Ya hay loter¨ªa de Navidad
El verano es una etapa febril del a?o en la que es obligatorio largarse a cualquier destino, cuanto m¨¢s lejos mejor, para disfrutar, es un decir, del buen tiempo. Si no se sale de la ciudad, corre uno el riesgo de sufrir el s¨ªndrome de carencia de vacaciones. Mientras tanto, las ratas de ciudad nos quedamos, m¨¢rtires nosotros, en nuestras casas. Y los cacos aprovechan para hacer de las suyas. Algunos se convierten en v¨ªctimas precisamente por no haberse quedado, como la Koplowitz, que ha visto c¨®mo su colecci¨®n de arte desaparec¨ªa por arte de robo. Y si es m¨¢rtir la Koplowitz, lo somos todos. M¨¢rtires del verano. V¨ªctimas del ocio.
?Hay acaso alguna otra profesi¨®n con mayor futuro que la de m¨¢rtir? Mire que cuando le preguntan a uno 'usted qu¨¦ es', lo de m¨¢rtir queda estupendamente. M¨¢rtir del trabajo, m¨¢rtir del matrimonio, m¨¢rtir de la vida moderna, m¨¢rtir de la lucha. ?De qu¨¦ lucha? Eso es igual. Uno, o es m¨¢rtir, o no lo es. Este verano est¨¢ lleno de m¨¢rtires. No, no me estoy refiriendo a las bombas humanas. Me refiero a los sufridos veraneantes que pasan calor bajo las sombrillas, aguantan embotellamientos, soportan salmonelosis y gastritis, se queman la piel bajo el sol. Les han prometido un para¨ªso donde las gambas crecen en los ¨¢rboles y hay piscinas de cerveza. Se han ido. Pero por poco tiempo. Dentro de poco volver¨¢n los m¨¢rtires contando los avatares de su martirio, que tal vez confundieron con un ed¨¦n.
Divertirse cuesta una barbaridad. Dinero y esfuerzo. Perseguir un atardecer se convierte en una tarea ardua y cansada. Intentar transmutar las postales en realidad supone un ejercicio f¨ªsico y mental nada desde?able. Una soluci¨®n para algunos es quedarse en la ciudad chupando tele. Verle a la Obreg¨®n en su tradicional posado del verano mientras se sienten n¨¢useas. Abrir la ventana y gritar en el patio interior, donde el aburrimiento retumba como en una cripta y se convierte en un eco. El verano es la ¨¦poca del sudor, de la caspa y la telebasura. Hay cientos de canciones del verano que nos perforan el t¨ªmpano. Y a pesar de todo, el verano es un acontecimiento.
Pero no se preocupen. El verano ya est¨¢ acab¨¢ndose, y los que no gustan del calor est¨¢n que dan saltos de alegr¨ªa. Dentro de poco, piensan, llegar¨¢n la Navidad, el turr¨®n, el fr¨ªo y las peladillas. Dentro de poco comenzar¨¢n los anuncios de jugueter¨ªa. Y la humanidad occidental, como un solo hombre, se dedicar¨¢ a cumplir otra de sus etapas vitales, acorde a la estaci¨®n. Sue?o de un hombre libre ser¨ªa no vivir conforme a las estaciones, sino como un peregrino que desaf¨ªa la tradici¨®n y decide no cumplir con los rituales. No obstante, parece que estamos abocados a seguir gregariamente cada fase de nuestra existencia por etapas, imitando los movimientos migratorios de otras especies, buscando los paisajes ex¨®ticos para salir de la rutina cotidiana, regal¨¢ndonos para celebrar. De tal forma, la existencia es una sucesi¨®n de tiempos, divididos por estaciones. Algo rutinario, al fin y al cabo.
Y de pronto, aparecen los carteles de 'Ya hay loter¨ªa de Navidad'. Se produce as¨ª, al ver los cartelitos, una confusi¨®n de espacio-tiempo, una alteraci¨®n surrealista de la conciencia que nos hace pensar en la Navidad mientras todav¨ªa estamos en el est¨ªo. El sorprendido ciudadano experimenta una confusi¨®n mental que le hace entrever el esp¨ªritu de la Navidad cuando se acaba de comprar un traje de ba?o. Evoca a la familia reunida en torno a la mesa mientras el sudor moja sus axilas y el sol calienta su cocorota. Un Pap¨¢ Noel en braga n¨¢utica se acerca a ¨¦l por la playa agitando una campana dorada. El ataque publicitario del invierno pr¨®ximo ha conseguido asustarle un poco, a pesar de que ya est¨¢ harto del verano. Pero el fantasma de la Navidad se le aparece demasiado claramente como para ignorarlo.
As¨ª que el verano comienza a acabarse cuando sale el cartel de 'Ya hay loter¨ªa de Navidad'. Y es que hay muchas realidades, tal vez en otros mundos paralelos. El caso es que cuando el cartelito de marras aparece por las calles, uno se pregunta si la vida nos est¨¢ forzando, o si, m¨¢s clara y llanamente, la existencia nos est¨¢ tomando el pelo.
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