Veteranos
La Reina Madre, all¨¢ en Londres, cumpli¨® los 101, los mit¨®manos conmemoraron la muerte de Marilyn -la diosa, la reina inocente y sensual- y hoy se apurar¨¢n en Vitoria las fiestas de la Blanca hasta el ¨²ltimo trago.
Si Marilyn (la reina, la diosa) viviera, tendr¨ªa hoy 79 a?os. ?Habr¨ªa envejecido como la Taylor o lo hubiera hecho como Katharine Hepburn? Me inclino a creer que no, piensa el paseante, que no hubiera envejecido. Ella no, pero a todos los dem¨¢s nos toca, si hay suerte, envejecer.
Como envejecieron los blusas de anta?o (y lo har¨¢n los de hoy). Ayer se celebr¨® el D¨ªa del Blusa Veterano tras celebrar el Celed¨®n Txiki. Hubo un tiempo en que el ni?o no exist¨ªa. Existir, exist¨ªa, pero nadie lo ve¨ªa. Se ten¨ªan muchos para asegurar cierta supervivencia. Mientras fueran eso, ni?os, jugueteaban por ah¨ª, entre gatos y gallinas. A alguno le com¨ªa la mano el cerdo mientras dorm¨ªa, y, entonces, mor¨ªa. Sucios, apenas cubiertos, sobreviv¨ªan -los que lo hac¨ªan- hasta que eran adultos. Entonces adquir¨ªan carta de naturaleza y trabajaban y se emborrachaban o hac¨ªan el amor. Hoy ocurre lo contrario (seg¨²n la ley del p¨¦ndulo). Hoy el ni?o nace rey. Su madre le adora, su padre le hace regalos y su abuelo le pasea en brazos. Con su primer d¨ªa de vida comienza su declinar. De ni?o a joven (peque?o pr¨ªncipe moderno), y de joven a maduro (ya no hay adultos). Lo m¨¢s bajo en esa cadena es el viejo, la plebe.
Se les ve en grupos, grandes guarder¨ªas con sus nurses del Imserso. Normalmente, van de excursi¨®n, visitan esto o lo otro para que no molesten. Resultan est¨¦ticamente impuros. Y si comienza su declive definitivo (par¨¢lisis, ceguera,...), se les recluye en casa o en el hospital. Son la ¨²ltima fase en la degradaci¨®n del hombre (y de la mujer, tambi¨¦n de la mujer, aunque esto no reza para Marilyn, se consuela el paseante). Lo que vale para la vida, vale para la fiesta. D¨ªa del Blusa Veterano. Por favor. Abst¨¦nganse tullidos, sordos y veteranos en silla de ruedas. Abst¨¦nganse, por Dios, las mujeres. El paseante siente el m¨¢ximo respeto por los sesentones. Pero deben saber que a¨²n envejecer¨¢n m¨¢s.
El paseante recuerda a Arthur Miller (m¨¢s que nada como marido de Marilyn), y su La muerte de un viajante. 'Que nadie culpe a este hombre... Y cuando empiezan a no devolverle las sonrisas... hay un terremoto. Y entonces tienes un par de manchas en el sombrero, y est¨¢s acabado'. Eres viejo, sin m¨¢s.
Mis mayores, piensa el paseante, se batieron el cobre por que yo me paseara por esta ciudad, por que yo fuera. Mis mayores pasear¨¢n conmigo por estas calles con los suyos, en familia, como gustan ellos de decir. Cari?o, sin m¨¢s, cari?o a los veteranos.
Ah, y sigue la fiesta. Pero s¨®lo por hoy, aqu¨ª, en Vitoria.
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