Coplas con sabor balc¨¢nico
Que alguien recite de memoria estrofas de las coplas de Concha Piquer no tiene nada de extra?o. Pero escucharlas de labios de un serbio de 38 a?os, que las deja deslizar con un acento regado de suaves erres balc¨¢nicas, descoloca un poco. 'Me gusta aquella de 'embiste, toro bonito; embiste, por caridad', sonr¨ªe Ducan Vrga, pintor de 38 a?os que ha pasado los ¨²ltimos nueve en Espa?a. 'Las grabaciones antiguas son aut¨¦nticas, esas canciones retratan la historia y el car¨¢cter de este pa¨ªs'.
Ducan lleg¨® a Madrid en 1992, cuando el mapa yugoslavo comenzaba a desmembrarse y ¨¦l decidi¨® huir para no tener que empu?ar armas en una guerra en la que no cre¨ªa. 'Hab¨ªa estado en Espa?a con una beca para estudiar grabado en la Facultad de Bellas Artes y me gust¨® su clima y su gente'. Por eso la eligi¨® como destino. 'Es un pa¨ªs con un car¨¢cter parecido al yugoslavo y ra¨ªces comunes, las ¨¢rabes', dice. 'Y sobre todo es el sitio m¨¢s interesante de Europa para un pintor: el Prado es el mejor museo de pintura del mundo'.
Tard¨® dos a?os en regularizar su situaci¨®n. 'Mi pa¨ªs no estuvo oficialmente en guerra hasta los bombardeos de la OTAN en 1999, por lo que no pude acogerme al estatuto de refugiado', recuerda. 'Como mi profesi¨®n es un tanto particular, porque no tienes a ning¨²n empresario respald¨¢ndote, se complicaron las cosas a la hora de pedir la residencia. El agobio iba creciendo y en esa ¨¦poca hab¨ªa muchas colas para obtener permisos, as¨ª que pens¨¦ en mudarme a un sitio m¨¢s peque?o, donde los tr¨¢mites resultaran m¨¢s f¨¢ciles', se?ala t¨ªmidamente, aclarando que no le gusta nada criticar al sistema.
As¨ª aterriz¨® en Le¨®n, donde estuvo dando clases de restauraci¨®n. 'En una ciudad con 140.000 habitantes al final acabas conociendo a mucha gente, y m¨¢s cuando te dedicas a ense?ar una materia por la que entonces hab¨ªa un gran inter¨¦s. Al final, obtuve el permiso de residencia de manos del gobernador civil, que ten¨ªa poder para otorgarlo'. Durante dos a?os estuvo a caballo entre Le¨®n y Madrid, donde ten¨ªa su estudio. Hace poco ha obtenido la residencia permanente y no descarta solicitar en un futuro la nacionalidad, mientras pueda conservar la yugoslava ('siempre he pensado en ir y volver'). Cree que la imagen de los extranjeros ha mejorado en Espa?a en los ¨²ltimos siete a?os. 'La inmigraci¨®n le interesa a este pa¨ªs, porque se necesita mano de obra y la tasa de natalidad es bastante baja'.
Ahora, gracias a una beca de la Fundaci¨®n estadounidense Pollock-Krasner, puede dedicarse exclusivamente a la pintura, aunque echa de menos un sistema de incentivos a los artistas. 'El Ayuntamiento de Belgrado les paga la seguridad social, lo que significa que en el futuro podr¨¢n tener una pensi¨®n, e incluso les proporciona estudios para pintar y viviendas; son los residuos del socialismo, que ten¨ªa sus cosas buenas'.
Los tres peores meses que recuerda de sus nueve a?os aqu¨ª fueron los de los bombardeos de la OTAN sobre su ciudad. En Belgrado hab¨ªa dejado a su madre y a su hermana, que resistieron la guerra en casa. 'Entonces quise irme all¨ª, pero mi pareja y mis amigos me retuvieron'. Aguant¨® a base de tranquilizantes y conversaciones telef¨®nicas diarias con ellas. Su c¨ªrculo m¨¢s cercano le imped¨ªa ver los informativos en la televisi¨®n, aunque afirma que no sabe si 'era peor imagin¨¢rselo'. 'Aquel bombardeo estaba justificado por el mundo, y la informaci¨®n que llegaba a Espa?a no era objetiva', dice. 'No hay ning¨²n fundamento para criminalizar a un pueblo entero, sobre todo cuando sus l¨ªderes han dejado de representarlo hace tiempo'. Aun as¨ª, sostiene que a su alrededor 'nadie cre¨ªa que los serbios fueran los malos; ¨¦sa era una opini¨®n de los pol¨ªticos'.
Fue saltando poco a poco las barreras de un idioma que conoc¨ªa poco. 'Entonces sudaba, porque no pod¨ªa comunicarme entre tanto bullicio. Pero enseguida encontr¨¦ gente con paciencia para ense?arme'. Y para terminar de enriquecer su vocabulario recurri¨® a sus 'consejeros', amigos que le fueron introduciendo en los cl¨¢sicos de la literatura espa?ola, como Tirso de Molina o Lope de Vega. 'Me encanta el castellano antiguo, la expresi¨®n arcaica'. La cultura espa?ola ha calado hasta en los t¨ªtulos de sus cuadros, que llevan nombres como El retablo de maese Pedro, uno de los episodios m¨¢s conocidos de El Quijote.
La pasi¨®n por compaginar pasado y presente no se restringe a los lienzos, las lecturas o la m¨²sica. El amor por lo antiguo se extiende a su admiraci¨®n por los barrios de una ciudad que conoce mucho mejor que algunos de los nacidos en ella. Su estudio est¨¢ en pleno Carabanchel, uno de los pocos barrios madrile?os que 'mezcla un ambiente de ciudad con cierto aroma de pueblo'. Es un segundo piso con vista a un paisaje de tejados de dos aguas y olor al barniz de otro tipo de artistas que trabajan puerta con puerta: carpinteros, restauradores y artesanos. En una de las paredes, una cr¨ªtica del ¨²ltimo concierto que dio en Madrid el director de cine serbobosnio Emir Kusturica, por aquello de no perder de vista la cultura de su pa¨ªs. En ese rinc¨®n se siente en casa: 'Tengo la impresi¨®n de estar en mi propia ciudad. Como si hubiera nacido aqu¨ª'.
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