Reina s¨®lo hay una
Pese a su regresi¨®n, Marion Jones sale de Edmonton con mayor prestigio del que tra¨ªa
El caso de Marion est¨¢ relacionado con el efecto que produce en la gente. Todos los aficionados deseaban que remontara la derrota ante Pintusevich, en gran parte porque su reacci¨®n fue ejemplar. No busc¨® excusas, no se lament¨®, felicit¨® a su rival, mostr¨® la misma sonrisa sincera que en sus mejores tiempos y volvi¨®. Se arriesg¨® en el 200 a una nueva derrota, pero acept¨® el desaf¨ªo.
Por supuesto, Marion Jones ofrece todas las caracter¨ªsticas de las celebridades del deporte. Se ha rodeado de un equipo de entrenadores, consejeros legales y comerciales, m¨¦dicos, fisioterapeutas personales. Resulta casi imposible acceder a su entorno m¨¢s pr¨®ximo, hasta el punto de que nada se sabe de los motivos de su divorcio con el lanzador de peso C.J. Hunter. Un muro de silencio rodea todo este asunto y casi todo aquello referido a la vida personal de una mujer marcada por el abandono de su padre cuando era una reci¨¦n nacida.
La celosa protecci¨®n de su vida privada y su categor¨ªa de estrella no significa que se comporte como una diva. Pero, al contrario que muchos de los mejores velocistas americanos, Marion es amable y discreta. Nunca resulta excesiva, ni en la victoria, ni en la derrota. En la pista transmite la alegr¨ªa que se ha perdido en muchos de los grandes atletas.
Para la gente, Marion Jones supone la supervivencia de un cierto estilo que se ha perdido en los ¨²ltimos a?os con el dominio de las sectas de agentes, entrenadores y empresas comerciales. Por eso, los aficionados desean verla en las pista. Gane o pierda. Y por ello, Marion Jones ha salido reforzada de Edmonton, con el valor a?adido que eso significa para el atletismo, tan poco sobrado de h¨¦roes con carisma.
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