La crisis de G¨¦nova
Al admitir ayer ante el Parlamento que las fuerzas de orden p¨²blico se excedieron contra los manifestantes en la cumbre del G-7, el jefe de la polic¨ªa italiana ha se?alado una obviedad. Si el comportamiento de los agentes hubiera sido profesional, no habr¨ªan sido destituidos tres altos responsables policiales, ni se hubiera votado la cabeza del ministro del Interior, ni abogados de media Europa estar¨ªan preparando, en nombre de maltratados, querellas contra el Gobierno italiano. Lo sucedido en G¨¦nova el mes pasado, y el descr¨¦dito exterior que ha acarreado al nuevo Gabinete, se ha convertido, bien a su pesar, en una crisis pol¨ªtica para Silvio Berlusconi, llegado al poder precisamente en brazos de un programa de ley y orden.
El Gobierno italiano defendi¨® inicialmente el indefendible comportamiento de sus fuerzas de seguridad. Despu¨¦s, la presi¨®n de sus aliados europeos y la evidencia incontestable de los hechos -el brutal asalto a una escuela utilizada como dormitorio por algunos de los manifestantes m¨¢s inofensivos o el trato violento y humillante inflingido a centenares de detenidos en el cuartel de Bolzaneto, que jueces italianos han calificado sin rebozo de tortura- ha hecho rectificar a Il Cavaliere y admitir que algo no funcion¨® en G¨¦nova. El propio presidente de la Rep¨²blica ha tenido que pedir que se haga r¨¢pidamente la luz sobre lo ocurrido entre el 20 y el 22 de julio, y la oposici¨®n exige la comparecencia de Berlusconi ante la comisi¨®n parlamentaria, una entre media docena, que ha iniciado finalmente esta semana su investigaci¨®n; con poca prisa, porque se ha dado de plazo hasta finales de septiembre. Las indagaciones aportar¨¢n poco a la brutalidad mostrada por los agentes. Pero quiz¨¢ s¨ª lleguen a desvelar si su comportamiento fue s¨®lo cuesti¨®n de incompetencia o la sistem¨¢tica violencia policial tuvo otras connotaciones.
Tan escaldado est¨¢ el primer ministro italiano que no ha dudado en plantear el traslado de la pr¨®xima cumbre de la FAO, en noviembre, desde Roma a alg¨²n pa¨ªs africano, con el pintoresco argumento de que all¨ª est¨¢n los que realmente pasan hambre; y considera que sea en otro lugar diferente de N¨¢poles donde se re¨²nan en septiembre los ministros de Defensa de la OTAN. Berlusconi ha apoyado tambi¨¦n inmediatamente una tibia sugerencia alemana para que un eurocuerpo policial de expertos lidie en el futuro con los m¨¢s b¨¢rbaros de los antiglobalizadores.
Ning¨²n Gobierno serio deber¨ªa utilizar un fracaso de orden p¨²blico, aunque sea tan sonado, como pretexto para incumplir sus deberes como anfitri¨®n internacional. Las sugerencias de Berlusconi, adem¨¢s, se?alan la incapacidad de un sistema democr¨¢tico para enfrentarse civilizadamente a la protesta organizada. Los disidentes pac¨ªficos, la gran mayor¨ªa, tienen derecho al respeto. Para combatir a los profesionales de la violencia, las polic¨ªas de la UE, tambi¨¦n la italiana, deben haber desarrollado a estas alturas los m¨¦todos y medios pertinentes, sin necesidad de tirar por la borda en su aplicaci¨®n los preceptos de democracia y tolerancia que cimentan el espacio pol¨ªtico europeo.
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