El 'karaoke' del secretario de Estado
La juerga en Hanoi de Colin Powell y los ministros de Exteriores asi¨¢ticos
Desafinado. Es lo mejor que se puede decir de la actuaci¨®n del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, en la cumbre asi¨¢tica que termin¨® el pasado jueves por la noche en Hanoi. Y no es una valoraci¨®n de su pol¨ªtica, sino de sus dotes para el karaoke, un g¨¦nero poco conocido pero aparentemente eficaz en las relaciones internacionales. Powell acab¨® por los suelos, revolc¨¢ndose con la ministra japonesa de Asuntos Exteriores, Makiko Tanaka, animado por los v¨ªtores de una asistencia menos diplom¨¢tica de lo habitual.
Terminar cantando es una tradici¨®n en las reuniones de la ASEAN (Asociaci¨®n de Naciones del Sureste Asi¨¢tico). Todos los ministros deben plegarse a ello para combatir sin duda el tedio tradicional de este tipo de encuentros. Powell se lanz¨® al escenario con una ex¨®tica versi¨®n de El Paso, una melod¨ªa de vaqueros que sol¨ªa entonar cuando luchaba en Vietnam hace m¨¢s de treinta a?os. Tambi¨¦n era un gui?o a su jefe, el presidente estadounidense George Bush: El Paso est¨¢ en Tejas. Con soltura e incluso cierto garbo, Powell, pa?uelo rojo al cuello, despleg¨® sus dignas pero muy modestas dotes musicales. 'Los ojos de Makiko er¨¢n m¨¢s negros que la noche, malvados al lanzar su hechizo. Estaba enamorado, pero de nada me sirvi¨®'. La voz no era mala, pero fallaba el ritmo.
Powell acab¨® tumbado en escena mientras la ministra japonesa de Exteriores le besaba en la mejilla
'Les voy a cantar una balada sobre un joven en la guerra, pero ahora soy un hombre m¨¢s viejo que busca la paz', dijo el responsable estadounidense para caldear el ambiente. Mientras, la ministra japonesa, con un atuendo local, revoloteaba extasiada a su alrededor. A la guitarra, el subsecretario de Asuntos Asi¨¢ticos. En el coro, sus ayudantes del Departamento de Estado. La canci¨®n narra el desenga?o amoroso de un cowboy con una joven mexicana, convenientemente sustituida en esta ocasi¨®n por una doncella vietnamita. Tras un duelo, que tambi¨¦n se escenific¨®, el vaquero muere asesinado por su rival. Powell acab¨® tumbado en escena, junto a una desconsolada Makiko bes¨¢ndole en la mejilla. 'La sala se volvi¨® loca', cont¨® luego un diplom¨¢tico norteamericano a la prensa. 'Pero no creo que vaya a abandonar su puesto. Est¨¢ claro que tiene m¨¢s talento para la diplomacia'. Por razones obvias, el ayudante prefiri¨® mantener el anonimato.
Hubo otras actuaciones. El ministro de Exteriores australiano, Alexander Downer, se convirti¨® en un Beach Boy con tabla de surf incluida. La delegaci¨®n india cant¨® su versi¨®n de Hotel California, de los Eagles. Los representantes rusos se lo tomaron francamente en serio: en un elaborado show con trajes zaristas entonaron el Yellow submarine (?por el Kursk?).
El tema com¨²n de la noche result¨® ser el escudo antimisiles que Washington quiere poner en marcha pese a las protestas de Mosc¨² y del resto de la comunidad internacional. 'Nos mencionaron en casi todas las canciones', dijo el diplom¨¢tico norteamericano. Fue algo as¨ª como una catarsis musical. El a?o pasado, Madeleine Albright, a quien por lo visto le encantaban estas sesiones de karaoke, apareci¨® con atuendo y palo de golf para imitar un cl¨¢sico del c¨®mico Bob Hope (Gracias por los recuerdos) a modo de despedida tras sus cuatro a?os al frente de la diplomacia norteamericana. Pero en Hanoi no todo fue m¨²sica celestial. ?sta ha sido algo m¨¢s que una visita de Estado para Powell, que estuvo destinado en la guerra hace 32 a?os y no hab¨ªa vuelto desde entonces. 'Muchas cosas han cambiado y otras siguen siendo las mismas. Me acuerdo de la gente, de todo lo que trabajaban, de los arrozales, de las casas'.
La pr¨®xima etapa de la gira asi¨¢tica del secretario de Estado, Pek¨ªn, es a¨²n m¨¢s compleja. Esta semana, el Gobierno chino acus¨® de espionaje, conden¨® y luego deport¨® a dos disidentes norteamericanos de origen chino, un incidente que no ha hecho nada por mejorar las tensas relaciones entre dos pa¨ªses que siguen cantando melod¨ªas muy distintas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.