Buenas intenciones

El p¨²blico acudi¨® con generosidad y buenas intenciones, en abundancia y dispuesto a divertirse y solicitar orejas apenas tuviera ocasi¨®n. Y a fe que no defraud¨® a nadie, afici¨®n y espectadores an¨®nimos, incluidos turistas. Por faltar, ni una absurda lluvia de almohadillas al terminar el festejo, puede que como enfado por no concederle una oreja a Luis Rubias en el sexto, que le abr¨ªa la puerta grande. Algo que habr¨ªa sido un exceso, aunque fuera amparado por la nocturnidad.

Luis Rubias en su primero estuvo valiente, ante un novillo con genio, que recortaba por el izquierdo y por el derecho iba, si se le bajaba la mano. Una voltereta seria al rematar la primera serie de redondos no le asust¨®, y sigui¨® en la brecha. En su segundo, Rubias estuvo voluntarioso, bullidor y desigual.

Procuna demostr¨® ser un buen capotero, variado y con est¨¦tica, y un rehiletero poderoso, puro en las reuniones y de facultades a toda prueba. Sergio Moreno, poco puesto, no pudo hacer mucho en el inv¨¢lido primero. Y en su segundo, el m¨¢s toreable de todos, no consigui¨® el acoplamiento, aunque apuntara tal o cual derechazo despacioso y no cejara en buscarle el sitio adecuado al novillo.