Cuando paz significa capitulaci¨®n
El reciente atentado en el centro de Jerusal¨¦n llevado a cabo por un suicida palestino ha puesto en evidencia que la pol¨ªtica de la fuerza aplicada por Israel en su ocupaci¨®n de los territorios palestinos no busca la paz, sino que alimenta una espantosa violencia.
El Gobierno israel¨ª, poniendo a toda marcha una pol¨ªtica basada en el castigo colectivo y la revancha, se ha encontrado con que es respondido con su misma estrategia del 'ojo por ojo', con la diferencia de que son los palestinos los acosados por una ocupaci¨®n que todas las leyes internacionales condenan y de que ha sido Israel quien ha iniciado este procedimiento ?Acaso Israel pensaba que ten¨ªa la prerrogativa de la represalia para 'responder al terror'? Porque el bombardeo israel¨ª de un edificio de siete plantas en Nabl¨²s el pasado 31 de julio, en el que murieron ocho personas, entre ellos dos ni?os, fue tambi¨¦n una masacre y un acto terrorista igualmente condenable.
La cuesti¨®n est¨¢ en el doble lenguaje y el monopolio de la fuerza que quiere arrogarse Israel. Su pol¨ªtica de asesinatos contra el liderazgo palestino, que no son sino ejecuciones extrajudiciales que ignoran toda prueba de culpabilidad y derecho a la defensa (principios b¨¢sicos del Estado de derecho y la democracia), son definidas como 'muertes selectivas' en actos de 'autodefensa'; sus bombardeos con F-16 y helic¨®pteros Apache contra edificios e instituciones de la Autoridad Palestina son 'justificadas acciones preventivas' contra el 'terrorismo palestino', y cuando se habla del 'c¨ªrculo de violencia' en el que se ha sumergido la realidad tanto palestina como israel¨ª, Israel replica que en su caso es una justificada 'respuesta a la agresi¨®n', en tanto que parece no querer darse cuenta de que la detenci¨®n arbitraria de palestinos, el sitio al que tiene sometida a la poblaci¨®n palestina (en su mayor parte, sin capacidad para acceder a hospitales, escuelas, mercados, trabajos), la destrucci¨®n de sus casas (m¨¢s de 500 desde que empez¨® la Intifada), de sus campos agr¨ªcolas y el modo de vida de los colonos en los territorios ocupados palestinos, muy parecido al de los blancos en el periodo del sistema racista de apartheid en Sur¨¢frica (seg¨²n ha afirmado textualmente el responsable dan¨¦s de la Cruz Roja), son agresiones brutales y cotidianas.
En realidad, la principal diferencia con el sistema surafricano de apartheid es que ¨¦ste fue internacionalmente denunciado y reconocido sin dobles lenguajes como una situaci¨®n inhumana, se someti¨® a sanciones al Gobierno que lo aplicaba (que nunca bombarde¨® con Apaches y F-16), y nadie se atrevi¨® a justificar las agresiones de los blancos contra los negros.
Ariel Sharon no quiere realmente abrir las negociaciones de paz con los palestinos, lo cual entra en la l¨®gica de su tradicional posici¨®n (se opuso a la paz con Egipto en 1978, a la retirada del L¨ªbano en 1982, a los acuerdos de Oslo en 1993, al acuerdo de Hebr¨®n en 1997 y a la retirada del sur del L¨ªbano en 2000). No quiere una paz negociada, quiere una capitulaci¨®n palestina. Para ello ha puesto en pr¨¢ctica todos sus poderos¨ªsimos medios militares a fin de aniquilar al liderazgo palestino, promover la di¨¢spora de las ¨¦lites palestinas y aterrorizar a una poblaci¨®n obrera y campesina que acabe d¨¢ndose por vencida. Pero, entretanto, su estrategia del terror, la humillaci¨®n y la desesperaci¨®n, lejos de reducir la resistencia palestina, ha alimentado su rabia y unidad.
El Gobierno israel¨ª juega tambi¨¦n con un doble lenguaje que quiere transmitir a la comunidad internacional y a su sociedad que busca la paz, pero si analizamos las actitudes que han caracterizado la pol¨ªtica de Sharon estos ¨²ltimos meses poco nos permite pensar en que haya una voluntad real de paz que tenga en cuenta los derechos palestinos, que es la ¨²nica paz posible. Cuando Israel anunci¨® el 22 de mayo que iba a aplicar un cese el fuego unilateral y a continuaci¨®n, el 28 de mayo, una pol¨ªtica de 'contenci¨®n' no buscaba m¨¢s que acusar despu¨¦s a los palestinos de continuar con la violencia porque, en realidad, desde esa fecha diez palestinos, incluidos ocho civiles, murieron y otros diez fueron heridos por las balas del Ej¨¦rcito israel¨ª, otros tres fueron asesinados por colonos, quienes intensificaron adem¨¢s sus ataques contra civiles y propiedades palestinas, y el sitio, el aislamiento y el uso abusivo de la fuerza contra civiles palestinos se continu¨®. El 20 de junio, mientras el Gabinete israel¨ª reafirmaba el 'cese el fuego', decidi¨® aplicar la pol¨ªtica de asesinatos contra activistas palestinos a la vez que Sharon declaraba que 'el Ej¨¦rcito israel¨ª tiene libertad de movimientos para llevar a cabo operaciones contra todos los que da?an a israel¨ªes o planifican hacerlo' (Ha'aretz, 21 de junio).
Asmismo, la radical exigencia de Sharon de que para comenzar cualquier negociaci¨®n o aplicaci¨®n del Informe Mitchel es necesario que absolutamente toda resistencia palestina se detenga (y no un nivel aceptable y significativo de la violencia, como el propio presidente Bush insinu¨®), lleva la situaci¨®n a una callej¨®n sin salida y, como ha dicho Yossi Beilin, con ello no hace sino dar un poder de veto hasta al ¨²ltimo radical de ambas partes. En las condiciones en que se encuentra la situaci¨®n, Sharon se permite exigir diez d¨ªas de absoluta tranquilidad, seguidos de seis semanas de periodo de enfriamiento para a continuaci¨®n iniciar una fase de confianza de tres o cuatro meses. Entretanto exige a la Autoridad Palestina que esas 'medidas de confianza' se basen en la detenci¨®n de 'terroristas', confiscaci¨®n de armas y reducci¨®n de la fuerza de polic¨ªa palestina. ?Y a cambio Sharon reduce la presi¨®n y agresi¨®n contra los civiles palestinos o congela la ampliaci¨®n y construcci¨®n de nuevas colonias, como piden los palestinos? No, absolutamente no. ?Quiere, entonces, realmente Sharon el cese de la violencia? ?O prefiere seguir con su estrategia de ocupaci¨®n, asesinatos pol¨ªticos y venganza, como la ocupaci¨®n de la simb¨®lica Orient House de Jerusal¨¦n nos demuestra? Todo ello nos conducir¨¢ a presenciar nuevas masacres y atentados en ambas partes.
Dada la situaci¨®n, es muy dif¨ªcil que una soluci¨®n a este dram¨¢tico conflicto pueda surgir del lado israel¨ª, y es ah¨ª donde la comunidad internacional debe ser mucho m¨¢s activa y comprometida. ?C¨®mo? Pues obligando a que se apliquen las resoluciones de Naciones Unidas y de la IV Convenci¨®n de Ginebra, poniendo a la poblaci¨®n civil palestina bajo protecci¨®n internacional y aplicando las sanciones que las leyes exigen (como el art¨ªculo 2 del acuerdo de asociaci¨®n europeo-israel¨ª, que exige el respeto de los derechos humanos, o el Arms Export Control Act en EEUU, que establece que las armas que este pa¨ªs vende -como los Apache y F-16 a Israel- son s¨®lo para ser utilizadas en leg¨ªtima defensa.
Si no, de lo que ocurra de ahora en adelante todos en la comunidad internacional somos responsables.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo Arabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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