Gore reaparece sin aclarar su futuro

El mayor enigma de la pol¨ªtica estadounidense se llama Al Gore. El ex vicepresidente obtuvo m¨¢s votos que George W. Bush en las elecciones presidenciales y s¨®lo perdi¨® por decisi¨®n apretada (5-4) en el Tribunal Supremo; la suya no fue, en principio, una derrota descalificante. Pero Gore desapareci¨® en enero y nadie sabe, por ahora, cu¨¢les son sus planes para el futuro. El enigma reapareci¨® el s¨¢bado, cubierto por la barba que se dej¨® crecer durante sus vacaciones en Espa?a, en un acto celebrado en Nashville (Tennessee), su cuartel general, para hablar a una audiencia juvenil sobre la necesidad de implicarse en pol¨ªtica. Mantuvo en secreto, sin embargo, si ¨¦l seguir¨¢ implic¨¢ndose y si volver¨¢ a ser candidato en 2004.

Al Gore no lo tiene f¨¢cil. Muchos de los dirigentes dem¨®cratas le culpan personalmente de la derrota, por haberse distanciado de los ¨¦xitos econ¨®micos de Bill Clinton y por su suficiencia en los debates ante un rival como Bush, de talla mediana tirando a peque?a. No est¨¢ en el Congreso, carece de influencia directa sobre el partido y, adem¨¢s, se sabe que su esposa, Tipper, aborrece la idea de una nueva campa?a electoral. En una reciente encuesta realizada entre votantes dem¨®cratas, Bill Clinton segu¨ªa siendo considerado la personalidad m¨¢s influyente en el partido, muy por encima de Gore. Pero en la misma encuesta se le situaba como el mejor candidato para 2004, en comparaci¨®n con posibles aspirantes como los senadores Hillary Clinton (en segunda posici¨®n) y Joe Lieberman (tercero.)

Un dato revelador, obtenido en otro sondeo entre votantes de todas las tendencias, era que el empate del pasado noviembre se manten¨ªa inamovible: preguntados sobre a qui¨¦n votar¨ªan dentro de cuatro a?os si las opciones volvieran a ser Bush y Gore, un 48% dijo que al primero, y otro 48%, que al segundo; el resto se abstuvo.