La p¨¦rdida del ed¨¦n
Proust y Peter Pan. Todo se iniciaba mucho antes de arribar a ese h¨²medo nombre misterioso como la misma arena honda de la bajamar. Comenzaba con la fila de ba¨²les que el transporte privado de la R¨ªo Tinto Company Limited hac¨ªa llegar a la casa que ocupar¨ªamos durante el verano. Los brit¨¢nicos, due?os de las minas de Riotinto desde 1873, hab¨ªan 'descubierto' aquel para¨ªso perdido (?con o sin Milton?, ?sin o con Luzbel?) y en sus dunas alzaron sus peculiares bungal¨®s: palafitos en tierra, sobre pilares, con marquesinas de madera y cortinas de esparto... aire colonial salpicando la brisa marina. Emblem¨¢ticas construcciones que han sido se?a de identidad de Punta Umbr¨ªa.
Mas para alcanzar la lengua de drag¨®n que lame el Atl¨¢ntico, primero, la canoa (rom¨¢ntica especie en v¨ªas de extinci¨®n), el barquito que hiende las olas entre islas m¨ªticas -Salt¨¦s-. Al apurar la ¨²ltima gota del refresco -Godovi inolvidable emergiendo de cubos con hielo-, atracaba en el peque?o muelle: espejismo de un arco iris de gasoil sobre el agua, resbalosos pelda?os de madera, medusas flotantes como paraca¨ªdas, vistas y no, pinzas de cangrejos entre el barro.
Y ya en la plaza, la helader¨ªa, la mantequer¨ªa Leonesa ('?y por qu¨¦ viene usted de tan lejos a vender aqu¨ª manteca?', pregunt¨¦), los puestecillos con higos chumbos, con canastas de mimbre cubiertas de blancos pa?os, fantasmas bajo los que se escond¨ªa la monta?a pigmea y rosa de los camarones; el volc¨¢n bigotudo de las gambas, la cordillera escarpada de las cigalas... Y al lado, estrellas y sue?os: ?el cine de verano!
Poco m¨¢s. Las ratitas y los joyeros de conchas. Para llegar a casa, caminitos de madera serpeando la arena, perdi¨¦ndose en un horizonte puro que promet¨ªa aventuras sin fin. En caballos, tra¨ªan c¨¢ntaras de zinc con agua, el pan, el pescado... Todo lo dem¨¢s, era mar. El tal¨®n socavando la orilla para hacer aflorar esos duros, cerrados ojos orientales: las coquinas. Todo lo dem¨¢s, era cielo. La luz reci¨¦n vestida, el mundo a¨²n no hollado. Se estrenaban tambi¨¦n los sentidos al inaugurar aquel primer d¨ªa de la Creaci¨®n. Azul sobre azul. Cielo, mar. Luego, s¨®lo quedar¨ªa descubrir que, como cualquier ed¨¦n, lleva impl¨ªcita su p¨¦rdida. Peter Pan y Proust.
Juan Cobos Wilkins es escritor y naci¨® en Riotinto en 1957.
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