Jatam¨ª, segunda parte
Si los proleg¨®menos de su investidura son un indicio de lo por venir, el presidente iran¨ª se enfrenta a un nuevo mandato tan magro para el campo reformista como lo ha sido el primero. Mohamed Jatam¨ª, que tras su arrolladora victoria electoral hace dos meses asume hoy el cargo por segunda vez, ha debido aplazar tres d¨ªas la ceremonia mientras el Parlamento completaba dos vacantes en el Consejo de los Guardianes de la Constituci¨®n, uno de los varios en manos de los conservadores y, junto con el poder judicial, principal cortocircuito de la liberalizaci¨®n del Estado.
Los dos elegidos pertenecen al ala retr¨®grada, pese a ser mayor¨ªa los reformistas en el legislativo. La raz¨®n del aparente contrasentido es que el influyente consejo, encargado de dictaminar la conformidad de las leyes con el islam, est¨¢ nombrado en la pr¨¢ctica por Al¨ª Jamenei: la mitad, directamente, y el resto, por los diputados entre una lista que les somete el jefe del poder judicial..., a su vez designado por Jamenei. En la teocracia que Teher¨¢n es, Jatam¨ª tiene los votos populares, pero el l¨ªder supremo y vitalicio del pa¨ªs, el ayatol¨¢ Jamenei, es a todos los efectos el n¨²mero uno. Y en torno a ¨¦l orbitan desde los conservadores m¨¢s civilizados a los que derivan de Dios la legitimidad del Gobierno.
Los reformistas tiran del carro, pero los inmovilistas llevan las riendas en la cohabitaci¨®n iran¨ª a trav¨¦s de su control sobre instancias clave del Estado, como la justicia, la legalidad constitucional o los varios consejos de car¨¢cter restrictivo y grandes prerrogativas en torno a Jamenei. Como bot¨®n de muestra, la victoria reformista en las elecciones parlamentarias de hace un a?o, saludada con entusiasmo popular, hizo inmediatamente agua con la prohibici¨®n de peri¨®dicos y el encarcelamiento de periodistas.
El ideario gradualista de Jatam¨ª ha hecho el pa¨ªs asi¨¢tico mucho m¨¢s vivible en los ¨²ltimos a?os; la libertad de expresi¨®n se ha ensanchado y los usos del iran¨ª medio ya no est¨¢n tan sometidos a la implacable fiscalizaci¨®n del Estado. Pero los cambios distan de satisfacer a quienes pretenden una modernizaci¨®n sin hipotecas. Durante cuatro a?os, el presidente ha intentado ampliar el horizonte de libertades de su pueblo sin romper un solo plato. En los que inaugura hoy, tendr¨¢ que hacer un estropicio en la vajilla si quiere satisfacer las aspiraciones de sus votantes.
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