Milagro argentino
Mientras los clubes se tambalean entre la quiebra econ¨®mica y las huelgas, la selecci¨®n nacional se pasea autoritaria y fuerte
Parece la representaci¨®n de otro f¨²tbol y de otro pa¨ªs. Sin embargo se los reconoce como Argentina. Ninguno de los once jugadores que el pasado mi¨¦rcoles entraron al campo con la camiseta blanca y celeste para medirse a Ecuador (0-2) y clasificar a su selecci¨®n con exagerada antelaci¨®n para el Mundial 2002 juega en el pa¨ªs. Con el valor de traspaso de las fichas de s¨®lo dos de ellos -el media punta Ver¨®n y el goleador Crespo, por ejemplo- podr¨ªan saldarse las deudas que los clubes mantienen con sus plantillas y que ahora prometieron pagar con un cr¨¦dito bancario en 18 cuotas mensuales de un mill¨®n de d¨®lares. Esas deudas de arrastre provocaron ya dos huelgas de futbolistas en los ¨²ltimos cuatro meses, la ¨²ltima acaba de levantarse y demor¨® dos semanas el comienzo del torneo Apertura de la Liga.
Si alg¨²n inversor extranjero dispusiera de la suma para comprarse al seleccionado argentino en conjunto, poco m¨¢s de 400 millones de d¨®lares (80.000 millones de pesetas), seguramente le ofrecer¨ªan llevarse por mucho menos a todos los clubes completos, con sus plantillas, los estadios, las sedes, los empleados y las canteras repletas de chavales plenos de condiciones naturales para los que no hay atenci¨®n ni recursos. Los millonarios del f¨²tbol argentino, como se llaman a s¨ª mismos hist¨®ricamente los del River, arrastran un pasivo de 48 millones de d¨®lares (9.500 millones de pesetas) a pesar de haber vendido a Pablo Aimar y a Javier Saviola por casi la misma cifra en el ¨²ltimo a?o. La crisis de las sociedades an¨®nimas 'sin fines de lucro' es terminal. Mauricio Macri, presidente del Boca, present¨® un proyecto para que se puedan subastar las marcas y los colores a inversores privados. Los que todav¨ªa chupan los restos de sangre de los presupuestos sin control se resisten. Todos saben que as¨ª no se puede seguir. Cambian o mueren.
Pero all¨ª est¨¢ Argentina, con su marca y sus colores, al frente de la eliminatoria suramericana a la Copa del Mundo, ya clasificada y con once puntos de ventaja sobre Brasil en catorce partidos. La explicaci¨®n deber¨ªa remontarse a los a?os setenta, cuando C¨¦sar Luis Menotti asumi¨® el cargo de entrenador y cambi¨® las reglas de la dependencia. Desde entonces la Selecci¨®n, que as¨ª, con may¨²scula, se la menciona en Argentina, se impondr¨ªa por encima de los intereses de los clubes. Pero fue Diego Armando Maradona el que definitivamente instal¨® 'el orgullo de jugar' para el equipo nacional. ?se fue su legado de gran capit¨¢n. Lesionado, brutalmente golpeado, saltando de un avi¨®n a otro, sin dormir, gordo, consumido, Maradona nunca falt¨®. Y el d¨ªa que le toc¨® perder, como en la final de la Copa del Mundo de 1990, no ocult¨® las l¨¢grimas.
El Cholo Simeone recibi¨® el testimonio personalmente. Los dem¨¢s eran pibes, pero esa imagen retransmitida por la televisi¨®n, la llevan todos en los ojos. 'Tenemos hambre de gloria', dec¨ªa ayer el defensa Roberto Ayala. ?se es el esp¨ªritu que transmite todo el equipo. Marcelo Bielsa logr¨® aquello que el anterior entrenador, Daniel Passarella, no pudo resolver con los mismos jugadores, reemplazar al genio individual de Maradona que llev¨® a Argentina a ganar la Copa del Mundo de 1986 y a disputar la final en 1990, por un equipo solidario, seguro, eficaz, creativo y con una personalidad que resiste presiones de p¨²blicos adversos o alturas desmedidas como las de La Paz, en Bolivia, donde Argentina empat¨® 3-3 y las de Quito o Bogot¨¢.
El bal¨®n se juega seguro y a ras del piso desde el fondo. Los movimientos de base est¨¢n ya ajustados y se incorporan cambios t¨¢cticos en cada partido y seg¨²n el rival.. La diferencia la hacen los altos rendimientos individuales. Es el caso de los defensas Samuel, Sor¨ªn Ayala y Vivas, del conductor Ver¨®n y del goleador Crespo, acompa?ados por la sabidur¨ªa del Cholo Simeone, el traj¨ªn de Kily Gonz¨¢lez y la fantas¨ªa juvenil de Pablito Aimar. Y a la mano de Bielsa est¨¢n, adem¨¢s, jugadores como Batistuta, Piojo L¨®pez, Saviola y Riquelme, Gallardo y tantos otros.
Nadie pone excusas por la demora de los vuelos, la extensi¨®n de los viajes, la altura, las ausencias o las lesiones, ni los jugadores ni el entrenador, ni antes ni despu¨¦s cualquiera que sea el resultado. Bielsa mantiene a raya el acoso de los periodistas, a los que s¨®lo les concede ruedas de prensa antes de los partidos pero no entrevistas individuales, jam¨¢s entra en pol¨¦micas ni se queja por los comentarios o las opiniones de los analistas. En un pa¨ªs devastado por la end¨¦mica corrupci¨®n y el fracaso de su clase dirigente, Bielsa y Jos¨¦ Pekerman, el director general de las selecciones nacionales de Argentina, que acaba de ganar por tercera vez la Copa mundial sub-20 como entrenador de los juveniles, han construido una isla de seriedad, respeto, trabajo y honestidad en medio de un mar de sencillez. Los discursos son claros, simples, serenos y entendibles. Se entregan y exigen a cambio un compromiso similar.
El 'esp¨ªritu amateur' que destaca Bielsa, el 'orgullo' del que hablan Maradona y el ex capit¨¢n Oscar Ruggeri, son los mandatos de una historia que perdura y se sostiene en los triunfos internacionales, como los de la Selecci¨®n mayor y la sub-20 o los que logr¨® el Boca en las ¨²ltimas temporadas. Eso es lo que hay. Pero alcanza todav¨ªa para disimular la escasez de lo que queda aqu¨ª cuando ya se ha vendido todo. Los aficionados siguen ahora con tanto inter¨¦s las ligas europeas adonde van a parar los jugadores argentinos como a los equipos propios. Algo interior, profundo, les vuelve la cabeza hacia donde se puede ver a uno que juega como se debe. Un pibe, un bal¨®n, un bald¨ªo y eso que se sabe, que se tiene, que est¨¢.
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