El d¨ªa de Manolo
Mart¨ªnez lucha por la primera medalla de un lanzador espa?ol en una gran competici¨®n al aire libre
Manolo Mart¨ªnez quiere desdramatizar el d¨ªa m¨¢s importante de su carrera deportiva. Por primera vez acude a una gran competici¨®n con una marca -21,29 metros- de talla mundial, circunstancia que supone una novedad para ¨¦l y para el atletismo espa?ol. Las expectativas se han disparado y Mart¨ªnez lo sabe. Los medios informativos le requieren constantemente, acoso que el lanzador acepta pacientemente. En los ¨²ltimos meses se ha convertido en una peque?a celebridad, tanto por las marcas que ha conseguido como por la rareza de encontrarse con un lanzador espa?ol en el gotha de la especialidad. Manolo Mart¨ªnez observa todo esto con tranquilidad y cierto escepticismo. No parece impresionado: hoy hace lo mismo que en los ¨²ltimos 13 a?os. Se entrena, levanta pesas, lanza el hierro de siete kilos. Es una rutina que se consagra en una cifra cercana a los 60.000 lanzamientos desde que comenz¨® su trayectoria deportiva en Le¨®n. All¨ª vive todav¨ªa, all¨ª progresa bajo los consejos de Carlos Bur¨®n, all¨ª ha construido una s¨®lida carrera de la que ahora se siente plenamente satisfecho. ?Por qu¨¦ entonces va a temer la presi¨®n? 'Todo lo que venga ser¨¢ un a?adido para m¨ª', confiesa en la v¨ªspera de una jornada muy especial. Por la ma?ana, a las 8.30, disputar¨¢ la fase de clasificaci¨®n. Si todo ocurre con normalidad, por la tarde estar¨¢ luchando por conseguir la primera medalla de un lanzador espa?ol en una gran competici¨®n de verano.
Su rutina diaria no cambiar¨¢. Antes, cuando no dominaba los resortes de la especialidad y se llevaba dejar por la ansiedad de los inexpertos, Manolo Mart¨ªnez segu¨ªa un detallado plan antes de competir en unos campeonatos. Vigilaba la hora de acostarse, de levantarse, de desayunar esto o aquello, de adaptarse a las exigencias de los horarios, de preparar minuciosamente su cuerpo y su mente para el gran momento. 'Con el tiempo me he dado cuenta de que lo mejor es la normalidad', comenta. Dice que duerme bien antes de la competici¨®n y que la responsabilidad no le altera su funcionamiento. En Edmonton parece relajado. No hay tensi¨®n en su tono de voz. De chaval le llamaban el monos¨ªlabo por escueto, pero ahora se siente c¨®modo en la conversaci¨®n, a la que siempre a?ade un punto de iron¨ªa. Visto de cerca genera la impresi¨®n de hombre inteligente, reflexivo y sensato, tres cualidades que hoy la vendr¨¢n muy bien. Ya no es el muchacho impulsivo que quer¨ªa tomar la competici¨®n al asalto. 'Antes era mucho m¨¢s agresivo, y creo que eso es bueno cuando eres joven. Con el tiempo aprendes a conocerte a t¨ª mismo y a los rivales, a no desperdiciar energ¨ªa inutilmente', dice.
Manolo Mart¨ªnez se levantar¨¢ hoy a las cinco y media de la ma?ana, tres horas antes de que comience la serie de clasificaci¨®n. Su desayuno, habitualmente copioso, ser¨¢ m¨¢s ligero, 'no vaya a ocurrir que me encuentre pesado'. En el estadio tendr¨¢ tres intentos para entrar en la final que se disputar¨¢ a partir de las cuatro de la tarde (medianoche en Espa?a). Si todo va bien y no es v¨ªctima de una hora tan intempestiva, s¨®lo necesitar¨¢ un tiro para clasificarse. Es decir, menos de un segundo. Para intentar conseguir una medalla en la final, tendr¨¢ que disputar seis intentos. Seis segundos. Todos los sue?os y las esperanzas, todo el brutal trabajo de una temporada, quedar¨¢ consagrado en menos de siete segundos, una especie de minimalismo contradictorio con la naturaleza de los lanzamientos, donde todo es exagerado: la bola de hierro pesa m¨¢s de siete kilos, los lanzadores son grandes -Mart¨ªnez mide 1,85 y pesa 135 kilos- y los movimientos sorprenden por su velocidad y fiereza.
Movimientos de bailarines Convertido en una peque?a pieza de precisi¨®n, un lanzamiento es la combinaci¨®n de fuerza, velocidad, equilibrio y naturalidad en la coordinaci¨®n. Tambi¨¦n es un problema de medidas. El c¨ªrculo de lanzamiento s¨®lo tiene un di¨¢metro de 2,1 metros. En un espacio tan reducido estos gigantes se mueven como bailarines, en contra de las limitaciones que encuentran. La cadena de movimientos tiene que ser perfecta desde el primer momento, cuando comienza a aplicarse la fuerza sobre el pie de apoyo, contrario al brazo de lanzamiento. Todo lo dem¨¢s es una imparable cadena de energ¨ªa cin¨¦tica que termina en la deteriorada mano que sostiene el pedazo de hierro. Mart¨ªnez espera reproducir el momento m¨¢gico del tiro que vali¨® 21,29 metros. Carlos Bur¨®n le dijo que hab¨ªa sido un lanzamiento discreto desde el punto de vista t¨¦cnico, 'pero yo no sent¨ª la bola cuando sali¨® de la mano, no pesaba nada'. A eso aspira en Edmonton. Si ocurre tal milagro, el lanzador espa?ol estar¨¢ en condiciones de luchar contra las grandes estrellas de la especialidad: el estadounidense John Godina, el joven surafricano Janus Roberts y el campe¨®n ol¨ªmpico Harju.
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