Regalo de verano
Cuando el elemento sorpresa no est¨¢ presente en los territorios del arte los temas pierden inevitablemente parte de su inter¨¦s. Lo sorpresivo se relaciona con el sobresalto, lo nuevo, lo desconocido o incluso con aquello olvidado por el desuso. As¨ª ocurre con la exposici¨®n que durante este mes de agosto se cuelga en el Photomuseum de Zarautz con el titulo Ver con la c¨¢mara. Es algo imprevisto, conmueve cuando recupera parte de los relatos fotogr¨¢ficos de Erna Niemeyer (Bublitz, Pomerania, 1901; Versalles, 1996) m¨¢s conocida en los ambientes art¨ªsticos y literarios por R¨¦ Soupault. Un nombre adquirido por su uni¨®n con Philippe Sopault al que conoce en Par¨ªs en 1933, despu¨¦s de haber estado casada con el dada¨ªsta y director de cine Hans Richter.
Es junto a su segunda pareja con quien realizar¨¢ numerosos viajes que est¨¢n en el origen de sus reportajes. No es f¨¢cil encontrar referencias de esta pintoresca mujer, tambi¨¦n literata y traductora. Los libros de historia de la fotograf¨ªa no la citan. Incluso los abigarrados archivos con datos que circulan por la inabarcable red de Internet no ofrece muchos atisbos de ella. Sin embargo, por una cortes¨ªa del instituto alem¨¢n Goethe, ahora tenemos el privilegio de conocerla en Zarautz. Los fundamentos de su criterio art¨ªstico los adquiri¨® en Weimar donde, entre 1921 y 1925, acudi¨® a la Escuela Superior de las Formas: la Bauhaus. Aprende con Wassili Kandinsky, sobre quien a?os m¨¢s tarde hace una pel¨ªcula, Oskar Schlemmer, Paul Klee y, de manera especial, con Johannes Itten. Era una manera diferente de entender el arte.
La combinaci¨®n de lo artesano, con lo industrial y lo arquitect¨®nico le hacen ver el mundo desde una perspectiva que rompe con todas las convenciones dominantes hasta entonces. Se cultiva en un hogar de cultura donde nace la nueva fotograf¨ªa y presenta su influencia en todos los dominios donde cabe la pl¨¢stica. Un medio de expresi¨®n capaz de transformar la visi¨®n del mundo, atribuy¨¦ndose valores comunicativos y pedag¨®gicos. El criterio de creaci¨®n productiva que le otorgan sirve a distintas funciones. En el marco de la actividad escolar se preocupa por distintos ejercicios sobre composici¨®n, textura, iluminaci¨®n; sirve tambi¨¦n para la elaboraci¨®n de collages como recursos propagand¨ªsticos y publicitarios. Se le adjudica un papel relevante para representar los nuevos objetos industriales, manufacturas y arquitectura. No se olvida de la creaci¨®n puramente art¨ªstica, ni de la instant¨¢nea de la vida cotidiana, donde los encuadres se dejan llevar por picados y contrapicados, asimetr¨ªas y contrapuntos, todos repletos de nuevos equilibrios visuales.
En este ambiente tan polifac¨¦tico, y en s¨ª mismo enriquecedor, es donde se modelan los criterios creadores de R¨¦ Soupault, que trabaja la escritura, la radio, el cine y tambi¨¦n la fotograf¨ªa. Esto ultimo, por lo que hoy se conoce, solo hasta la d¨¦cada de los a?os cuarenta. Ahora, en la sala del Photomuseum (de la que esperamos ansiosos una magn¨ªfica remodelaci¨®n) se recogen trabajos realizados entre 1932 y 1938. En blanco y negro, sobre una mancha de 24 x 24, se ense?a una panor¨¢mica general capaz de poner al descubierto la bien articulada capacidad expresiva de la artista. A modo de firma ic¨®nica, dos autorretratos ense?an la fisonom¨ªa de la autora. Retazos de su estancia en T¨²nez destapan el exotismo de un pa¨ªs musulm¨¢n a orillas del Mediterr¨¢neo donde la originalidad y la frescura de los encuadres (todav¨ªa perdura) marcan la pauta. Como manifestaci¨®n de afecto y recuerdo en ocasiones incorpora la imagen de Philippe, que tanto empuj¨® sus iniciativas. Oslo, Copenhague con sus pescadores y mercados caen tambi¨¦n cautivados ante sus placas. La ronda se completa con un Par¨ªs liberado del yugo nazi donde las manifestaciones de alegr¨ªa se entrecruzan con cierto aire de nostalgia del tiempo perdido por la sinraz¨®n de unos fan¨¢ticos. El broche lo ponen unos campesinos catalanes donde la rudeza de sus labores se cargan de una tierna poes¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.