Gonz¨¢lez de Z¨¢rate
Cada pueblo tiene la historia que se merece. Y cada ciudad. Tambi¨¦n Vitoria. Y ah¨ª, donde la ve¨ªan dulce y recatada, tiene una historia reciente dura, excesiva, tr¨¢gica. Como la tiene toda la vieja Europa en el siglo que hemos dejado. Dos diputados generales y un alcalde asesinados. Producto de unas ideolog¨ªas infames, de la miseria humana, de ruindades pol¨ªticas.
Las cosas son as¨ª y as¨ª hay que contarlas aunque se est¨¦ de feria. Lo ha hecho con valent¨ªa la corporaci¨®n municipal. El domingo, D¨ªa Grande, d¨ªa de solemnidades y regocijo familiar, pod¨ªan ser recordados. Hacerlo era un acto de justicia, una forma de resta?ar heridas, un modo de asumir el pasado, de reivindicar lo mejor de un buen mal tiempo (bueno por germinal; malo por extremoso y tr¨¢gico), de tomar la historia por los cuernos y pensar en el porvenir. Y fueron recordados. Bien est¨¢.
El Ayuntamiento dio la Medalla de Oro de la Ciudad a Jos¨¦ Angel Cuerda (otro pedazo de la historia de esta urbe; la del Club Aquinas y toda la generaci¨®n que rompi¨® con sus padres y el franquismo para facilitar la democracia; la de quienes hicieron la nueva Vitoria democr¨¢tica y aut¨¦nticamente urbana), y se la dio a Teodoro Gonz¨¢lez de Z¨¢rate.
Gonz¨¢lez de Z¨¢rate, el tendero con blus¨®n y bonhom¨ªa, el ¨²ltimo alcalde democr¨¢tico de Vitoria antes de Jos¨¦ Angel; quien proclam¨® en la Plaza Nueva -cuando a¨²n no exist¨ªa el Celed¨®n, el mu?eco, ni usted probablemente ni yo-, un 14 de abril de 1931 la Rep¨²blica en Vitoria. La Segunda, que la Primera lo fue el 28 de febrero de 1873. Un hombre bueno, ecu¨¢nime, conciliador y honrado, a decir de Tom¨¢s Alfaro (el teniente de alcalde que le sustituy¨® en sus licencias y quien escribi¨® la memoria m¨¢s noble e ilustrada de esta ciudad; otro nombre a recordar). Un tipo simp¨¢tico que tomaba sus licencias de la alcald¨ªa para atender su tienda; un hombre bueno que fue asesinado (con otros quince republicanos -San Vicente, Collel-, socialistas -D¨ªaz de Arcaya, Cerrajer¨ªa- y un nacionalista -Abaitua-) la noche del 31 de marzo de 1937 en el puerto de Az¨¢ceta. Asesinado con alevos¨ªa. Encarcelado, llevado al monte y asesinado sin explicaci¨®n. Todo para que el general Mola (ustedes saben qui¨¦n fue) resultara cre¨ªble en sus amenazas, que le temieran los vizca¨ªnos a los que atacar¨ªa a partir de ese d¨ªa en la mayor ofensiva militar del 37.
Cada pueblo tiene su historia. Y cada ciudad. Vitoria ha tenido la suya (in memoriam Teodoro Olarte, 1936, y Fernando Buesa, 2000, diputados generales de la provincia, asesinados por la m¨¢s vil intolerancia). Asumirla es un grado. Reivindicarla y proyectarla en una cultura de tolerancia es afrontar el futuro con garant¨ªas de ¨¦xito.
Larga vida a los teodoros, nietos de los Gonz¨¢lez de Z¨¢rate y los Olarte. Larga vida a todos, amigos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.