Andaluc¨ªa castellana
El Ayuntamiento de Cortegana, con su airoso castillo en la frontera noroeste de Andaluc¨ªa, viene celebrando desde hace seis a?os unas vistosas jornadas medievales que atraen a mucho p¨²blico. Pienso yo que es un p¨²blico intrigado por la puesta en valor de un concepto que no est¨¢ de moda, pero que es m¨¢s cierto que otras veleidades te¨®ricas acerca del controvertido ser de Andaluc¨ªa. Me refiero al componente castellano, y leon¨¦s, que hay en su ra¨ªz misma. Desde muy pronto, con Fernando III y en el a?o de la conquista de Sevilla (1248), este enclave privilegiado pas¨® a la cultura cristiana con todas sus consecuencias. Entre otras, a ser codiciado por los vecinos portugueses (hasta 1267, Tratado de Badajoz ), cuya orden hospitalaria anduvo muy interesada en disputar la hegemon¨ªa que ostentaban un poco m¨¢s all¨¢, en Aracena, otros fan¨¢ticos del cristianismo, los templarios. Una y otra orden de caballeros oscurantistas eran el equivalente de los integristas del otro lado de la frontera, almohades principalmente, de quienes aprendieron no poco en el ejercicio de la caballer¨ªa. Por fortuna para todos, los esquemas de 'guerra santa' que ambas religiones intentaron aplicar en nuestro suelo, fueron desapareciendo en las dos orillas, y en su lugar se impuso una rica cultura de la decadencia: los taifas de una parte, el tardo-feudalismo latifundista de otra, con toda su parafernalia de torneos y vasallajes, que acab¨® degenerando en la figura del 'se?orito andaluz'. Atenci¨®n al diminutivo, que como muchos de nuestra habla, encierra una cruel verdad; algo as¨ª como 'se?or de segunda'.
De otros inquietantes mimetismos de guerra -que no 'tolerancias' ni presuntas fusiones ¨¦tnicas- habl¨® el pasado s¨¢bado, en las jornadas de Cortegana, el profesor Jos¨¦ Virgilio S¨¢nchez (UNED), ante un auditorio absorto. Con un estilo vivaz, pas¨® revista a las leyes de caballer¨ªa y a los apretados s¨ªmbolos de una cultura bien distinta de lo que luego quiso el t¨®pico rom¨¢ntico. Por ejemplo, en aquellas contiendas se derramaba muy poca sangre, pues se basaban principalmente en el asedio al castillo, hasta su rendici¨®n, a menudo pactada, y en la captura de caballeros, por sus valiosos rescates. Por eso, cuanto m¨¢s rico era un se?or, m¨¢s llamativos sus blasones, como indicando: 'cuidado, no me mat¨¦is, porque os valgo mucho m¨¢s vivo que muerto' . En cuanto a los torneos, ¨¦stos formaban parte de una especie de circuitos de exhibici¨®n.
Hubo en la charla ciertas incursiones de actualidad que electrizaron secretamente al auditorio. As¨ª, cuando describi¨® la vestimenta ritual del nuevo caballero, copiada en parte de la del musulm¨¢n, que empezaba por una t¨²nica de blanco lino (la 'armadura de la verdad'), exactamente igual a la que hoy se ponen los j¨®venes suicididas palestinos para perpetrar sus desesperaciones. Y con esto, vuelta a la historia, al islam, y al palpitante debate sobre el integrismo que parece c¨ªclico en los seguidores de Mahoma. Andaluc¨ªa y, en general, la Espa?a cristiana, por lo menos de eso se libraron con la Reconquista, como una y otra vez explicaba S¨¢nchez Albornoz a quienes quer¨ªan o¨ªrlo, que no eran muchos. Lo de Cortegana, aunque parece cuento medieval, o quiz¨¢s por eso, ayuda a comprenderlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.