Arantxa intenta frenar su ca¨ªda
Los problemas personales afectan a su juego y le restan estabilidad
?Qu¨¦ ocurre con Arantxa S¨¢nchez Vicario? Para alguien que lo ha sido todo en el tenis espa?ol afrontar un momento como el actual resulta realmente duro. Su juego ha ca¨ªdo en picado y, a sus 29 a?os, las luces de alarma se han encendido porque su clasificaci¨®n mundial ha descendido hasta el puesto 21? -una circunstancia que no se produc¨ªa desde agosto de 1988- despu¨¦s de haber perdido en la primera ronda en sus ¨²ltimas tres apariciones y de no haber salvado la segunda en los torneos de Roland Garros y Wimbledon.
La situaci¨®n no es precisamente para tocar casta?uelas. Fundamentalmente, porque sus derrotas m¨¢s recientes se han producido frente a rivales de dudosa calidad, como la checa Daja Bedanova, la francesa Virginie Razzano y la alemana Marlene Weingartne.
Con estos antecedentes afronta Arantxa el Open de Estados Unidos, en el que anoche sud¨® tinta para poder eliminar por 6-3, 3-6 y 7-6 (7-5), tras ir perdiendo por 2-5 en el desempate, a la h¨²ngara Petra Mandula, de 23 a?os, cuyo mayor m¨¦rito es haber llegado esta temporada a los cuartos de final de Roland Garros.
Para Arantxa es la ¨²ltima oportunidad de salvar un curso en el que ha ganado dos torneos menores, los de Oporto y Madrid, pero en el que a partir de junio inici¨® una cuesta abajo que s¨®lo puede frenar con un buen resultado en Nueva York. Acostumbrada como est¨¢ a alcanzar las ¨²ltimas rondas en el Grand Slam, donde posee cuatro t¨ªtulos: tres de Roland Garros y uno del Open norteamericano; a ganar medallas ol¨ªmpicas y a moverse entre las cinco primeras de la clasificaci¨®n, acusa la tensi¨®n actual y no encuentra una salida.
Tras su derrota en Wimbledon, Arantxa reconoci¨® por primera vez que sus problemas personales estaban afectando a su juego. Su crisis matrimonial, que desemboc¨® en una separaci¨®n de su marido en la primavera y en el anuncio de un nuevo compa?ero, uno de sus entrenadores, durante el verano, no es algo que pueda pasarse por alto.
Mientras ella resolv¨ªa su situaci¨®n personal, su juego perdi¨® solidez porque su cabeza no estaba tan metida en el tenis como hasta entonces y su mentalidad ganadora y positiva se resquebrajaba. Sin estas caracter¨ªsticas, el juego de Arantxa pierde potencial y la convierte incluso en una tenista mediocre. M¨¢s a¨²n cuando la velocidad que impregnan al juego las nuevas generaciones le obligan a desarrollar un juego de ataque al que no est¨¢ habituada para evitar verse desbordada.
En Nueva York la tenista barcelonesa, que en diciembre cumplir¨¢ 30 a?os, quiere enderezar su rumbo. No se trata ya simplemente de acabar la temporada en una posici¨®n digna de su categor¨ªa, sino de evitar que vuelvan a surgir los molestos comentarios sobre el final de una etapa marcada por sus triunfos y los de Conchita Mart¨ªnez, que, v¨ªctima de las lesiones, no levanta cabeza (es la 22?) desde los cuartos de final de Wimbledon y que ni siquiera est¨¢ en Nueva York. Arantxa tiene una oportunidad. Y pretende aprovecharla.
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