FIORDOS, LA INMENSIDAD SINUOSA
Entre las ciudades noruegas de Bergen y ?lesund, una sucesi¨®n de glaciares y monta?as conforma uno de los paisajes m¨¢s bellos y salvajes de Europa. El silencio y el car¨¢cter reservado de los habitantes de diminutos pueblos acompa?an al viajero.
Al norte de la ciudad de Bergen, flamante Capital Europea de la Cultura de 2000, se encuentran los fiordos m¨¢s bellos de Noruega. Las masas monta?osas que los rodean esconden un sinf¨ªn de picachos, pueblos diminutos, lagos, r¨ªos impetuosos y formaciones glaciares que configuran un paisaje salvaje y singular. El silencio y la inmensidad despoblada de los espacios naturales son las credenciales de este territorio escandinavo. Todo, aqu¨ª, parece exagerado y magnificente, en claro contraste con la reserva nada t¨®pica de las gentes que pueblan los condados de Sogn og Fjordane, Oppland y Mfre og Romsdal.
Un buen punto de partida para conocer la zona es el Sognefjorden, situado a unos 100 kil¨®metros de Bergen. Sus 200 kil¨®metros de longitud lo convierten en el entrante mar¨ªtimo m¨¢s largo de Noruega. Las aguas del fiordo alcanzan una profundidad de 1.000 metros y son el testigo imperturbable del origen glaciar de estos valles anegados. Un fiordo constituye una sinuosa r¨²brica a medio camino entre un lago y el mar. Su formaci¨®n se debe al tenaz y obstinado trabajo de los hielos cuaternarios que, al fundirse, dejaron v¨ªa libre a las aguas marinas. En el Sognefjorden, una sucesi¨®n de laderas cubiertas de abedules roza las delgadas orillas, donde los manzanos florecen con el primer augurio de calidez. Este alargado brazo de mar posee diversas ramificaciones -como el estrecho Naer?yfjorden-, que pueden contarse entre los fiordos m¨¢s bellos, y menos conocidos, de Noruega. La tranquila poblaci¨®n de Balestrand, ubicada en un espectacular escenario natural, tiene el aire se?orial de una poblaci¨®n balnearia de principios de siglo. Su urbanismo est¨¢ presidido por la fachada del hotel Kviknes, cuyos jardines son un remanso de paz que s¨®lo altera el leve chapoteo de los anzuelos que se sumergen en el agua. En el Sognefjorden se encuentran dos importantes iglesias de madera: Kaupanger y Urnes. Esta ¨²ltima fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y data de la segunda mitad del siglo XI. Urnes es la iglesia de madera m¨¢s antigua del mundo y sus detalles arquitect¨®nicos y decorativos nos remontan a un primitivismo tan austero como las monta?as que la circundan. La iglesia, de estilo rom¨¢nico, domina a vista de p¨¢jaro el Lustrafjorden y alza su oscuro campanario entre frambuesos que se asoman al l¨ªmpido espejo de un mar sin olas.
El mayor glaciar europeo El Nordfjorden, al norte, encierra un paisaje ind¨®mito y singular. Para adentrarse en sus confines, la mejor opci¨®n es tomar la carretera que, desde Sogndal, permite acceder a Byrkjelo, Innvikfjorden y Stryn. Uno de los principales atractivos del Nordfjorden es el cercano Jostedalsbreen. Este glaciar, el m¨¢s extenso de la Europa continental, se extiende sobre una alta meseta de la cual parten lenguas de hielo que, como brazos de una ara?a azulada, se desploman en picado sobre los hondos valles. El Nordfjorden se adentra, con varios ramales de tortuoso trazo, hasta Stryn. En los aleda?os de esta poblaci¨®n se encuentran varios villorrios cuyas casas, de madera coloreada, se esparcen aqu¨ª y all¨¢ sin llegar a formar verdaderas calles. Se trata de localidades, rodeadas de monta?as, donde reina el sosiego y donde el tiempo se mide al ritmo de las tareas agr¨ªcolas. En verano, la recogida de la hierba de los prados totalmente mecanizada, el rojo intenso de los groselleros y el tono ros¨¢ceo de los epilobios son el contrapunto de la adustez de la nieve y la roca. En invierno la actividad se reduce, pero la corriente c¨¢lida del Golfo de M¨¦xico contribuye a suavizar las temperaturas.
Geirangerfjorden, situado al norte del Nordfjorden, es uno de los fiordos m¨¢s conocidos y, sin duda, el m¨¢s divulgado por las im¨¢genes tur¨ªsticas. Se trata de un estrecho brazo rodeado de escarpadas laderas por las que se precipitan numerosas cascadas que vierten sus deshilachadas aguas sobre la superficie del fiordo. Un servicio de barcos tur¨ªsticos permite visitar el fiordo hasta su confluencia con el Sunnylvsfjorden. Al sur de Geiranger, una pista de peaje accede al impresionante mirador del monte Dalsnibba, un nido de ¨¢guilas situado a 1.476 metros sobre el nivel del mar. Tambi¨¦n son excepcionales las vistas sobre el fiordo que se contemplan desde la carretera que conduce a Eidsdal. En su recorrido merece la pena pararse en el lago Eidsvatnet y visitar los deliciosos pueblos de los aleda?os.
La morada de los gigantes En este periplo resta hablar del Jotunheimen, la morada de los gigantes seg¨²n la mitolog¨ªa escandinava. Su nombre sugiere de forma bastante exacta el tipo de paisaje que domina la regi¨®n: monta?as de tipo alpino, paisajes desolados, mesetas con anchos pedregales y superficies cubiertas de musgos, l¨ªquenes y nieve. Un lugar solitario que, sin duda, sigue siendo propicio a los grandes relatos. La regi¨®n del Jotunheimen, cuya desolada tundra es atravesada por los renos en sus m¨¢s remotos confines, est¨¢ incluida dentro del parque nacional del mismo nombre. En Noruega, un parque nacional supone bien poco: alg¨²n cartel escaso, unos pocos folletos y una informaci¨®n escu¨¢lida. El visitante, pues, debe abrir bien los ojos y explorar el territorio por su cuenta. Partiendo de los fiordos, el parque debe abordarse desde la carretera que une Lom con Sogndal. El Sognefjell, un paso situado a m¨¢s de 1.400 metros de altura, es un buen lugar para iniciarse en el conocimiento de la regi¨®n. Hay que tener en cuenta que, en el Jotunheimen, las rutas a pie son largas y transcurren por zonas de monta?as solitarias y ¨¢speras. Si se desea ir m¨¢s all¨¢ de la carretera panor¨¢mica que atraviesa el parque, una pista estrecha y llena de curvas nos sit¨²a en Juvasshytta, donde existe una pista de esqu¨ª de verano. Desde sus cercan¨ªas se divisa el pico m¨¢s alto de Noruega: el Galdh?piggen, de 2.469 metros de altura. En la lejan¨ªa restan otros hitos de la regi¨®n: Besseggen, Glittertind, Storadalen, Memurubu... La morada de los gigantes atalaya, imperturbable, la serenidad inc¨®lume de valles y monta?as. Es el momento en que el viajero ha comprendido el motivo de su viaje: un reflejo, rayano en lo perfecto, de lo inmenso.
Llu¨ªs Calvo (1963) es autor de Aconitum (Edicions 62)
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