Un abrazo al mar
La Herradura es un abrazo al mar. As¨ª me pareci¨® cuando, a mediados de los a?os 60, llegu¨¦ por primera vez all¨ª. Yo s¨®lo hab¨ªa visto antes una bah¨ªa mal pintada en blanco y negro en una Enciclopedia ?lvarez. Lo primero que suced¨ªa cada mes de julio era un viaje ¨¦pico desde Granada hasta el mar. Si pocos eran entonces los que veraneaban a la vera del mar, menos a¨²n los que dispon¨ªan de coche propio para realizar la aventura.
Un buen amigo, Antonio, carnicero del lugar, iba hasta Granada en una furgoneta DKW a recogernos. Entre primos, t¨ªos y abuela ¨¦ramos 12. La pobre abuela iba como si estuviera en la novena, moviendo los labios pero sin hacer ruido. El ruido era cosa nuestra. Los 90 kil¨®metros daban para varias paradas, reverenciales, previstas por cualquiera que hiciera el trayecto.
Pero lo que a los ni?os nos gustaba eran los t¨²neles, el de ?zbor y el de la Gorgoracha. Al pasar por ellos, el poco orden que hab¨ªa en el veh¨ªculo se descompon¨ªa: voces, golpes... La abuela se santiguaba. De Almu?¨¦car a La Herradura casi ning¨²n est¨®mago aguantaba las decenas de curvas.
La Herradura es gente noble, de puertas abiertas. Una playa infinita a lo largo y a lo ancho, desde la Punta de la Mona a Pe?aparda. Por entonces hab¨ªa m¨¢s barcas de pesca que sombrillas en la arena. Recuerdo bien a Ricardo, un marinero alto, casi siempre vestido de negro. Sacaban el copo como a las siete de la ma?ana. Arrastraban la red hasta la orilla. Una vez all¨ª tiraban de ella con unas bandas de esparto que les cruzaban el cuerpo. Las enrollaban a la cuerda de la red. Los jadeos del esfuerzo encontraban eco en el romper r¨ªtmico de las olas.
El d¨ªa en la playa era una constante aventura. Los primeros d¨ªas siempre est¨¢bamos con los hombros achicharrados. El ¨²nico factor de protecci¨®n solar era la sombrilla y ning¨²n ni?o aguantaba all¨ª metido. A¨²n me es f¨¢cil evocar el olor de aquel bronceador casero que se envasaba en un quinto de cerveza: un poco de agua del mar, aceite de oliva y un poco de vinagre. A¨²n conservo manchas en la piel de tales provocaciones al sol. Los ni?os no ten¨ªamos horas, sobre todo por la noche. Nunca recuerdo haber jugado a tantas cosas con tan pocos juguetes. Ca¨ªamos en la cama rendidos, s¨®lo con la necesidad de reponernos pronto para el d¨ªa siguiente.
La Herradura era un abrazo al mar y termin¨® abraz¨¢ndonos a todos.
, donde naci¨® en 1960.
Francisco ?lvarez de la Chica es secretario general del PSOE de Granada
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