Resistencia de materiales
El encuentro, hace una semana, de Ibarretxe con el Rey vino precedido de un bla-bla-bla alarmante: seg¨²n rumores, Ibarretxe iba a confirmar solemnemente su decisi¨®n de convocar el refer¨¦ndum sobre la autodeterminaci¨®n. Si en Madrid se bloqueaba la celebraci¨®n de la consulta, el PNV replicar¨ªa procediendo a actos de desobediencia institucional. Se oyeron algunas cosas y, sobre todo, se oy¨® un desmentido formal del Gobierno vasco. Las declaraciones posteriores de Arzalluz relegando para un futuro indefinido la autodeterminaci¨®n inclinan a pensar que de momento no habr¨¢ novedad. Sea como fuere, la idea del refer¨¦ndum est¨¢ en la agenda del Ejecutivo de Vitoria, y un m¨ªnimo sentido de la previsi¨®n recomienda imaginar qu¨¦ ocurrir¨ªa si en los meses inmediatos, o dentro de un a?o o dos, el Gobierno aut¨®nomo lleva adelante su prop¨®sito expreso de someter la cuesti¨®n autodeterminista al dictamen de las urnas. Pensemos primero a corto plazo y luego a medio o largo.
Madrid tiene abiertas dos alternativas: o impedir la convocatoria o dejar que se celebre y fingir que el asunto carece por entero de trascendencia. Ya opte por lo uno, ya por lo otro, las consecuencias podr¨ªan ser portentosas. Y cuando digo portentosas no quiero decir s¨®lo grandes, sino tambi¨¦n impredecibles. Por tanto, prefiero morderme la lengua y no entrar en el juego de los futuribles a corto plazo. Las cosas se comprenden mejor a ojo de p¨¢jaro; esto es, manejando el plazo largo.
En mi opini¨®n, el dilema estatuto-independencia es m¨¢s realista que el de estatuto-autodeterminaci¨®n. De aqu¨ª se desprende, inmediatamente, que la posici¨®n del PNV no es realista. Puesto que los nacionalistas est¨¢n en el segundo dilema, no en el primero. Su objetivo es una suerte de autodeterminaci¨®n permanente que desaloje del Pa¨ªs Vasco lo que a¨²n resta all¨ª de Estado y que les permita al tiempo retener las ventajas relativas a que dar¨ªa lugar su remansamiento en una suerte de ¨¢mbito espa?ol. Me refiero, claro es, a los mercados, un anclaje f¨¢cil en la Uni¨®n y, probablemente, m¨¢s subvenciones desde el centro. La operaci¨®n no est¨¢ mal ideada. Pero no es viable en el sentido que ahora han puesto de moda los ecologistas. O lo que es lo mismo, no es sostenible. Coloqu¨¦monos... en Madrid, haciendo abstracci¨®n de la persona o el partido que eventualmente ocupe el poder.
Madrid acumula dos razones te¨®ricas para soportar los costes, econ¨®micos y pol¨ªticos, de lo que, en la pr¨¢ctica, equivaldr¨ªa a una confederaci¨®n. Uno, la protecci¨®n de la minor¨ªa (casi un 50% de la poblaci¨®n) no nacionalista. Dos, el deseo de salvar parte de los muebles, o sea, la carcasa residual del sistema auton¨®mico. Una autonom¨ªa confederada, y el resto, como ahora; ¨¦se es el escenario al que se resignan los inclinados a no tomarse las cosas por la tremenda. Por desgracia, ¨¦ste es el mundo imaginario de la se?orita Pepys.
Primero, lo de la protecci¨®n de los derechos es un falso se?uelo. Si ahora no se est¨¢n protegiendo, m¨¢s complicado ser¨¢ protegerlos m¨¢s tarde. Porque lo del ¨¢mbito vasco de decisi¨®n suena a lo que es: a la renuncia absoluta de Madrid a decidir arriba del Ebro. Pensar en otros t¨¦rminos es enga?arse. En lo que hace al segundo punto, tambi¨¦n pintan bastos. El motivo es paladino: asegurarse el monopolio en casa sin costes a?adidos dibuja una perspectiva arrolladoramente atractiva para cualquier partido nacionalista o, si me apuran, para cualquier oligarqu¨ªa pol¨ªtica local. De resultas, el arreglo vasco har¨ªa met¨¢stasis: lo normal es que se apuntaran a ¨¦l los nacionalistas catalanes primero, y luego, muchos m¨¢s. Que el proceso condujera al caos no ser¨ªa un disuasivo determinante. De un lado, el Estado central dejar¨ªa de ser una garant¨ªa para quienquiera que siguiese acogido a su sombra. Del otro, nos encontramos con que el hombre no hace cuentas coloc¨¢ndose en el punto de vista de los intereses generales, sino mirando lo que saca en limpio del esfuerzo ajeno. En caso contrario habr¨ªan estado perdiendo el tiempo quienes dedican sus desvelos a la teor¨ªa de la acci¨®n colectiva. Naturalmente, estoy especulando. Hacer otra cosa es dif¨ªcil cuando los nacionalistas dicen 's¨ª' y 'no', y luego a?aden 'veremos'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Plan Ibarretxe
- Juan Carlos I
- VII Legislatura Pa¨ªs Vasco
- Juan Jos¨¦ Ibarretxe
- Independentismo
- Gobierno Vasco
- Gobierno auton¨®mico
- Comunidades aut¨®nomas
- Parlamentos auton¨®micos
- Debates parlamentarios
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Pa¨ªs Vasco
- Ideolog¨ªas
- Parlamento
- Eventos
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Sociedad