Desalojo urbano
Ayer, de madrugada, un centenar de inmigrantes subsaharianos sin papeles que dorm¨ªan desde principios de mayo en la plaza de Catalunya de Barcelona fueron desalojados por la Guardia Urbana. No hubo violencia por parte de los agentes, ni tampoco resistencia por la del grupo de africanos. Simplemente se les indic¨® que ah¨ª no pod¨ªan pernoctar y ellos levantaron el campo. El Ayuntamiento justifica su actuaci¨®n subrayando que entre sus obligaciones figura la de preservar para todos los ciudadanos un espacio p¨²blico del que ning¨²n colectivo tiene el derecho a apropiarse. Es un argumento, pero lo mismo puede decirse de la plaza de Espanya, donde, frente a las dependencias de la Cruz Roja y del Servicio de Atenci¨®n a Inmigrantes y Refugiados (servicios que ayer quedaron colapsados) se han instalado ahora los inmigrantes.
Procedentes en su mayor¨ªa de Nigeria, aunque ellos aseguran que vienen de Sierra Leona, pa¨ªs en guerra al que no se les puede devolver, estos inmigrantes tienen muy dif¨ªcil, por no decir imposible, regularizar su situaci¨®n en Espa?a. El plazo para hacerlo expir¨® el 31 de julio y en cualquier caso es poco probable que ninguno de ellos pudiera acreditar una estancia en el territorio nacional anterior al 23 de enero. El problema es humanitario y de sentido com¨²n. Est¨¢ claro que una actitud permisiva del Ayuntamiento alentar¨ªa nuevas iniciativas, pero limitarse a echar a los inmigrantes de una plaza sin darles ninguna asistencia ni alternativa equivale a desplazar el problema de una plaza a otra. No son conflictos f¨¢ciles de resolver. Sin embargo, la imprevisi¨®n con que en ¨¦ste y otros casos act¨²an las administraciones indica que falta mucha sensibilidad para que personas perseguidas hasta Europa por la miseria de sus lugares de origen se sientan tratadas como lo que son: personas, precisamente.
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