EL ?LTIMO TRAYECTO DE Horacio Dos
Resumen. A punto de efectuar el desembarco en la Estaci¨®n Espacial, el delincuente Gara?¨®n vuelve a presentarse ante Horacio Dos, solicit¨¢ndole formar parte de la expedici¨®n que entrar¨¢ en Fermat IV, con arma reglamentaria incluida. La misma petici¨®n formula la se?orita Cuerda, con id¨¦ntico resultado positivo.
6 Jueves 6 de junio (continuaci¨®n)
A punto para desembarcar en la Estaci¨®n Espacial Fermat IV, a cuyo and¨¦n exterior nos encontramos acoplados, y atendiendo los rumores probablemente infundados que circulan acerca de la peligrosidad de dicha Estaci¨®n Espacial, ordeno apostar la artiller¨ªa ligera junto a la escotilla a fin de evitar posibles sorpresas y, eventualmente, de cubrir la retirada de la expedici¨®n. Uno de los dos servidores de la bater¨ªa, reclutados la v¨ªspera por el m¨¦dico de a bordo entre los Ancianos Improvidentes, no comparece porque, llevado de su celo, ha montado guardia junto al howitzer toda la noche y ahora no hay quien lo despierte, pero el otro, que parece bastante despejado para su edad, promete defender la posici¨®n hasta la ¨²ltima gota de su sangre.
Como ya pasan cinco minutos de la hora concertada, dispongo que empiece la operaci¨®n de apertura de la escotilla.
Finalizada la operaci¨®n de apertura de la escotilla con veinte minutos de retraso sobre la hora prevista debido a varios errores de c¨¢lculo, transfiero oficialmente el mando de la nave, con car¨¢cter interino y no computable a efectos de escalaf¨®n, al primer segundo de a bordo, Graf Ruprecht von Hohend?lfer, D. D. M. de F., alias Tontito, hasta mi regreso de la expedici¨®n a la Estaci¨®n Espacial Fermat IV. Acto seguido, y de acuerdo con las normas de protocolo, ordeno al portaestandarte abandonar la nave. Al asomarse al exterior, una fuerte r¨¢faga de viento derriba al portaestandarte y le arrebata el pend¨®n, que al instante se congela y se pierde en forma irremediable en el vac¨ªo.
Desde el interior de la Estaci¨®n Espacial nos indican por megafon¨ªa que debemos utilizar las argollas dispuestas en forma equidistante a lo largo del fuselaje del and¨¦n exterior, pues la Estaci¨®n Espacial est¨¢ sometida a constantes tolvaneras. Asimismo nos recomiendan mantener los ojos cerrados y no respirar hasta encontrarnos en el interior del recinto de observaci¨®n sanitaria preventiva, debido a las part¨ªculas altamente t¨®xicas e irritantes arrastradas por el viento.
Considero que deber¨ªan haber hecho estas advertencias antes, pero me abstengo de exponer esta opini¨®n por no ser las circunstancias propicias para ello.
Siguiendo las instrucciones recibidas, y no sin dificultad, accedemos a la d¨¢rsena interior, donde se encuentra el ya citado recinto de observaci¨®n. Cerradas las compuertas del and¨¦n exterior y efectuadas las observaciones sanitarias preventivas previstas por el reglamento, accedemos a un corredor que conduce a la sala de recepci¨®n, donde nos aguarda el gobernador de la Estaci¨®n Espacial en persona, acompa?ado de su s¨¦quito. Es un honor que sobrepasa lo establecido en las normas b¨¢sicas de protocolo y que agradezco sinceramente en mi fuero interno.
El s¨¦quito del gobernador est¨¢ compuesto del administrador general o contralor, el proveedor de almac¨¦n, un ingeniero de m¨¢quinas, un sanitario diplomado y un protonauta honorario, que pronuncia el discurso ritual de bienvenida, al que respondo brevemente. La ceremonia se ve entorpecida en varias ocasiones por nuestro portaestandarte, al cual, habiendo inhalado por inadvertencia las part¨ªculas t¨®xicas del aire, sobrevienen accesos continuos de n¨¢usea espasm¨®dica. Como las ya citadas part¨ªculas tambi¨¦n son irritantes, el portaestandarte se halla asimismo aquejado de p¨¦rdida moment¨¢nea de la visi¨®n, lo que le impide determinar hacia d¨®nde debe dirigir el v¨®mito. Esto obliga al resto de los presentes a efectuar continuos desplazamientos, as¨ª como a abreviar los tr¨¢mites.
Cumplidas las formalidades protocolarias, presento al gobernador la lista por triplicado de nuestras necesidades, consistentes en v¨ªveres, agua, medicinas, art¨ªculos de tocador y diversos repuestos de orden t¨¦cnico, entre los que figuran los balastos que se estrellaron contra el fuselaje de la Estaci¨®n Espacial, quedando inservibles. El gobernador firma la lista y entrega dos copias al administrador general, el cual entrega una de ellas al proveedor de almac¨¦n, qued¨¢ndose ¨¦l la otra para proceder al correspondiente escandallo. Acto seguido, y mientras se cursan las peticiones, el gobernador me invita a tomar un piscolabis a su casa.
Mismo d¨ªa por la noche
C¨®modamente instalado en casa del gobernador, hombre fino, de una educaci¨®n esmerada, chapado a la antigua y de una bondad sin l¨ªmites. Sin duda, los rumores que circulan sobre la Estaci¨®n Espacial Fermat IV pertenecen al pasado o se deben a un error de apreciaci¨®n o son simplemente un infundio. Convencido de ello y a ruegos del gobernador, he ordenado a todos los miembros de la expedici¨®n que entregasen las armas que portaban para ser devueltas a la nave, pues causaban mal efecto. La orden ha sido cumplida de mala gana, incluso con resistencia de palabra y obra por parte del llamado Gara?¨®n, a quien he amenazado con devolver a la nave junto con las armas si volv¨ªa a poner mi autoridad en entredicho delante del gobernador y de las autoridades administrativas de la Estaci¨®n Espacial y a llamarme 'berzotas'.
Tambi¨¦n he tenido que imponerme a la hora de distribuir los alojamientos. El llamado Gara?¨®n quer¨ªa compartir camarote con la se?orita Cuerda, pero ¨¦sta se ha negado en redondo y ha dicho que s¨®lo compartir¨ªa camarote con el doctor Agustinopoulos, el cual, por su parte, se empe?aba en compartir camarote con el llamado Gara?¨®n o, en su defecto, con el segundo segundo de a bordo. Finalmente he dispuesto que el doctor Agustinopoulos durmiera con el portaestandarte, cuyos v¨®mitos parecen ir menguando en intensidad y empieza a recobrar la visi¨®n de un ojo. El segundo segundo de a bordo y Gara?¨®n dormir¨¢n en el camarote contiguo, y la se?orita Cuerda, en un camarote individual que el gobernador ha tenido a bien habilitar en su propio domicilio, donde yo tambi¨¦n me alojo. Conforme al protocolo, me ha sido asignada la habitaci¨®n de visitantes ilustres, que dispone de sanitario, palangana y piltra, aut¨¦nticos lujos en un lugar donde reina una austeridad un punto por encima de 'monacal' y dos por debajo de 'cuartelera'. En cuanto al guardia de corps, cuya misi¨®n consiste en proteger la integridad f¨ªsica del comandante de la nave incluso con riesgo de la suya, he dispuesto, en vista de que su presencia en la Estaci¨®n Espacial es de todo punto innecesaria, que regrese a la nave a informar al primer segundo de a bordo de la buena marcha de la expedici¨®n y transmitirle mi orden de desactivar las defensas de la nave y licenciar a los servidores del howitzer. Estas medidas han sido muy del agrado del gobernador, que ha visto en ellas una justa reciprocidad a sus desvelos por hacernos la estancia agradable y productiva. Adem¨¢s, no hab¨ªa otra forma de establecer contacto con la nave, porque de resultas de las constantes tolvaneras, las comunicaciones con el exterior por los m¨¦todos audiovisuales ordinarios han quedado interrumpidas.
El gobernador de la Estaci¨®n Espacial Fermat IV es hombre de avanzada edad, se llama Propercio Demoniaco, alias Flan de Huevo, y desciende de una ilustre familia de Lesoto, en cuya universidad curs¨® estudios de ciencias pol¨ªticas y econ¨®micas. En su juventud debi¨® de ser de aventajada estatura, atl¨¦tico de constituci¨®n y agraciado de facciones, pero los a?os han encogido su esqueleto, apergaminado su piel, abotargado sus rasgos y mermado su apostura. En la actualidad su aspecto es el de una pelota vieja y deshinchada, anda arrastrando los pies y tropezando con muebles y personas y el brillo otrora brioso de su mirada ha sido reemplazado por una vacuidad turbia rayana en la idiocia.
Acabada la cena, me conduce al tresillo, junto a la salida de gases tibios, me ofrece una jarra de una bebida alcoh¨®lica de ¨ªnfima calidad y en esta atm¨®sfera distendida me cuenta su historia.
Continuar¨¢
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