El Fandi y su viol¨ªn
El Fandi, nuevo en la plaza de Santander, se trajo para este festejo cosido al traje de luces el entusiasmo del que quiere llegar alto. Entreg¨® todo cuanto ten¨ªa: valor, variedad, maneras. Bullidor, alegre y variado con el capote. Es en el tercio de banderillas, en el que, con exposici¨®n y variedad, levanta a la plaza. Se vieron todos los g¨¦neros: de poder a poder, de fuera adentro, la moviola y, por fin, el viol¨ªn. Lo del viol¨ªn es el no va m¨¢s; en los tendidos se pasaba del ?huy! a la ovaci¨®n clamorosa.
Todo queda listo para sentenciar sus faenas, ambas de corte similar, en las, que junto a pases y suertes de enjundia, siguen otras sin ritmo ni ligaz¨®n. Adornado en exceso, su arrojo convenci¨® a los presentes. En resumen, le falt¨® quietud y le sobraron prisas.
Carriquiri / Luguillano, Encabo, Fandi
David Luguillano: atravesada, descabello (vuelta); estocada (oreja). Luis Miguel Encabo: atravesada haciendo guardia (ovaci¨®n y saludos); bajonazo trasero, media, descabello (vuelta). El Fandi: estocada atravesada, descabello (oreja); estocada (oreja). Abri¨® la puerta grande. Plaza de Santander, 4 de agosto. Corrida de Beneficencia. Media entrada.
David Luguillano, sin acoplamiento con el capote en sus dos enemigos, con la fr¨¢mula excesivamente r¨ªgido, falto de naturalidad. M¨¢s est¨¦tico que hondo. Dej¨® pinceladas de clase. Diluy¨® sus faenas entre paseos, idas y venidas de la cara del toro a la raya del tercio en busca del aplauso f¨¢cil. Superado por su primero, abus¨® del noble quinto, pero sin convencer. Recurri¨® a la rodilla en tierra para calentar el cotarro. Bien con los aceros.
Luis Miguel Encabo luci¨® ante su primer manso capote de lidiador con conocimiento de causa. Metido el burel en vereda tir¨® de variedad y cantidad. Estuvo serio y con disposici¨®n en banderillas.
Con la muleta, a su primero, faena medida y de acuerdo con el estado del carriquiri. Sosegado, valiente y templado por redondos. Demostr¨® que nada hab¨ªa que hacer por el pit¨®n izquierdo.Con el noble quinto, igual de bien con el capote, mand¨®n, con ritmo y calidad con la derecha. Baj¨® el nivel por naturales. Los adornos, los justos. Sus ansias de triunfo le aceleraron a la hora de la suerte suprema, lo que le priv¨® de un merecido triunfo. Maduro, conocedor del estado de los toros, pide paso en el carrusel de las ferias.
En definitiva, se trat¨® de un ep¨ªlogo feliz a la temporada santanderina, que dej¨® en general buen sabor de boca entre los aficionados, tanto en lo que se refiere a la presentaci¨®n de los toros, como a la actitud de los toreros.
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