Juventud violenta
Esta misma tarde he sido agredida f¨ªsica y verbalmente en uno de esos peque?os autobuses municipales que circulan por algunas calles de Madrid.
Los agresores formaban una panda de cinco o seis adolescentes de origen oriental, aunque desconozco su nacionalidad. Y el incidente vino porque critiqu¨¦ en voz alta la mala educaci¨®n de una de las j¨®venes del grupo. Todo comenz¨® cuando pas¨® por el lado de esa joven una se?ora mayor y esta ¨²ltima se quej¨® de que no la dejaban pasar (¨ªbamos todos como pi?as, dado el tama?o de estos microbuses). La adolescente se dirigi¨® despectivamente a ella sin ning¨²n respeto, y yo critiqu¨¦ la falta de educaci¨®n que derroch¨® ante aquella se?ora. A ra¨ªz de este instante, durante todo el trayecto, comenz¨® a re¨ªrse de m¨ª y a repetir mis palabras con sus amigos, y cuando por fin habl¨¦ y les reproch¨¦ que no ten¨ªamos por qu¨¦ aguantarles, la rencorosa y agresiva oriental se abalanz¨® sobre m¨ª y me empuj¨®, desplaz¨¢ndome. Mientras sus amigos me insultaban en voz alta ante la pasividad del resto de los viajeros que, sin duda, no intervinieron por temor. Cuando les amenac¨¦ con denunciarles a la polic¨ªa me respondieron: '?Oh!, qu¨¦ miedo'.
De este modo, yo que soy una ciudadana de Madrid y que me cre¨ªa con el derecho de poder circular tranquilamente en autob¨²s, s¨®lo porque opin¨¦ sobre los malos modales de esa jovencita... me vi obligada a abandonar el microb¨²s cuatro paradas antes. Quise evitar males mayores. Los 'violentos' siguieron su trayecto, y yo, sin embargo, no pude ejercer mi derecho de ir en un transporte p¨²blico, y encima, en mi ciudad de origen. Es evidente que los inmigrantes que vienen a trabajar y se integran respetuosamente en nuestra sociedad est¨¢n contribuyendo, sin ninguna duda, a su desarrollo; pero, por desgracia, si sus hijos se agrupan en pandas para intimidarnos de ese modo, porque saben que estamos desprotegidos por nuestras autoridades, que Dios nos pille confesados.
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