Utop¨ªas
Jes¨²s Gil ha incorporado una nueva palabra a su vocabulario. La pronuncia del tir¨®n, sin trompicarse, con todas sus letras: autodeterminaci¨®n. La usa como si fuera una palabra lustrosa, que diera empaque. Hace lo mismo que con ese rico vocabulario jur¨ªdico que ha ido adquiriendo a base de sus tratos con los mejores abogados que el dinero puede comprar.
Cuando, por ejemplo, dice 'juicio de casaci¨®n' se le llena la boca de gusto, orgulloso de poseer palabras que le han costado tan caras. ?l -que se ha hecho a s¨ª mismo demostrando involuntariamente las limitaciones del bricolaje- goza cuando da lecciones; especialmente, de Derecho, campo en el que, en su calidad de delincuente, ha ido acumulando una gran experiencia y alguna sabidur¨ªa.
Lo de la independencia de Marbella es un viejo sue?o de Gil. ?l desea convertir a Marbella en Montecarlo y, ya puestos, transformarse ¨¦l en Rainiero y puede que a¨²n asigne el papel de Grace Kelly a su esposa ?ngeles, muestrario vivo y cruel de los efectos parad¨®jicos que produce el abuso de la cirug¨ªa est¨¦tica.
Ahora, de nuevo, Gil ha vuelto a contar su sue?o en La Raz¨®n -ese matutino de fantas¨ªa del que es accionista y que se ha convertido en su portavoz-, pero ya pensaba en la independencia cuando mand¨® construir los dos arcos horrorosos que marcan los l¨ªmites de la ciudad de la que es alcalde: ya entonces, para que los arcos tomasen un indudable aspecto fronterizo les ados¨® una oficina de cambio de moneda y otra de informaci¨®n e hizo poner guardias a caballo bien visibles.
Gil -si me permiten la expresi¨®n- argumenta que sus deseos de independencia no son una utop¨ªa, y pronuncia 'utop¨ªa' sabiendo que esta es tambi¨¦n una palabra lustrosa y que debe de exhibirla con el mismo orgullo con el que muestra a su enjoyada esposa a la entrada de las fiestas en las que a¨²n es invitado.
Pero el viejo sue?o de Gil termina generando pesadillas. ?Se imaginan que Gil pudiera acu?ar su propia moneda? ?Se imaginan que fuera la familia Ram¨ªrez quien se encargase de impartir justicia? (Bueno, esto ¨²ltimo es m¨¢s f¨¢cil de imaginar: es algo que ha sucedido y que de alg¨²n modo contin¨²a sucediendo).
Quiz¨¢ se pregunten si Gil se ha vuelto loco. Si se hacen esta pregunta es que dudan que a¨²n haya gente que crea en su palabra. Pues la hay. Gil cimienta su prestigio en la variedad m¨¢s brutal de eso que se suele llamar sinceridad. Ya saben: al pan, pan, y al vino, vino.
Al contrario que otros de su especie -Mario Conde, Javier de la Rosa, Ruiz-Mateos...-, ¨¦l nunca ha tratado de ocultar lo que es: un delincuente que 'por codicia', seg¨²n rezaba la sentencia, provoc¨® la muerte de 58 personas en Los ?ngeles de San Rafael.
Y, por si quedaban dudas, cuando se present¨® por primera vez a las elecciones para la alcald¨ªa advirti¨® que lo que pretend¨ªa era ganar mucho dinero. Se le podr¨¢ acusar de muchas cosas, pero no de no advertir a tiempo de cu¨¢les eran sus intenciones.
Aunque parezca incre¨ªble, Gil sigue teniendo seguidores y en Marbella su partido ser¨ªa probablemente todav¨ªa el m¨¢s votado si ahora se convocaran elecciones.
Qu¨¦ horror.
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