Marruecos: la transici¨®n democr¨¢tica
El autor, primer ministro de Marruecos, sostiene que su pa¨ªs avanza hacia un Estado de derecho de corte europeo.
Hace ya algo m¨¢s de tres a?os que Marruecos vive un proceso de transici¨®n democr¨¢tica. El Pacto de la Verdad para el cambio es el fruto de la voluntad de su fallecida majestad Hassan II, en simbiosis con las aspiraciones del pueblo marroqu¨ª y de las fuerzas pol¨ªticas, que est¨¢n haciendo posible el desarrollo de este acontecimiento. Es esta convergencia de visi¨®n la que ha condicionado la posibilidad, si no la necesidad, de la alternancia.
Visto en retrospectiva, el advenimiento de un Gobierno de alternancia se produce en un momento hist¨®rico inmerso en la modernizaci¨®n de nuestra vida pol¨ªtica. Es el resultado de la maduraci¨®n de un compromiso con la democracia, alcanzado con sacrificio y esfuerzo; una trayectoria en la que se mezclan la clarividencia de un rey y el coraje de un pueblo con la ambici¨®n consensuada de inscribir al pa¨ªs en una din¨¢mica de progreso.
El pa¨ªs magreb¨ª se ha unido al tren de la estabilidad, la moderaci¨®n y el progreso
Visto con perspectiva de futuro, la alternancia es un vasto proyecto de modernizaci¨®n de Marruecos, una marcha hacia el Estado de derecho para la movilizaci¨®n pol¨ªtica y civil de los hombres y de las mujeres, de los partidos, de las fuerzas econ¨®micas y sociales. Una misi¨®n de gran alcance que nuestro pa¨ªs debe alcanzar a fin de repudiar todo inmovilismo y acceder en toda su amplitud al mundo que se desarrolla en el siglo XXI.
Despu¨¦s de mucho tiempo, Marruecos se ha unido al tren de la estabilidad, la moderaci¨®n y el progreso. Un pa¨ªs cuya historia ha contribuido a la formaci¨®n de la civilizaci¨®n andaluza y cuyas costumbres e instituciones actuales re¨²nen caracter¨ªsticas pr¨®ximas a las de la Europa liberal y democr¨¢tica. Un Estado orgulloso de su identidad, abierto a la integraci¨®n de elementos que enriquezcan su cultura. Una naci¨®n fiel a su herencia, resuelta a aumentar el horizonte de sus libertades.
M¨¢s que otros pa¨ªses del Norte, Espa?a, por la riqueza de su reciente experiencia, puede bien comprender la evoluci¨®n institucional de la vida pol¨ªtica marroqu¨ª y apreciar este momento crucial de su transici¨®n hacia la democracia. No existe ning¨²n obst¨¢culo en el principio democr¨¢tico a la consolidaci¨®n de la instituci¨®n mon¨¢rquica.
Sin duda, las tareas a las que tiene que atender el Gobierno son desafiantes y complejas. Bajo una misma gesti¨®n, se hace necesario consolidar el Estado de derecho, generar el desarrollo econ¨®mico con eficacia y sin prejuicios ideol¨®gicos, conducir el camino hacia una sociedad menos injusta y m¨¢s solidaria.
El pacto del cambio se enmarca dentro de un proyecto global que busca impulsar una din¨¢mica de reformas en las que se conjuguen la ambici¨®n pol¨ªtica, el voluntarismo econ¨®mico y una visi¨®n social. Una estrategia en tres dimensiones susceptible de alcanzar el objetivo de una sociedad m¨¢s libre, m¨¢s justa y m¨¢s pr¨®spera. ?stos son los principales motivos de preocupaci¨®n tanto de la monarqu¨ªa como del pueblo marroqu¨ª. Nos encontramos inmersos en la tarea de apoyar y responder con lucidez, entusiasmo y firmeza.
S¨ª, la alternancia est¨¢ consensuada. Esto se traduce en un consenso sobre los valores esenciales, sobre los principios fundamentales, a la cabeza de los cuales se encuentra la sacralidad de la monarqu¨ªa, sobre la regla del juego democr¨¢tico garantizado por instituciones equilibradas. En nuestro compromiso por recorrer este camino, afirmamos nuestra determinaci¨®n a contribuir a la construcci¨®n de una monarqu¨ªa constitucional, democr¨¢tica y social.
En Marruecos, Estado multisecular, el arraigo de la monarqu¨ªa es profundo. Se ancla en la historia de un pa¨ªs que desde hace muchos siglos ha sido un Estado soberano. El v¨ªnculo entre el rey y el pueblo marroqu¨ª trasciende la pol¨ªtica para encontrarse en la religi¨®n. La lucha por la independencia, el combate por la restituci¨®n a Marruecos de sus territorios s¨®lo hace acentuar la simbiosis entre la naci¨®n y la monarqu¨ªa. Tres caminos de legitimidad, constitucional, hist¨®rica y religiosa, que se confortan mutuamente.
Durante la transici¨®n sucesoria, la autoridad ha cambiado de manos en medio de la serenidad y la sabidur¨ªa que caracterizan a las grandes naciones. La investidura de su majestad el rey Mohammed IV ha reflejado un consenso estable a largo plazo. M¨¢s all¨¢ de la consagraci¨®n de un Estado de derecho, es destacable la expresi¨®n de la continuidad de la adhesi¨®n popular a una instituci¨®n en la que los gobernantes han probado sus virtudes.
Por otra parte, el soberano no se ha mostrado omnipotente, ha medido por encima de todo su responsabilidad. De esta manera, la acci¨®n gubernamental se ha adherido a la consecuci¨®n del sentido de la consolidaci¨®n democr¨¢tica, de la implementaci¨®n del espacio de las libertades y del respeto permanente a los derechos del ser humano.
A este respecto, el conjunto de los dossieres relativos a los derechos humanos se encuentran totalmente regulados. Se ha puesto un inter¨¦s particular en esta cuesti¨®n de cara a la creaci¨®n de una instancia independiente de arbitraje encargado de la indemnizaci¨®n a las v¨ªctimas, de la reforma del consejo consultivo de los derechos del hombre, y de la adaptaci¨®n de los marroqu¨ªes a las convenciones internacionales ratificadas por Marruecos.
Siempre, pensando en la consolidaci¨®n del Estado de derecho, los gobernantes se esfuerzan en la tarea de elaborar proyectos de ley destinados a la revisi¨®n del c¨®digo de libertades p¨²blicas dentro de una ¨®ptica de conciliaci¨®n de las exigencias de la libertad y de los imperativos de preservaci¨®n del orden p¨²blico.
A partir de la inquietud de su majestad el rey de hacer del edificio democr¨¢tico el punto de partida del desarrollo econ¨®mico y de la solidaridad social, el Gobierno se encuentra comprometido con la redefinici¨®n del c¨®digo electoral y de la carta de colectividades sociales, provinciales y regionales, dentro de la ¨®ptica de mejorar los dispositivos electorales que buscan garantizar la transparencia y la libre elecci¨®n del ciudadano, as¨ª como conferir una absoluta credibilidad al proceso electoral.
En la perspectiva de rehabilitar la pol¨ªtica y de permitir a una ¨¦lite impregnada de virtudes de disposici¨®n al servicio del Estado, asumiendo la responsabilidad de la gesti¨®n p¨²blica, se est¨¢ preparando un texto de ley sobre los partidos pol¨ªticos. La intenci¨®n es la de asentar la visi¨®n de las formaciones pol¨ªticas bajo la democracia interna, la competencia, la modernidad y la eficacia.
La democratizaci¨®n no es solamente la libertad de expresi¨®n, tambi¨¦n incluye la recuperaci¨®n del territorio para sus habitantes.
Hoy la experiencia adquirida, la evoluci¨®n de las estructuras y de las mentalidades nos conducen al imperativo de realizar una gran reforma regional. El Gobierno se compromete a resolver las cuestiones planteadas por la nueva regi¨®n y que competen a la acci¨®n regional, a los ¨®rganos y a las atribuciones de la regi¨®n y al tipo de discurso que se plantee entre el Estado y las colectividades regionales.
Este esfuerzo se hace eco de la voluntad real que se ha manifestado por la definici¨®n de un nuevo concepto de autoridad en el que el objetivo sea el de reconciliar al ciudadano con la autoridad y la Administraci¨®n, de velar por el servicio p¨²blico, de preservar la seguridad, de proteger las libertades individuales y colectivas y de involucrar a los ciudadanos en el tratamiento de los problemas locales.
En la perspectiva de situar las condiciones de explotaci¨®n de las potencialidades regionales en su lucha contra las ilegalidades en la distribuci¨®n del espacio, el Gobierno se est¨¢ empleando en la elaboraci¨®n de una carta nacional de disposici¨®n del territorio. El objetivo es el de reforzar el nuevo marco regional mediante la instauraci¨®n de competencias con capacidad de decisi¨®n, as¨ª como buscando la mejora de sus medios humanos y financieros, la responsabilizaci¨®n de los colectivos territoriales descentralizados y la persecuci¨®n de los procesos de desconcentraci¨®n.
En la sociedad marroqu¨ª de hoy en d¨ªa, el derecho no se ha sustituido a¨²n adecuadamente a la hora de aplicarlo a pr¨¢cticas anticuadas y en desuso en la reglamentaci¨®n de conflictos. No se ha conseguido a¨²n alcanzar la posici¨®n y el vigor que son propios de un Estado de derecho y fundamento ¨²ltimo de una naci¨®n.
Conscientes de ello, nos hemos involucrado en un trabajo importante, de renovaci¨®n del derecho, a la vez que hemos reforzado la acci¨®n de la reestructuraci¨®n y de la modernizaci¨®n del sistema de justicia, apoyando la formaci¨®n de jueces y auxiliares.
Nuestra marcha hacia la democracia se nutre y se protege mediante una estrategia econ¨®mica cuya finalidad es la de acelerar el ritmo de creaci¨®n de riqueza. Esta riqueza, deseamos que se distribuya m¨¢s igualitariamente. Para este fin trabajamos en una pol¨ªtica de desarrollo sectorial tendente a conseguir una econom¨ªa menos dependiente de las variaciones meteorol¨®gicas, diversificando nuestra oferta mediante una mejor explotaci¨®n de nuestras ventajas competitivas, estando abiertos a los cambios del exterior.
El sector de las telecomunicaciones est¨¢ conociendo un amplio proceso de liberalizaci¨®n en un marco de transparencia y de competencia leal. El potencial tur¨ªstico se ha visto reforzado por el lanzamiento de nombres importantes, implicando a los grandes operadores internacionales. Adem¨¢s, nos hemos comprometido a activar la modernizaci¨®n del entorno institucional de la empresa, a simplificar y clarificar los procedimientos de inversi¨®n, a diversificar y facilitar el acceso de las empresas, en especial de las peque?as y medianas, a los recursos financieros, a crear los instrumentos de apoyo que sean necesarios, en t¨¦rminos de formaci¨®n y de cualificaci¨®n.
El Gobierno est¨¢, adem¨¢s, comprometido con la gesti¨®n del programa de privatizaciones en un marco de transparencia. Dispuesto a afectar los recursos movilizados a las acciones de modernizaci¨®n y de densificaci¨®n de las infraestructuras. Dispuesto a conducir una pol¨ªtica de saneamiento del sector p¨²blico que le permita mejorar su funcionamiento y que le permita responsabilizarse de sus instancias de gesti¨®n y de control.
Marruecos se encuentra en el Mediterr¨¢neo, siendo uno de los socios principales de la Uni¨®n Europea, que absorbe la mayor¨ªa de nuestras exportaciones y casi dos tercios de nuestras importaciones. Cuenta con la ventaja de encontrarse en el pelot¨®n de cabeza en la lista de cooperaci¨®n econ¨®mica y financiera con la UE.
Seis a?os despu¨¦s del encuentro de Barcelona, hemos constatado que esta asociaci¨®n, este proyecto voluntarista y ambicioso, ha conseguido crear una din¨¢mica eficaz. Marruecos est¨¢ profundamente comprometido con los procesos de transformaci¨®n interna que sus socios demandaban y apoyaban.
Estamos persuadidos por la idea de que Europa abrir¨¢ un camino hacia su mercado y que facilitar¨¢ la circulaci¨®n de las personas. El valor de las ventajas comparativas de los pa¨ªses mediterr¨¢neos, as¨ª como la satisfacci¨®n de sus necesidades, pasa por la transferencia de tecnolog¨ªas. El nivel de desigualdad en su desarrollo es el precio a pagar. Son bien conocidas las fracturas entre un Mediterr¨¢neo de ricos y un Mediterr¨¢neo de pobres que alimentan las corrientes migratorias.
En el transcurso de los ¨²ltimos a?os, a pesar de las vicisitudes, se han producido progresos sensibles en el sentido de un mayor acercamiento entre los dos pa¨ªses. A esto han contribuido las iniciativas trazadas en el marco de la pol¨ªtica de cooperaci¨®n, pero tambi¨¦n las m¨²ltiples acciones de la sociedad civil y de una gran cantidad de actores en las esferas econ¨®mica, social y cultural.
Tras haber sido el cuarto o el tercer socio comercial de Marruecos, Espa?a se ha colocado desde hace ya diez a?os en la segunda posici¨®n. Espa?a es igualmente, junto a Francia e Italia, uno de los pa¨ªses que han contribuido a beneficiar a Marruecos con los mecanismos de reconversi¨®n de la deuda p¨²blica. M¨¢s de 800 empresas espa?olas se han implantado en Marruecos.
Esta Espa?a, din¨¢mica, creativa, resueltamente abierta al mundo, debe considerar la proximidad natural de su flanco sur como una fuente atractiva de sinergias econ¨®micas. Si Marruecos est¨¢ presente de manera significativa en la balanza comercial espa?ola, es a¨²n insuficiente frente a su capacidad, sobre todo en comparaci¨®n al flujo de inversiones realizadas por Espa?a en el extranjero.
Todas las acciones emprendidas deber¨ªan contribuir a mejorar la percepci¨®n que los espa?oles tienen de Marruecos. Pero previamente deben salvarse los grandes obst¨¢culos para un saneamiento irreversible de nuestras relaciones: la pesca, la agricultura y el contrabando, pero tambi¨¦n el futuro de las plazas de Ceuta y Melilla. Nuestra voluntad es la de continuar en ese sentido.
Estamos condenados a trabajar juntos para optimizar nuestros intereses comunes y a superar serenamente nuestras divergencias. Es el respeto a nuestras diferencias y la apreciaci¨®n de nuestras similitudes lo que reforzar¨¢ el intercambio entre nuestras culturas. Edificando juntos un espacio de complementariedad y de solidaridad, podremos mejorar nuestras respectivas posiciones en nuestra regi¨®n y en el mundo.Hace ya algo m¨¢s de tres a?os que Marruecos vive un proceso de transici¨®n democr¨¢tica. El Pacto de la Verdad para el cambio es el fruto de la voluntad de su fallecida majestad Hassan II, en simbiosis con las aspiraciones del pueblo marroqu¨ª y de las fuerzas pol¨ªticas, que est¨¢n haciendo posible el desarrollo de este acontecimiento. Es esta convergencia de visi¨®n la que ha condicionado la posibilidad, si no la necesidad, de la alternancia.
Visto en retrospectiva, el advenimiento de un Gobierno de alternancia se produce en un momento hist¨®rico inmerso en la modernizaci¨®n de nuestra vida pol¨ªtica. Es el resultado de la maduraci¨®n de un compromiso con la democracia, alcanzado con sacrificio y esfuerzo; una trayectoria en la que se mezclan la clarividencia de un rey y el coraje de un pueblo con la ambici¨®n consensuada de inscribir al pa¨ªs en una din¨¢mica de progreso.
Visto con perspectiva de futuro, la alternancia es un vasto proyecto de modernizaci¨®n de Marruecos, una marcha hacia el Estado de derecho para la movilizaci¨®n pol¨ªtica y civil de los hombres y de las mujeres, de los partidos, de las fuerzas econ¨®micas y sociales. Una misi¨®n de gran alcance que nuestro pa¨ªs debe alcanzar a fin de repudiar todo inmovilismo y acceder en toda su amplitud al mundo que se desarrolla en el siglo XXI.
Despu¨¦s de mucho tiempo, Marruecos se ha unido al tren de la estabilidad, la moderaci¨®n y el progreso. Un pa¨ªs cuya historia ha contribuido a la formaci¨®n de la civilizaci¨®n andaluza y cuyas costumbres e instituciones actuales re¨²nen caracter¨ªsticas pr¨®ximas a las de la Europa liberal y democr¨¢tica. Un Estado orgulloso de su identidad, abierto a la integraci¨®n de elementos que enriquezcan su cultura. Una naci¨®n fiel a su herencia, resuelta a aumentar el horizonte de sus libertades.
M¨¢s que otros pa¨ªses del Norte, Espa?a, por la riqueza de su reciente experiencia, puede bien comprender la evoluci¨®n institucional de la vida pol¨ªtica marroqu¨ª y apreciar este momento crucial de su transici¨®n hacia la democracia. No existe ning¨²n obst¨¢culo en el principio democr¨¢tico a la consolidaci¨®n de la instituci¨®n mon¨¢rquica.
Sin duda, las tareas a las que tiene que atender el Gobierno son desafiantes y complejas. Bajo una misma gesti¨®n, se hace necesario consolidar el Estado de derecho, generar el desarrollo econ¨®mico con eficacia y sin prejuicios ideol¨®gicos, conducir el camino hacia una sociedad menos injusta y m¨¢s solidaria.
El pacto del cambio se enmarca dentro de un proyecto global que busca impulsar una din¨¢mica de reformas en las que se conjuguen la ambici¨®n pol¨ªtica, el voluntarismo econ¨®mico y una visi¨®n social. Una estrategia en tres dimensiones susceptible de alcanzar el objetivo de una sociedad m¨¢s libre, m¨¢s justa y m¨¢s pr¨®spera. ?stos son los principales motivos de preocupaci¨®n tanto de la monarqu¨ªa como del pueblo marroqu¨ª. Nos encontramos inmersos en la tarea de apoyar y responder con lucidez, entusiasmo y firmeza.
S¨ª, la alternancia est¨¢ consensuada. Esto se traduce en un consenso sobre los valores esenciales, sobre los principios fundamentales, a la cabeza de los cuales se encuentra la sacralidad de la monarqu¨ªa, sobre la regla del juego democr¨¢tico garantizado por instituciones equilibradas. En nuestro compromiso por recorrer este camino, afirmamos nuestra determinaci¨®n a contribuir a la construcci¨®n de una monarqu¨ªa constitucional, democr¨¢tica y social.
En Marruecos, Estado multisecular, el arraigo de la monarqu¨ªa es profundo. Se ancla en la historia de un pa¨ªs que desde hace muchos siglos ha sido un Estado soberano. El v¨ªnculo entre el rey y el pueblo marroqu¨ª trasciende la pol¨ªtica para encontrarse en la religi¨®n. La lucha por la independencia, el combate por la restituci¨®n a Marruecos de sus territorios s¨®lo hace acentuar la simbiosis entre la naci¨®n y la monarqu¨ªa. Tres caminos de legitimidad, constitucional, hist¨®rica y religiosa, que se confortan mutuamente.
Durante la transici¨®n sucesoria, la autoridad ha cambiado de manos en medio de la serenidad y la sabidur¨ªa que caracterizan a las grandes naciones. La investidura de su majestad el rey Mohammed IV ha reflejado un consenso estable a largo plazo. M¨¢s all¨¢ de la consagraci¨®n de un Estado de derecho, es destacable la expresi¨®n de la continuidad de la adhesi¨®n popular a una instituci¨®n en la que los gobernantes han probado sus virtudes.
Por otra parte, el soberano no se ha mostrado omnipotente, ha medido por encima de todo su responsabilidad. De esta manera, la acci¨®n gubernamental se ha adherido a la consecuci¨®n del sentido de la consolidaci¨®n democr¨¢tica, de la implementaci¨®n del espacio de las libertades y del respeto permanente a los derechos del ser humano.
A este respecto, el conjunto de los dossieres relativos a los derechos humanos se encuentran totalmente regulados. Se ha puesto un inter¨¦s particular en esta cuesti¨®n de cara a la creaci¨®n de una instancia independiente de arbitraje encargado de la indemnizaci¨®n a las v¨ªctimas, de la reforma del consejo consultivo de los derechos del hombre, y de la adaptaci¨®n de los marroqu¨ªes a las convenciones internacionales ratificadas por Marruecos.
Siempre, pensando en la consolidaci¨®n del Estado de derecho, los gobernantes se esfuerzan en la tarea de elaborar proyectos de ley destinados a la revisi¨®n del c¨®digo de libertades p¨²blicas dentro de una ¨®ptica de conciliaci¨®n de las exigencias de la libertad y de los imperativos de preservaci¨®n del orden p¨²blico.
A partir de la inquietud de su majestad el rey de hacer del edificio democr¨¢tico el punto de partida del desarrollo econ¨®mico y de la solidaridad social, el Gobierno se encuentra comprometido con la redefinici¨®n del c¨®digo electoral y de la carta de colectividades sociales, provinciales y regionales, dentro de la ¨®ptica de mejorar los dispositivos electorales que buscan garantizar la transparencia y la libre elecci¨®n del ciudadano, as¨ª como conferir una absoluta credibilidad al proceso electoral.
En la perspectiva de rehabilitar la pol¨ªtica y de permitir a una ¨¦lite impregnada de virtudes de disposici¨®n al servicio del Estado, asumiendo la responsabilidad de la gesti¨®n p¨²blica, se est¨¢ preparando un texto de ley sobre los partidos pol¨ªticos. La intenci¨®n es la de asentar la visi¨®n de las formaciones pol¨ªticas bajo la democracia interna, la competencia, la modernidad y la eficacia.
La democratizaci¨®n no es solamente la libertad de expresi¨®n, tambi¨¦n incluye la recuperaci¨®n del territorio para sus habitantes.
Hoy la experiencia adquirida, la evoluci¨®n de las estructuras y de las mentalidades nos conducen al imperativo de realizar una gran reforma regional. El Gobierno se compromete a resolver las cuestiones planteadas por la nueva regi¨®n y que competen a la acci¨®n regional, a los ¨®rganos y a las atribuciones de la regi¨®n y al tipo de discurso que se plantee entre el Estado y las colectividades regionales.
Este esfuerzo se hace eco de la voluntad real que se ha manifestado por la definici¨®n de un nuevo concepto de autoridad en el que el objetivo sea el de reconciliar al ciudadano con la autoridad y la Administraci¨®n, de velar por el servicio p¨²blico, de preservar la seguridad, de proteger las libertades individuales y colectivas y de involucrar a los ciudadanos en el tratamiento de los problemas locales.
En la perspectiva de situar las condiciones de explotaci¨®n de las potencialidades regionales en su lucha contra las ilegalidades en la distribuci¨®n del espacio, el Gobierno se est¨¢ empleando en la elaboraci¨®n de una carta nacional de disposici¨®n del territorio. El objetivo es el de reforzar el nuevo marco regional mediante la instauraci¨®n de competencias con capacidad de decisi¨®n, as¨ª como buscando la mejora de sus medios humanos y financieros, la responsabilizaci¨®n de los colectivos territoriales descentralizados y la persecuci¨®n de los procesos de desconcentraci¨®n.
En la sociedad marroqu¨ª de hoy en d¨ªa, el derecho no se ha sustituido a¨²n adecuadamente a la hora de aplicarlo a pr¨¢cticas anticuadas y en desuso en la reglamentaci¨®n de conflictos. No se ha conseguido a¨²n alcanzar la posici¨®n y el vigor que son propios de un Estado de derecho y fundamento ¨²ltimo de una naci¨®n.
Conscientes de ello, nos hemos involucrado en un trabajo importante, de renovaci¨®n del derecho, a la vez que hemos reforzado la acci¨®n de la reestructuraci¨®n y de la modernizaci¨®n del sistema de justicia, apoyando la formaci¨®n de jueces y auxiliares.
Nuestra marcha hacia la democracia se nutre y se protege mediante una estrategia econ¨®mica cuya finalidad es la de acelerar el ritmo de creaci¨®n de riqueza. Esta riqueza, deseamos que se distribuya m¨¢s igualitariamente. Para este fin trabajamos en una pol¨ªtica de desarrollo sectorial tendente a conseguir una econom¨ªa menos dependiente de las variaciones meteorol¨®gicas, diversificando nuestra oferta mediante una mejor explotaci¨®n de nuestras ventajas competitivas, estando abiertos a los cambios del exterior.
El sector de las telecomunicaciones est¨¢ conociendo un amplio proceso de liberalizaci¨®n en un marco de transparencia y de competencia leal. El potencial tur¨ªstico se ha visto reforzado por el lanzamiento de nombres importantes, implicando a los grandes operadores internacionales. Adem¨¢s, nos hemos comprometido a activar la modernizaci¨®n del entorno institucional de la empresa, a simplificar y clarificar los procedimientos de inversi¨®n, a diversificar y facilitar el acceso de las empresas, en especial de las peque?as y medianas, a los recursos financieros, a crear los instrumentos de apoyo que sean necesarios, en t¨¦rminos de formaci¨®n y de cualificaci¨®n.
El Gobierno est¨¢, adem¨¢s, comprometido con la gesti¨®n del programa de privatizaciones en un marco de transparencia. Dispuesto a afectar los recursos movilizados a las acciones de modernizaci¨®n y de densificaci¨®n de las infraestructuras. Dispuesto a conducir una pol¨ªtica de saneamiento del sector p¨²blico que le permita mejorar su funcionamiento y que le permita responsabilizarse de sus instancias de gesti¨®n y de control.
Marruecos se encuentra en el Mediterr¨¢neo, siendo uno de los socios principales de la Uni¨®n Europea, que absorbe la mayor¨ªa de nuestras exportaciones y casi dos tercios de nuestras importaciones. Cuenta con la ventaja de encontrarse en el pelot¨®n de cabeza en la lista de cooperaci¨®n econ¨®mica y financiera con la UE.
Seis a?os despu¨¦s del encuentro de Barcelona, hemos constatado que esta asociaci¨®n, este proyecto voluntarista y ambicioso, ha conseguido crear una din¨¢mica eficaz. Marruecos est¨¢ profundamente comprometido con los procesos de transformaci¨®n interna que sus socios demandaban y apoyaban.
Estamos persuadidos por la idea de que Europa abrir¨¢ un camino hacia su mercado y que facilitar¨¢ la circulaci¨®n de las personas. El valor de las ventajas comparativas de los pa¨ªses mediterr¨¢neos, as¨ª como la satisfacci¨®n de sus necesidades, pasa por la transferencia de tecnolog¨ªas. El nivel de desigualdad en su desarrollo es el precio a pagar. Son bien conocidas las fracturas entre un Mediterr¨¢neo de ricos y un Mediterr¨¢neo de pobres que alimentan las corrientes migratorias.
En el transcurso de los ¨²ltimos a?os, a pesar de las vicisitudes, se han producido progresos sensibles en el sentido de un mayor acercamiento entre los dos pa¨ªses. A esto han contribuido las iniciativas trazadas en el marco de la pol¨ªtica de cooperaci¨®n, pero tambi¨¦n las m¨²ltiples acciones de la sociedad civil y de una gran cantidad de actores en las esferas econ¨®mica, social y cultural.
Tras haber sido el cuarto o el tercer socio comercial de Marruecos, Espa?a se ha colocado desde hace ya diez a?os en la segunda posici¨®n. Espa?a es igualmente, junto a Francia e Italia, uno de los pa¨ªses que han contribuido a beneficiar a Marruecos con los mecanismos de reconversi¨®n de la deuda p¨²blica. M¨¢s de 800 empresas espa?olas se han implantado en Marruecos.
Esta Espa?a, din¨¢mica, creativa, resueltamente abierta al mundo, debe considerar la proximidad natural de su flanco sur como una fuente atractiva de sinergias econ¨®micas. Si Marruecos est¨¢ presente de manera significativa en la balanza comercial espa?ola, es a¨²n insuficiente frente a su capacidad, sobre todo en comparaci¨®n al flujo de inversiones realizadas por Espa?a en el extranjero.
Todas las acciones emprendidas deber¨ªan contribuir a mejorar la percepci¨®n que los espa?oles tienen de Marruecos. Pero previamente deben salvarse los grandes obst¨¢culos para un saneamiento irreversible de nuestras relaciones: la pesca, la agricultura y el contrabando, pero tambi¨¦n el futuro de las plazas de Ceuta y Melilla. Nuestra voluntad es la de continuar en ese sentido.
Estamos condenados a trabajar juntos para optimizar nuestros intereses comunes y a superar serenamente nuestras divergencias. Es el respeto a nuestras diferencias y la apreciaci¨®n de nuestras similitudes lo que reforzar¨¢ el intercambio entre nuestras culturas. Edificando juntos un espacio de complementariedad y de solidaridad, podremos mejorar nuestras respectivas posiciones en nuestra regi¨®n y en el mundo.
M. Abderrahman Youssoufi es primer ministro de Marruecos.
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