El fin de la tregua que nunca existi¨®
?Pero hubo alguna vez una tregua? De los 6.000 ataques de la resistencia palestina contra la ocupaci¨®n militar israel¨ª en estos 10 meses de Intifada, 800 han tenido lugar desde el alto el fuego del pasado 13 de junio. Las cifras las facilit¨® ayer Sha¨²l Mofaz, el jefe de las Fuerzas Armadas de Israel. Mofaz no inform¨® del n¨²mero de acciones 'defensivas' israel¨ªes contra intereses palestinos, pero sus destrucciones de casas, bombardeos desde helic¨®pteros y asesinatos selectivos tampoco han cesado desde entonces. Las dos partes se acusan mutuamente de violar la tregua que casi les impuso el director de la CIA, George Tenet, y que no ha evitado la muerte de 45 palestinos y 17 israel¨ªes.
Era la pen¨²ltima esperanza. Aceptado el plan Mitchell por unos y otros, hab¨ªa que conseguir siete d¨ªas sin violencia para que pudieran poner en marcha medidas de confianza que les permitieran volver a sentarse a negociar. De ah¨ª el esfuerzo de Tenet, uno de los pocos mediadores estadounidenses que se ha granjeado el respeto de los dos lados. Una vez m¨¢s, la tozuda interpretaci¨®n israel¨ª ha desvirtuado el contenido del arreglo: para el primer ministro Ariel Sharon, el cese de la violencia significaba el cese de la violencia palestina, nada que ver con los excesos de los colonos, los castigos colectivos que su Gobierno impone a la poblaci¨®n palestina o los golpes 'preventivos' con los que elimina a los sospechosos de actividades terroristas.
Acciones como la de ayer, que acab¨® con la vida de cinco militantes de Ham¨¢s, pero tambi¨¦n de un periodista y dos ni?os, muestran que Israel ha optado por la escalada. Lamentar a posteriori las muertes de civiles inocentes no borra el dolor y la impotencia. El da?o es a¨²n m¨¢s grave en la medida en que lo inflinge un Estado que se dice de derecho y democr¨¢tico, pero que viola las m¨¢s elementales normas de presunci¨®n de inocencia y derecho a un juicio justo; que responde al terrorismo con m¨¢s terrorismo cuando no lo provoca con su trato a una poblaci¨®n a la que ha empujado al abismo.
Cunde la desesperanza
Es un c¨ªrculo vicioso que ha hecho perder la esperanza a los observadores m¨¢s optimistas. Los israel¨ªes acusan a la Autoridad Nacional Palestina de 'no respetar en absoluto el alto el fuego' y de haberse transformado en una 'entidad terrorista'. Muestran el horror de los atentados suicidas y sus v¨ªctimas inocentes. Sin embargo, justifican sus castigos colectivos a la poblaci¨®n palestina y sus ejecuciones sumarias de sospechosos de ser terroristas como una 'defensa preventiva'. Los palestinos asisten impotentes a la ocupaci¨®n militar, los bloqueos, la humillaci¨®n constante de los colonos jud¨ªos y los bombardeos de sus pueblos y ciudades. Los atentados son prueba de la desesperaci¨®n de sus j¨®venes que no tienen nada que perder porque carecen de todo.
Es la guerra. Pero una guerra desigual entre un Estado establecido y uno en formaci¨®n, entre unas fuerzas de seguridad bien pertrechadas y unos militantes que se hacen saltar por los aires a falta de mejores armas.
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