s ayuda es el peso de la bicicleta. Que por algo el liviano Jean Robic, vencedor en 1947 e inteligente como pocos, se llenaba los bidones de plomo para bajar los puertos.
Alejandro Luc¨ªa es fisi¨®logo de la Universidad Europea.
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