Lecquio no consigue su exclusiva en la Magdalena

Alessandro Lecquio, arist¨®crata del papel cuch¨¦, ha pretendido vender en las revistas a costa del Palacio de la Magdalena, un espacio p¨²blico hoy, malvendido, seg¨²n ¨¦l, en 1977 por Juan de Borb¨®n, su t¨ªo abuelo, a la ciudad de Santander. Lecquio ha llegado para darse golpetazos en el pecho y reclamar los rosarios de su madre mientras acompa?aba a su abuela, la infanta Beatriz, hija de Alfonso XIII e inquilina del palacio cuando la familia real pasaba los veranos en la capital c¨¢ntabra, entonces monta?esa, a principios del siglo XX. Con ella, primero, y sus fot¨®grafos, acudi¨® a misa de doce, en la parroquia de Miranda, y luego se traslad¨® a la Magdalena para posar all¨ª en unas instant¨¢neas que dieran la vuelta al quiosco. Pero le sali¨® el tiro por la culata porque la visita que se hab¨ªa anunciado como privada por parte del Ayuntamiento de la localidad no pareci¨® as¨ª cuando varios fotografos del coraz¨®n se agolparon en la puerta para esperar la llegada de Lecquio. El rector de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Delgado, anunci¨® que no se le esperaba ni como profesor ni como alumno y que si quer¨ªan fotos tendr¨ªan que ser las que hicieran los fot¨®grafos oficiales de la Universidad. Lecquio no se resign¨® e intent¨® por todos los medios captar fotos vendibles. Primero, lo quiso hacer ¨¦l mismo, con una c¨¢mara de estas de James Bond, algo que pudo pararse porque el marcaje al que se le someti¨® fue digno de cr¨®nica deportiva; y luego por medio de alg¨²n miembro de su s¨¦quito, que a traici¨®n, tir¨® alguna foto. Cuando se lo recriminaron, porque salt¨® el flash, el conde dijo, 'no se preocupen, el objetivo estaba cerrado'. Tiempo habr¨¢ de comprobarlo en alguna revista.