Ciclistas tutelados
Las dificultades de la Sociedad Punta Galea para formar figuras como Laiseka o los Otxoa
La Sociedad Ciclista Punta Galea de Getxo guarda sus trofeos en un modesto local, un cuarto adornado con fotograf¨ªas que remiten a otra ¨¦poca, a otro ciclismo. Un breve rastreo permite identificar sin grandes problemas a los hermanos Otxoa, Javier y Ricardo, id¨¦nticos y con gesto concentrado posando para una foto de grupo. Una instant¨¢nea en blanco y negro ense?a una escapada de Juan Antonio Zarrabeitia, hermano de Mikel, por una carretera descarnada.
Un poco m¨¢s all¨¢, suspendida en una columna, una imagen tomada en 1985 muestra al equipo juvenil del Punta Galea, reci¨¦n proclamado campe¨®n de Vizcaya contrarreloj. A la izquierda de la misma, Roberto Laiseka no mira al objetivo. Contempla, distra¨ªdo, su trofeo. Todos estos, adem¨¢s de I?igo Landaluce, comparten dos cosas: son o fueron profesionales de la bicicleta y crecieron con el maillot del Punta Galea en los hombros. 'Laiseka se ha consagrado como ciclista al ganar la etapa del Tour de Luz Ardiden con el maillot naranja de Euskaltel, pero seguramente recordar¨¢ que el primer maillot que visti¨®, el del punta Galea, tambi¨¦n era anaranjado'. I?igo Mentxaka, presidente de la sociedad, se?ala la an¨¦cdota para significar el papel de las escuelas de ciclismo: pedalear de la mano de voluntarios.
El local anda revuelto. Varias pancartas se amontonan en una esquina, y la mesa rebosa los premios reservados para el Circuito de Getxo, que se celebra hoy bajo una nueva denominaci¨®n: Memorial Ricardo Otxoa. 'Su muerte nos colaps¨®. No pod¨ªamos pensar, ni reaccionar', recuerda Mentxaka, quien reconoce que durante esos d¨ªas tuvo miedo de permitir que sus j¨®venes corredores salieran a la carretera.
Son tiempos complicados para el ciclismo, tambi¨¦n para la sociedad Punta Galea, que s¨®lo cuenta con 34 aprendices. Lleg¨® a tener 86, s¨ª, 'pero eso fue antes de que se diera el gran baj¨®n, m¨¢s o menos hace cinco a?os. Esta ¨²ltima d¨¦cada el n¨²mero de licencias ha descendido en un 60%', asegura Mentxaka. Reclutar chavales con ganas de pedalear se ha convertido en un imposible. En 2000, los responsables del club buzonearon la localidad met¨®dicamente: no sufrieron ni una sola alta. Este a?o, decidieron cambiar su t¨¢ctica y pasaron por el 80% de las escuelas getxotarras, dos meses de trabajo y un beneficio raqu¨ªtico, es decir una incorporaci¨®n. No es esto lo m¨¢s grave, lo 'triste es comprobar la fuerte apat¨ªa entre los chavales inscritos en nuestra sociedad en cuanto a valores como la disciplina, la entrega y el sacrificio'. Son ciclistas de pasi¨®n distra¨ªda.
La semana pasada, durante la presentaci¨®n del Memorial Ricardo Otxoa, un asistente levant¨® la mano para agradecer la existencia del Punta Galea. Se trataba de un veterano empleado de una empresa en suspensi¨®n de pagos, que hab¨ªa hallado refugio y alivio a su desesperaci¨®n en las actividades de la sociedad. La an¨¦cdota entronca con los valores que el presidente atribuye a la misma: 'En una ¨¦poca de individualismo exagerado, sociedades como la nuestra permiten que uno se sienta parte de algo'.
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